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Economía circular y protección de recicladores: retos del manejo de residuos en tiempos del Covid-19

Publicado el Lunes, 01 Junio 2020, en Divulgación académica, Destacados

Además de las políticas de vivienda y espacio público, la gestión de las residuos sólidos urbanos tendrá que repensarse debido al impacto de la pandemia del coronavirus. La transición hacia una economía circular será esencial para el sostenimiento de los ecosistemas y la salud de la población.

Foto tomada de Alianza Global de Recicladores / https://globalrec.org/es/

 

Según un informe de ONU Medio Ambiente (2018), la generación de residuos urbanos en América Latina y el Caribe es de 541.000 toneladas/día, cifra que podría alcanzar por lo menos las 671.000 toneladas/día para el año 2050 (25% de aumento). Esto significa que cada latinoamericano genera un kilo de basura al día.

En Colombia se producen cerca de 12 millones de toneladas de residuos sólidos al año, de los cuales se podría aprovechar el 70 %. Sin embargo, actualmente esta cifra apenas alcanza el 17 %. “Se está desperdiciando una riqueza enorme que podría estar alimentando otros sectores de la economía, generando empleo e ingresos y, sobre todo, disminuyendo el deterioro de los ecosistemas”, manifiesta el profesor universitario Alfredo Manrique, experto de ONU Hábitat.

Una situación similar se presenta en el resto de los países de la región. De las casi 230 millones de toneladas de residuos sólidos que se generan todos los años, esto incluye domiciliarios, comerciales e institucionales, se recicla menos del 5 %

Buena parte de este fenómeno se debe a la predominancia de una economía lineal dominada por la lógica de extraer-producir-descartar, que predomina en el el país y la lenta transición hacia una economía circular pensada en productos que se conviertan en recursos para nuevos procesos productivos o generación de energía renovable. Esta transición permitiría desplazar los combustibles fósiles, aspecto fundamental para la supervivencia del planeta.

“Aunque en Colombia hemos hecho avances importantes, no ha sido en las dimensiones que se esperaría dada la altísima producción de desechos sólidos y líquidos contaminantes. Esto se debe a una mentalidad destructora y despiadada con los ecosistemas y la forma en la que vemos el oficio del reciclador”, explica el profesor Manrique.  

Pero también es producto de las malas prácticas de disposición de residuos sólidos. Según la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, en el país hay 147 rellenos sanitarios, “lo cual es anacrónico en el mundo por sus efectos contaminantes y dañinos a los ecosistemas, por la contaminación a los entornos urbanos y el detrimento de los usos del suelo”, precisa el académico. 

“Hay retrasos en la manera en cómo se deben tratar los desechos sólidos, el manejo de los lixiviados, el vertimiento a fuentes de agua, la contaminación de las aguas en los niveles freáticos y el sellamiento de los deshechos que no se lleva a cabo; esto es fuente muy importante de contaminación, deterioro de los ecosistemas e impactos negativos en la salud humana”, expresa el experto de ONU Hábitat. 

Por lo tanto, repensar la gestión de los residuos sólidos y el reciclaje es parte fundamental de los demás sectores que deberán revisarse en el planeamiento y organización de las ciudades y el manejo del territorio, a propósito de los desafíos que ha generado la pandemia. De acuerdo con el profesor Manrique, la planeación sanitaria ha sido olvidada en el desarrollo urbano, un tema importante teniendo en cuenta el alto nivel de interacción humana en las aglomeraciones, el déficit de espacio público y los problemas de vivienda por su tamaño y calidad, que pueden incrementar la proliferación de enfermedades contagiosas. 

Impacto del Covid-19 en los recicladores 

Los recicladores juegan un papel fundamental en el sistema de manejo de residuos de los conglomerados urbanos del mundo. Personas que han encontrado en la recuperación de residuos sólidos reciclables una forma de subsistencia y se han convertido en el eslabón más importante en toda la cadena de valor del reciclaje entre el consumo, producción y desecho de residuos. 

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), América Latina cuenta con más de 2 millones de recicladores de base, los cuales aportan más del 50 % del material que se recupera. Sin embargo, solo un 10 % de los recicladores de la región forma parte de una cooperativa u organización y menos del 5% de nuestras ciudades cuenta con programas de reciclaje que incluyan a los recicladores como parte del sistema de gestión de residuos reciclables.

Federico Parra, profesor de la Universidad Nacional de Colombia y coordinador Regional del programa de Recicladores para América Latina, afirma que en el país el número de recicladores podría alcanzar los 60 mil, aunque el 41 % de los municipios no han hecho los censos obligatorios desde el 2015. 

Así mismo, la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios registra cerca de 300 organizaciones que se acogieron al principio de gradualidad para su formalización, pero no ha podido constatar si sus más de 30 mil miembros son realmente recicladores, aclara el académico. “Con estos datos se podría decir que aproximadamente el 50 % está organizado, pero la Asociación Nacional de Recicladores que tiene presencia en 22 municipios, y más intensamente en 12 ciudades, ha constatado las tensiones respecto a estos números”, agrega. Para la Asociación, esta cifra representa alrededor del 35 % de los recicladores de base que existen en el país.  

En medio de la emergencia generada por el Covid-19, el Decreto 457 del 2020 estableció como una de las actividades necesarias para garantizar la vida y la salud, la prestación de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado, energía eléctrica, alumbrado público, aseo (recolección, transporte, aprovechamiento y disposición final, incluyendo los residuos biológicos o sanitarios), es decir, que los recicladores como prestadores esenciales del servicio público de aprovechamiento pueden salir a trabajar.

Sin embargo, esta actividad implica un riesgo permanente de exposición al contagio para los trabajadores. Según, el profesor Parra, solo el 35 % de los recicladores en Colombia están aplicando medidas de protección, tales como el uso obligatorio de guantes, gafas, trajes antifluidos y tapabocas; acceso permanente a las estaciones de lavado de manos; almacenamiento sin clasificación del material recuperado durante al menos 4 días para cumplir los tiempos de supervivencia del virus en los materiales; rociado de bolsas de reciclaje con soluciones desinfectantes, así como el lavado permanente de los almacenes y la desinfección de los vehículos.

Las organizaciones que habían transitado hacia la formalización estaban en mejores condiciones para responder a este reto, pero hay una importante cantidad de recicladores que ha tenido que cesar su actividad por falta de recursos para cumplir con los protocolos. A esto se suma que un porcentaje de los trabajadores son adultos mayores y por tanto deben estar en aislamiento obligatorio. Solo en Bogotá, la Asociación de Recicladores estima que unas 5.000 personas no tendrán ingresos para su mínimo vital.

Aún así, destaca el profesor Parra, Colombia es pionera en la región porque ha generado una ventana de oportunidad para sostener la prestación del servicio de los recicladores en unas condiciones relativamente favorables, mientras que en países como Ecuador o Chile se ha prohibido su actividad. No obstante, para garantizar la salud de los trabajadores será fundamental que la ciudadanía se comprometa con una adecuada separación en la fuente y alerte en caso de tener residuos de personas contagiadas con el virus. 

Sin duda la pandemia está retando a la sociedad a transformar distintos aspectos de la forma de vida. Es momento de repensar nuestros hábitos de consumo y entender la corresponsabilidad que tenemos sobre la producción y el manejo de los residuos. También es preciso que los gobiernos, empresarios y ciudadanía comprendan que la basura es una potencial fuente de riqueza, inviertan en tecnología y capacitación para impulsar la economía circular y mejoren las condiciones de los recicladores como componente humano esencial del proceso. 

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    Escrito por Paola Medellín

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