De acuerdo con una publicación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al cierre de 2019, el 60 % de los países de América Latina y el Caribe mostraban niveles de endeudamiento mayores al 40 % del Producto Interno Bruto (PIB) y ajustes fiscales que oscilaban entre 2% y 7% del PIB. En este escenario, la emergencia por el Coronavirus llegó a la región en una situación fiscal vulnerable, donde el proceso de consolidación fiscal se ha estancado en los últimos años con  la mayoría de los países con pocos grados de libertad o con un deterioro sustancial de las finanzas públicas. 

El efecto de la pandemia, advierte la publicación, se traduciría en posibles incrementos en el déficit en 2020, el que podría llegar al 8% del PIB y 4% del PIB en el mediano plazo. En consecuencia, la deuda pública podría alcanzar niveles de 65 % del PIB en el 2020, con una senda creciente alrededor de 75 % en el mediano plazo. 

En Colombia los desequilibrios macroeconómicos, en especial el externo y fiscal, han venido creciendo en los últimos años de manera importante. En el caso del desequilibrio externo, el déficit de cuenta corriente del país está cercano al 4.5 % del PIB; “para financiar ese déficit se requiere que el ritmo de inversión extranjera, inversión de portafolio y de endeudamiento externo se mantenga alto en el país para que no haya una corrección muy fuerte que implique una mayor devaluación de la moneda o una corrección de la demanda agregada de manera severa”, explica José Gómez González, PhD en Economía y profesor de la Universidad de La Sabana. 

En términos de los desequilibrios fiscales para este año, el profesor Gómez afirmó que inicialmente se había proyectado un déficit fiscal de aproximadamente 2 % del PIB. Sin embargo, con la crisis por la pandemia se ha estimado que podría alcanzar hasta un 4,9 %. “Para pagar esa deuda se tendrá que generar mayores superávits, lo cual implica un fuerte esfuerzo fiscal y un crecimiento del país elevado difícil de garantizar dada la coyuntura actual”. 

En el marco de este escenario, las ciudades colombianas están enfrentando los impactos sociales y económicos que representa el confinamiento de la población. De acuerdo con el académico, la situación de Bogotá y Medellín “no es alentadora” y refleja el estado de las finanzas en el país, dado que son las dos ciudades donde se invierte la mayor parte del presupuesto fiscal. “Con la pandemia el problema podría agravarse; se espera que la economía colombiana decrezca en una magnitud de entre 2 y 5 %, lo cual implica que el gobierno tenga que realizar gasto público de manera importante para poder ayudar a reactivar la economía”, señala.

En días recientes, las administraciones locales tuvieron que ajustar los Planes de Desarrollo para enfrentar la crisis generada por el Covid 19. En el caso de Bogotá, el plan presentado al Concejo de la ciudad pasó de tener una inversión de 112,68 billones de pesos a 109,28 billones de pesos, en razón a las acciones inmediatas que se han ejecutado por la pandemia. 

Según la secretaria distrital de Planeación, Adriana Córdoba, se sacrificaron recursos en todos los sectores, ya sea por alcance o eliminación de metas: por ejemplo, se redujeron de 1.9 billones de pesos a 1.1 billones los recursos destinados al espacio público; en medio ambiente, grandes proyectos como el Sendero de las Mariposas no se va a ejecutar, los recursos se reorientaron al programa Bogotá solidaria en casa; en seguridad disminuyó el presupuesto general, pero se fortaleció en casi 2.2 billones de pesos la convivencia y la justicia en lo que tiene que ver con inspectores de policía, y en movilidad se redujeron en 200 mil millones los recursos destinados para la circunvalar de oriente. 

Por el contrario, se fortalecen los sectores de salud, educación y desarrollo económico, y se generaron condiciones para atender la emergencia y procurar la reactivación económica. De los $109 billones que demanda la inversión del Plan de Desarrollo de Bogotá, $53 billones serán destinados a superar la pandemia, reducir el desempleo, incrementar el crecimiento y disminuir la pobreza. 

La distribución de la inversión se realizará así: 

Por su parte, el secretario de Hacienda de Bogotá, Juan Mauricio Ramírez, afirmó que el recaudo por impuestos tendrá una caída aproximada de 1 billón de pesos como resultado del confinamiento y la reducción de la actividad económica. Según explica, se espera una caída del 7 % en el impuesto predial, del 13 % en el Impuesto de Industria y Comercio y del 13 % en la sobretasa a la gasolina. 

El secretario destacó que la ciudad tiene, por un lado, recursos del superávit fiscal del 2019 que pueden ser utilizados para compensar la caída del recaudo y, por el otro, un programa de endeudamiento activo. “A corto plazo se van a emitir bonos por 600 mil millones de pesos que hacen parte del programa de endeudamiento que Bogotá ya tenía aprobado por dos billones de pesos y de los cuales ya habían sido emitidos 1.4 billones”, anunció. Con la emisión de estos bonos el cupo de endeudamiento quedaría en 3.4 billones de pesos.

Aunque pueda ser muy pronto para determinar el impacto fiscal total de la emergencia por el coronavirus, en una publicación del BID se advierte que “es fundamental que la política y gestión fiscal logre que la pérdida total de actividad económica y deterioro fiscal sea mínima y que pueda retomarse en corto tiempo el crecimiento económico y la vuelta a la sostenibilidad fiscal”. Confiemos en que así sea.