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“La participación de los sectores populares fue decisiva en la independencia absoluta de Cartagena”: Javier Ortiz Cassiani

Publicado el Lunes, 09 Noviembre 2020, en Divulgación académica, Destacados

El 11 de noviembre de 1811 Cartagena se convirtió en la primera ciudad en declarar su independencia absoluta de España. Sus causas, hechos e implicaciones 209 años después son los temas abordados por el historiador cartagenero Javier Ortiz Cassiani, en diálogo con el Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

Centro histórico de Cartagena / Foto IEU

El 11 de noviembre de 1811, Cartagena declaró su independencia absoluta de España, constituyéndose en el primer territorio de la actual Colombia en declararse totalmente independiente y el segundo de América después de Caracas. ¿Qué significó para la consolidación de la ciudad esa declaración?

La independencia no solo implica una separación de España, sino que también es resultado de disputas internas dentro de la Nueva Granada y del descontento de Cartagena con el centralismo virreinal. A diferencia de otras ciudades que solo crearon juntas de gobierno en la coyuntura de la crisis peninsular, Cartagena con esta declaración de independencia absoluta rompe toda sujeción política con imperio español, pero quizá habría que pensarlo también desde la autonomía que gana con relación a Santa fe; la posibilidad de regir su destino económico en tanto ciudad puerto a la que le interesaba establecer una relación comercial con otros territorios. 

De hecho, antes de la declaración, Cartagena había contravenido una orden del virrey en la cual se le prohibía, ante la escasez de harina, recibir las que venían en un barco desde Baltimore. La ciudad hizo caso omiso de la prohibición y recibió la embarcación. Lo que eso demuestra es que la independencia, declarada el 11 de noviembre de 1811, crea un Estado independiente conformado por la provincia de Cartagena, y también autonomía con relación a la administración central del virreinato, que harán más dificil la posterior construcción de un Estado-Nación con pretensiones de unidad.     

El proceso de independencia tardó alrededor de 10 años y se debió en parte a la crisis del Imperio Español y a que el gobernador de Cartagena, Francisco Montes, no aceptó una codirección en la provincia de la ciudad. ¿Cuáles fueron esas causas y hechos que propiciaron la independencia?

La expulsión del gobernador Francisco Montes, materializó el descontento frente a la negativa de éste en aceptar lo que ya se había establecido el 22 de mayo de 1810 con la creación de una Junta de Gobierno. El acuerdo decía que la Junta ejercería un papel de cogobierno de la provincia junto al gobernador. No se trataba de una acción menor, era la negación de participación política nada menos que al patriciado cartagenero, es decir a unos sectores emergentes e ilustrados. A esto se le sumaría la crisis económica del puerto, el retraso en el envío del Situado que era clave en la movilización de la economía de la ciudad, y por supuesto, la crisis que está viviendo el territorio español con el vacío de poder que obliga a la corona española a buscar ayuda en sus reinos, para tratar de reincorporar al Rey que en ese momento está preso.

Eso sirve como punto de fuga para canalizar una serie de reclamos que traía la población de los territorios en América; Cartagena de Indias aprovecha para exigir un mejor trato en términos de su condición portuaria, económica y una mayor participación política. Esas dinámicas sirven como antecedentes a la declaración de independencia absoluta .

La participación de los sectores populares, en su mayoría negros y mulatos, fue decisiva en ese proceso. Hay un sector de mulatos emergentes que tenía cierta capacidad económica, ocupaba lugares intermedios y exigían un mejor trato y condiciones mínimas relacionadas con la educación y otra serie de posibilidades para el ascenso social. Otro elemento, es que las Cortes de Cadiz rechazaron la posibilidad del acceso a la ciudadanía de los sectores negros y mulatos. Esto va a servir como una aliciente más para radicalizar la posición de Cartagena de Indias con relación a la independencia.    

Dada la importancia histórica y económica de Cartagena, ¿qué razones pudieron conducir a que no fuera declarada la capital del país?

Los españoles normalmente se asentaron y convirtieron en sus capitales los territorios donde encontraron grupos indígenas con mayor capacidad de organización político-administrativa. Establecieron un sistema político de explotación sobre las bases que ya  existían. El Caribe colombiano con relación a los indígenas del altiplano estaban en desventaja en cuanto al mayor grado de complejidad de la organización administrativa y eso hace que se pensara en Bogotá.

El otro factor era el climático, pues era mejor, según la costumbres españolas, estar en espacios templados en el altiplano. Además, estaba el factor militar como argumento para que a Cartagena se le negara la posibilidad de ser la capital, su condición de salvagurdia y protectora de los territorios de interior. Luego, en el siglo XIX a todo esto se le va agregar un ejercicio de racialización de la geografía; la asociación de los lugares calientes, los litorales, las costas y las llanuras con climas insanos, donde habitaba gente perniciosa, negra e indígena.

Hay que decir que Cartagena sí estuvo compitiendo durante mucho tiempo para ser capital, al punto de que varios virreyes prácticamente gobernaron desde esta ciudad. En 1741 cuando se produjo el ataque de Vernon, el virrey Eslava se estrenó en su nuevo cargo al frente de la defensa de la ciudad. Otros virreyes terminaron estableciendo a Cartagena como escenario de poder porque era un puerto en el que se practicaba el contrabando descaradamente, se supone que fueron los intentos de control de esa práctica lo que más motivó la creación del Virreinato en 1739, pero la paradoja es que algunos de ellos terminaron comprometidos con esta actividad.  

Era imposible que los ingleses desperdiciaran un territorio portuario no convirtiéndolo en capital; el desarrollo del mundo atlántico, es decir, la dinámica capitalista, descansó sobre este tipo de ciudades. Pero esta no era la lógica de los españoles, al contrario terminaron declarando los territorios costeros como zonas de frontera y eso negó la posibilidad de que Cartagena fuera la capital. Hay excepciones como Lima y Caracas, pero en la Nueva Granada y Ecuador las capitales no quedan en las costas. Algo parecido a lo que pasó entre Bogotá y Cartagena, es lo que sucedió entre Ciudad de México y Veracruz. Ganó la parte central porque tenía a Tenochtitlán que fue la base para la creación de control político sobre el resto del territorio.

¿En un país tan centralizado como el nuestro, cómo han sido las relaciones entre el centro político establecido en Bogotá y la ciudad de Cartagena?

Este es un país que se construyó desde un comienzo con una naturaleza centralista. Los intentos de federalismo fracasaron y lo que fomentó fue la exacerbación del centralismo con la Constitución de 1886, y el desconocimiento de la autonomía de ciertas áreas del territorio. Desde la colonia se ha dado una relación conflictiva, hay unas diferencias documentada por Alfonso Múnera, que muestran las dificultades entre el Tribunal de Cuentas de Santa fe de Bogotá y el Consulado de Comercio de Cartagena de Indias, por la manera como se pensaba económicamente estos territorios.

El Consulado pensaba en el libre comercio e incluso en convertir las zonas del Caribe cercanas a Cartagena en posibles centros de explotación de plantaciones, parecidas a las que existían en el Caribe Insular, pero las autoridades centrales trataban de imponer un modelo que protegiera lo que se producía en el interior del territorio; de obligar a que se consumiera en las zonas costeras estos productos, cuando salían más baratos comprarlos en el exterior.

Según su fundador Pedro de Heredia, Cartagena se parecía a un lugar con el mismo nombre en España, por eso la aldea de Kalamarí fue fundada bajo el nombre de Cartagena de Indias. ¿Qué semejanzas hay entre esa Cartagena y la de la Nueva Granada? En estos momentos donde ciertos sectores piden la reivindicación de la América antes de la llegada de los españoles, ¿cómo entender este debate entre la denominación y el relato histórico que deberíamos tener de la ciudad?

Esta es una discusión que ya se ha dado antes. Si analizamos el virreinato de la Nueva España, en México, en relación con el virreinato de la Nueva Granada, nos damos cuenta que los nombres de los lugares están asociados a los nombres indígenas por la gran cantidad de población indígena, pero también por la vasta estructura administrativa que tenían estos territorios; esto no existía en la Nueva Granada. Aquí fue más fácil crear una nueva nomenclatura y una nueva toponimia, y por eso priman los nombres españoles. En esta coyuntura se habla mucho de esta discusión, pero más allá de un problema de denominación, el problema son las memorias históricas que se priorizan. Es decir, bajo un nombre, incluso detrás de la alusión a los nombres originales, pueden existir las mismas exclusiones, racismos o procesos sistemáticos de negación de la diferencia. Lo fundamental es tener claridad sobre la importancia de la memoria histórica de los primeros habitantes y la relación con quienes llegaron al territorio.

En el caso de la estatua de Sebastián de Belalcázar que destruyeron en Popayán, podríamos decir que si el reconocimiento simbólico hubiera sido equitativo, no habría necesidad de llegar a este nivel que algunos consideran radical. Esto tiene que ver con unas lógicas que muestran que, a pesar del paso del tiempo, algunas estructuras simbólicas y materiales de exclusión se siguen presentando, y más que la condena al acto, implica pensar en el porqué de eso actos. Se nos olvida muy facilmente que la misma construcción del mundo que ahora nos permite discutir sobre este acto en igualdad de condiciones, es producto de actos radicales de transformación.

Según el censo de 2018, Cartagena tiene 973.045 habitantes, de los cuales el 41.8% son hombres, el 51.9 % mujeres y en promedio 3.4 personas viven por hogar en la ciudad. ¿Cómo entender esta caracterización de su población  actual, teniendo en cuenta que es necesario ampliarlo al tipo de comunidades que la habitan?

Este es un censo bastante mal hecho. Cartagena tiene mucho más habitantes de los que se registran allí; incluso respecto al censo de 2015 estamos viendo un retraso, deberíamos tener un sistema o por lo menos una visión más sofisticada de la necesidad de contar las particularidades. Esto en una ciudad como Cartagena, donde los sectores excluidos que viven en peores condiciones materiales es población de origen afrodescendiente es muy importante la tabulación de estas variables étnicas.

A esto hay que sumarle la población desplazada e incluso la creación de cabildos indígenas urbanos. Es un retroceso por una cosa sencilla: de los censos depende la posibilidad de construir políticas públicas mucho más asertivas en cuanto a la realidad de los territorios, si comenzamos por contarnos mal, ya tenemos un problema de origen.

Actualmente, Cartagena es un Distrito turístico y cultural, además hasta 2019, parte de su economía se basaba en el turismo donde reportó un crecimiento de 3.5% en llegada de turistas extranjeros frente al 2018, ¿qué pasa con este sector en estos momentos de Covid19?

La pandemia debería servir en Cartagena para pensar en la manera como se está desarrollando el turismo en la ciudad. Era evidente el aumento de la presencia de población extranjera antes de la pandemia, pero también es cierto que es un sector que no está organizado, o lo está a cierto nivel, pero su beneficio es muy desigual; a pesar de ser una zona turística, no hay una estructura claramente definida que permita que los beneficios cambien las condiciones de vida de un sector más amplio de la población.

Estamos ante una pandemia que ha impactado al sector, por supuesto, pero ha afectado mucho más a la población que vive de las migajas que deja el turismo. El impacto con mucha fuerza sobre esos sectores marginados implica que en momentos de pandemia se piense en la reorganización del sistema y se defina qué tipo de turismo le conviene a Cartagena de Indias. Si para algo sirve la pandemias es para reinventarse, empezar a aprender nuevas cosas y a reconfigurar el orden, porque la pandemia desnuda los errores estructurales que hay en una sociedad.

De acuerdo con Cartagena Cómo Vamos,  no hay una mejora en la calidad de vida de sus habitantes. El 54% de los trabajadores laboran en la informalidad, el 26% de los habitantes de la ciudad viven en la pobreza y el 97% de los habitantes de la parte insular (Barú y Tierrabomba) presentan necesidades básicas insatisfechas. ¿Cuáles son los retos para que la ciudad supere estos problemas, en un escenario de post pandemia?

Hay una deuda histórica con una población pobre en la ciudad, cada vez crece más la línea de marginalidad y pobreza. Aparentemente vivimos del turismo pero muchos de ellos de manera informal, no están relacionados con la industria turística de una forma que les garantice una seguridad laboral y social. La posibilidad de empresas que generen empleos seguros es cada vez menor. Entonces, se debería pensar muy seriamente en la posibilidad de que el sistema de contratación deje de ser a destajo, con mínima seguridad social y condiciones de empleo precarias. Hay familias que viven con 150.000 pesos mensuales. Es necesario pensar en cómo reestructurar el sistema de contratación y cómo se hace inversión social en algunos sectores; hay un deterioro de la calidad de vida porque además de los bajos ingresos, no hay infraestructura ni equipamientos urbanos. Tenemos a la juventud expuesta al consumo de drogas y a la delincuencia; la cobertura de educación superior no alcanza.

Cartagena ha sido una de las ciudades más importantes del país desde esta declaratoria. Más de 200 años después, ¿cuál es el papel que desempeña esta ciudad en el contexto colombiano?

Cartagena es un referente muy importante por su tradición histórica; desde hace mucho tiempo se ha convertido en la vitrina que tiene el país para mostrar ante el mundo por su belleza arquitectónica, su exposición del pasado y por esa especie de ciudad tatuada en alto relieve; pero a la par de la ciudad que enorgullece al país, hay un territorio en condiciones de miseria. Si Cartagena es tan importante como parece ser, esto debería ser directamente proporcional a la inversión social. Y esa responsabilidad no solo es local sino nacional. Parece una ciudad decorada, un set cinematográfico,  en el que se mueven ciertas personas, y el resto está condenado a convertirse en parte de la utileria; individuos que son prescindibles, porque lo importante es que el visitante tenga una buena impresión y pase un momento en las mejores condiciones, a costa de la incomodidad de sus habitantes. 

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    Entrevista realizada por Claudia Sánchez

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

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