A partir del repaso de los antecedentes nacionales y provinciales en la materia, se indaga sobre el contenido y desafíos en la implementación del Plan Nacional de Suelo Urbano de Argentina y el impacto que podría tener sobre la planificación urbana y habitacional.

Durante las últimas décadas en Argentina, la vivienda no tuvo un fin social sino financiero como resguardo de capital. Por esto, se construyó sin ningún tipo de planificación de la forma urbana con un impacto negativo en las ciudades, generando fuertes desequilibrios socio territoriales evidenciados en fragmentos urbanos aislados, con desigual acceso a las infraestructuras, servicios y equipamientos. 

El desarrollo urbano estuvo definido fundamentalmente por las pautas del mercado inmobiliario, pero también por las propias políticas del Estado que promovieron un continuo proceso de extensión de la ciudad, alimentando en algunas ocasiones la especulación y elevando sistemáticamente los precios del suelo. Ello se hizo principalmente a través de políticas directas como la construcción o mejoramiento de la vivienda, o indirecta  otorgando créditos para construcción, ampliación o compra de la unidad. El suelo urbano, insumo indispensable para la construcción de viviendas, comienza a ocupar un lugar importante en la agenda pública al momento de pensar en la problemática del acceso a la vivienda de una amplia porción de habitantes del país.

Hasta el año 2020 las políticas de suelo urbano quedaban implícitas, a nivel nacional, en las políticas habitacionales y/o planes estratégicos territoriales, o dispersas a nivel subnacional en normativas provinciales de ordenamiento territorial, con dispar implementación efectiva.

El Plan Nacional de Suelo Urbano (PNASU) propone la generación de este insumo básico, garantizando que el propio Estado cuente con suelo urbanizado para localizar vivienda, a construirse y/o a promoverse en forma pública, ampliando la accesibilidad de las familias en las ciudades y desalentando las prácticas especulativas. Al mismo tiempo vincula la política de suelo con el desarrollo territorial, promoviendo prácticas virtuosas para lograr ciudades compactas, equitativas y accesibles. 

Entre los principales desafíos del PNASU se destacan lograr una coordinación política-administrativa integral, participativa y eficaz que permita construir a largo plazo una articulación exitosa entre los diferentes niveles del Estado y brindar la posibilidad de garantizar continuidad en las políticas urbanas. Avanzar en la regulación del mercado del suelo, evitando la especulación, los sobreprecios y la escasez artificial a través de acciones concretas que potencien el aprovechamiento del suelo, generando valorización inmobiliaria, y por lo tanto ganancias a diversos actores del mercado inmobiliario. Y gestionar el suelo y las políticas habitacionales integradas en una planificación urbana general a través del diseño y puesta en práctica de diversas herramientas de regulación sobre las ciudades, que permitan ordenar ventajosamente el crecimiento del territorio.

El PNASU viene a llenar un vacío existente en las políticas públicas territoriales en el país que representa un progreso en la construcción de una política nacional de suelo. Sin embargo, resulta fundamental que la escala de intervención del Estado se corresponda con la magnitud del problema que enfrenta, apuntando a revertir las tendencias actuales y considerando la integración de la política habitacional con la territorial, el protagonismo de los actores locales, la construcción de instrumentos de captación de plusvalías en términos redistributivos, la función social de la tierra y la vivienda.

Si el lector desea mayor información sobre la temática expuesta en esta nota puede consultar el artículo “Contexto de las políticas de acceso al suelo en Argentina: desafíos del Plan Nacional de Suelo Urbano" publicado en la revista “Ciudades, Estados y Política” del IEU.

Para ello ingrese a https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/96361