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Museo nacional de la Memoria (MNM) arquitectura para la no repetición

Publicado el Miércoles, 27 Julio 2016, en Divulgación académica

El espacio de la Memoria: la Arquitectura del Reconocimiento a las Víctimas.

La singularidad del proceso de concepción y materialización del Museo Nacional de la Memoria (MNM), liderado y llevado a cabo por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en cumplimiento de un mandato de Ley, se sigue profundizando a medida que las circunstancias históricas aproximan el país hacia la coyuntura de la firma del acuerdo final de las conversaciones de La Habana entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC.

Esa significación histórica se acentúa no sólo por el hecho de que su formulación institucional y su proceso de diseño (tanto arquitectónico como organizacional) se adelantan “en medio del conflicto” sino, esencialmente, por el papel protagónico que el inicio de su construcción y la definición de su funcionamiento empezarán a tener en la gestación y determinación de gran cantidad, y calidad, de procesos y acontecimientos que van a producirse en el transcurso del llamado “Post Acuerdo”.

El espacio de la MEMORIA: la Arquitectura del Reconocimiento a las Víctimas

La consagración en la Ley 1448 de 2011 del mandato institucional de la creación del MNM, es la expresión institucional más potente de la validez histórica de la inteligencia y el valor que han desplegado las victimas en su lucha contra el imperio de la barbarie como forma de someter a la sociedad.

El complejo espacial que albergará al MNM, por su parte, el estar localizado en pleno centro urbanístico de la Capital del país –en la Plaza de la Democracia: Calle 26 con Avenida de las Américas- a la vista y el acceso directo de la ciudadanía, se constituirá en la materialización arquitectónica y urbanística del reconocimiento nacional a uno de los más grandes aportes que han hecho las víctimas y sus organizaciones al acervo cultural de nuestra nación: los Lugares de Memoria.

Con la instauración de la MEMORIA en el imaginario social y en el comportamiento colectivo cotidiano, las víctimas han inaugurado un campo de pensamiento crítico y un ámbito de creatividad que le han hecho una enorme falta estructural a nuestras pretensiones –y necesidades- de modernidad.

No sólo porque la vigencia y permanencia del olvido pretende destruir el recuerdo y el legado de los cientos de miles de muertos, desaparecidos, secuestrados y mutilados sobre los cuales se ha montado el país con el que nos asomamos al siglo XXI, sino porque la asunción consciente y responsable de la ocurrencia de la masacre constituye un elemento cultural y político fundamental para el emprendimiento de la construcción de una forma de sociedad que esté libre del dominio de la naturalización del terror como forma de interactuación social.

En la trama citadina, su arquitectura y urbanismo (diseño de las firmas MGP –Colombia- y ENTRESITIO –España-) instituyen un hito formal y estético que, al transformar radicalmente el horizonte y el perfil de la Capital, erigen un monumento de reconocimiento perenne a las víctimas de la guerra y a su legado organizacional, espiritual y material.

MNM: de “la no repetición” a la descalificación social de la guerra

Con este marco conceptual, los diseños de su interior y de su entorno inmediato están siendo dispuestos para dinamizar, profundizar y consolidar una actitud generalizada y sistemática de observación, investigación, conocimiento, análisis y reflexión sobre los determinantes y, especialmente, las “consecuencias de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de las violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno” (Art. 3 de la Ley 1448 de 2011) con el fin de fundar y sustentar las posiciones y las actitudes, individuales y colectivas, de reconstrucción de la sociedad, con conocimiento de causa, y evitar, con probabilidades de eficacia, la reedición de la vigencia de la violencia y la barbarie en la resolución de los conflictos sociales.

De esta manera, el MNM propicia un movimiento cultural y civilizatorio que articula el país al movimiento mundial que en los últimos tiempos ha dado una nueva significación a la institución museística convirtiéndola en un espacio de debate y de formación de pensamiento crítico para soportar las nuevas culturas ciudadanas.

Pero nuestro Museo va mucho más allá por cuanto su doble caracterización: de un lado, centro de pensamiento crítico y, del otro, su localización como estructura espacial para el encuentro consciente y comprometido de la ciudadanía, le confieren una significación y una funcionalidad que, de nuevo, y por sus propios características arquitectónicas y urbanísticas, lo ubican en la vanguardia de otra de las redefiniciones que en el mundo entero se han empezado a levantar en el examen crítico de los Monumentos como sitios de identidad de las urbes contemporáneos.

Porque acá se trata de un monumento totalmente diferente de aquellos que la tradición ha consagrado en muchas ciudades del mundo. En efecto, la crítica ha venido mostrando cómo, en lo fundamental, dichas estructuras se han erigido de tal manera que se tornan, casi siempre, en una glorificación de la guerra: para ensalzar la historia de los vencedores.

Por el contrario, en el nuestro se trata de una institución y una estructura urbana cuyo objeto fundamental es hacer evidente críticamente los horrorosos estragos causados por la guerra en la vida humana, en el proyecto social y en la Naturaleza.

Más aún, por mandato de Ley, busca crear condiciones materiales, intelectuales, espirituales, para que la reparación de las víctimas “comprenda las medidas de restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición en sus dimensiones individual, colectiva, material, moral y simbólica” (Art. 25 de la Ley 1448) de las atrocidades que han acompañado nuestro tránsito como sociedad durante los últimos treinta años.

Entre las “Garantías de no Repetición” que se establecen en el Capítulo X de la Ley se señalan, al menos, dos que están directamente articuladas al funcionamiento del Museo: b)La verificación de los hechos y la difusión pública y completa de la verdad...” y e) La creación de una pedagogía social que promueva los valores constitucionales que fundan la reconciliación, en relación con los hechos acaecidos en la verdad histórica.” (Art. 149, Ley 1448).

Es justamente este requisito “de no repetición”: planteado desde el Art. 1: EL OBJETO de la Ley 1448, lo que en gran medida está sustentando la singularidad de la apuesta del MNM pues su compromiso con el derecho de las víctimas “a la verdad, la justicia y la reparación” le señala una MISION que no se agota en la exhibición, la denuncia y/o la ilustración –incluso- rigurosa del pasado sino que se proyecta en la articulación y formulación críticas de perspectiva de futuros sin guerras para Colombia.

Y en ese terreno, incluso asumiendo conscientemente la carga utópica que se le pueda endilgar a la formulación legislativa, es posible encontrar afinidades con procesos que en el orden internacional, inspirados también en desarrollos de la arquitectura y el arte, se formulan proyectos espaciales y político-culturales que pretenden contribuir a la abolición de la guerra misma como institución social y, apelando a soportes filosóficos, sociales, artísticos y psicoanalíticos, a mostrarla como una “locura colectiva.”

Todo lo cual, en el entorno nacional, como mandato para nuestro Museo, se puede inferir de una lectura cuidadosa de la Ley 1448 de 2011: ella no busca solamente que se critique la guerra en abstracto, manda que se trabaje en la perspectiva de eliminar los soportes materiales e intelectuales de su aparición y eventual justificación social y política.

MNM: la superación de los “limites de la representación de la masacre.”

Las anteriores circunstancias hacen que el MNM sea un bastión cultural y político de las “garantías de no repetición” que manda la Ley, pues implican que en el Museo, y por él mismo –condensando, complementando y potenciando la labor, y el significado, que han venido desarrollando todos los lugares de memoria que las víctimas han construido (y que seguirán construyendo) en el territorio nacional- se va a tener que abocar la representación de lo irrepresentable: nuestra mayor vergüenza como sociedad tiene que ser expuesta en él para su disección y permitir que podamos aprender de nuestros errores y convertirlos en oportunidades para nosotros mismos y para nuestros descendientes.

El mismo complejo urbanístico-arquitectónico –el “Umbral de la Paz”, como lo denominan sus diseñadores- se ha convertido en parte constitutiva y constituyente del proceso de representación de nuestra propia “masacre histórica”.

De allí que la estructura urbano-arquitectónica esté diseñada en lo fundamental para prohijar, propiciar y cualificar la máxima expresión del despliegue de la dimensión cultural y política del Espacio Público: la reunión de la ciudadanía para abocarse al conocimiento y a la crítica de lo que ha sido y significado el genocidio y, en el mismo movimiento, crear las condiciones de reflexión, de intercambio, de experimentación que activen, dinamicen y sustenten los procesos de creatividad que van a permitir el proyecto y la sustentabilidad de una nueva existencia individual y colectiva digna en Colombia: lo único que efectivamente puede garantizar la “no repetición” del horror del que luchamos por salir.

Así, el complejo urbanístico con el cual el MNM se articula al recién creado “Eje de la Paz y la Memoria” contribuye a superar lo que ha sido llamado, en el mundo contemporáneo de la discusión de las ciencias sociales y el arte, los “límites de la representación de la masacre” e, internamente, hace permanente la evidencia de la potencia de la resiliencia que han desplegado las víctimas durante los últimos treinta años por hacer de Colombia, todavía, una posibilidad socio-histórica.

Por: Fernando Viviescas M - Arquitecto Urbanista. Asesor del CNMH. Profesor Vinculado al Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional, en Bogotá.

 

Por: Fernando Viviescas M
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