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La Ciudad Universitaria: la vigencia de un Proyecto Moderno

Publicado el Domingo, 09 Agosto 2020, en Divulgación académica, Destacados

Por el brote del SARS-Cov-2, el octogésimo segundo cumpleaños de la apertura a la ciudadanía del Campus de la Universidad Nacional en Bogotá (5 de agosto de 1938) lo encontrará, como todos los espacios públicos del mundo, vacío de sus cuarenta mil mujeres y hombres que cotidianamente lo ocupan en busca de conocimiento, sensibilidad, cultura, arte y ciencia. 

Trazado del Campus de la Universidad Nacional de Colombia

 

Por: Fernando Viviescas M.
Profesor Emérito y Docente del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional, Bogotá.

De acuerdo con una carta dirigida al Presidente que agencian algunos representantes profesorales, albergando al primer centro educativo del país, esta celebración se produce "en una crisis económica muy honda por causa de la pandemia y del déficit acumulado por el modelo de 'autofinanciamiento' creciente".

Sin embargo, tanto su vigencia arquitectónica y urbanística que presenta en el ordenamiento de Bogotá como la pertinencia política y cultural de la acción que desarrolla la institución en la coyuntura actual muestran lo asertivo que fue su articulación al proyecto de Nación moderna que se formuló en los años treinta del siglo pasado.

En un artículo reciente en la revista Nature*, la periodista científica Alexandra Witze singulariza el deterioro de la situación financiera de estas instituciones,  una vez pase la pandemia, como bastante determinante de la eventual continuidad de muchas de las universidades en el mundo

De esta manera se ubica en el orbe el problema fundamental de la financiación de la educación superior -y por extensión la de la investigación científica, la producción de conocimiento y del desarrollo del pensamiento crítico- en un lugar preponderante de la discusión –planteada por las movilizaciones que hoy recorren el espacio público de las metrópolis del orbe- sobre el tipo de sociedad que habrá que construir  una vez superemos la pandemia o, mucho más probable, hayamos aceptado que tenemos que convivir con ella.

Y de forma más esencial, no sólo de la financiación de tales centros de conocimiento sino de la calidad estructural de la relación universidad-sociedad.

Hoy es evidente la precariedad tanto de los medios experimentales y productivos para producir una vacuna que elimine el virus con la debida celeridad e idoneidad como de los acuerdos infraestructurales que debieran garantizar su distribución democrática en el mundo, debido, fundamentalmente, a que el neoliberalismo prevaleciente fue dejando a la investigación científica y a la misma educación sin recursos financieros y, últimamente, está minando la credibilidad y la eficacia de aquellos organismos internacionales que, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), pudieran liderar dicha entrega.

Esta circunstancia pone en primerísimo lugar la necesidad inaplazable de restablecer –o, como en el caso colombiano, de establecer verdaderamente- una relación seria y responsable entre la universidad y la sociedad pues esta no puede quedar reducida en ninguna parte a la que se materializa con la matrícula de los discentes.

Según Witze, algunos investigadores sostienen que esta circunstancia puede llevar a las universidades y a las agencias de financiación a privilegiar proyectos de investigación y de infraestructura que sean relevantes para los intereses y el desarrollo de los países y pone como ejemplo que "el gobierno del Reino Unido está estableciendo un grupo sostenible de trabajo que tiene como objetivo evaluar proyectos de investigación en todas las universidades  con miras a planificar el futuro del país a largo plazo".

Desde el punto de vista de las ciudades, que es donde vive la gran mayoría de la población, el horizonte político y cognitivo que abre una perspectiva de relacionamiento como ésta tiene una enorme significación. En los últimos cien años, la imaginación y el trabajo humanos han producido esas inmensas complejidades socioeconómicas que son las metrópolis del siglo XXI las cuales, por las mismas razones de su existencia, se han constituido en las mayores instituciones demandantes de conocimiento de nuestra historia.

Es esa demanda de investigación, de experimentación y de modelación la que construye un dramático escenario en el cual la pregunta por el destino de la universidad como institución alcanza un horizonte existencial, pues ya no puede limitarse a la respuesta que pueda dar con respecto a la superación del COVID-19: la cuestión empieza a comprometer su visión en torno al examen, el análisis crítico y la eventual solución al tipo de sociedad que debe construirse a partir de ahora.

Racismo, chovinismo, discriminación, machismo; profunda concentración de la riqueza, desigualdad extrema, precarización del empleo y extensión del trabajo informal; segregación socio-espacial urbana y regional; exclusiones masivas del servicio médico y profundización del riesgo para la salud; persistencia estructural de la producción y el consumo que profundizan el calentamiento global; costos crecientes y excluyentes de la educación, limitaciones financieras a la investigación científica, etc. son todas situaciones que han empezado a llenar el arco de reivindicaciones con las cuales se han visto convocadas las multitudes urbanas del mundo entero.

Por estas mismas circunstancias, esos fenómenos van a continuar llenado los marcos programáticos y activistas de las organizaciones políticas y a determinar el direccionamiento de las propuestas de gobernabilidad que, con ellos y con respecto a ellos, se van a construir para proponer a las ciudadanías de todo el orbe.

De la misma manera, ese abigarrado grupo de fenómenos, problemáticas, procesos y confrontaciones funcionando al mismo tiempo –y determinando el diario vivir y las perspectivas estratégicas de las multitudes de las metrópolis contemporáneas- configura el escenario que lo convierte en el objeto de estudio más complejo que se haya podido constituir en el orbe y, por ende, en el entorno de actuación por excelencia de las universidades y las agencias de financiamiento cuando, como lo presumen los investigadores que menciona la profesora Witze en su artículo, "pasada la pandemia, salgan a buscar  financiamiento mediante el tratamiento e investigación de proyectos e infraestructuras que  sean relevantes para el desarrollo nacional y local".

Con lo cual volvemos a la pertinencia de la inauguración del Campus de la Universidad hace 82 años, pues la construcción de esa parte del territorio urbano no solo buscaba conscientemente incentivar y dinamizar el crecimiento de la aldea bogotana hacia el occidente, para construir la metrópoli que efectivamente se constituyó en la Sabana, sino que su ordenamiento espacial y urbanístico con sus nuevo lenguaje además de cualificar el funcionamiento universitario propiciaba la posibilidad de la financiación misma de la universidad.

Y por eso retumban las palabras pronunciadas por quienes trabajaron para reinstitucionalizar la Universidad hace más de ochenta años por boca de uno de los integrantes de esos grupos, el Dr. Luis de Zulueta:

"¿Qué debe ser hoy la Universidad? ¿Cuál es su verdadera misión en nuestros tiempos?... No sólo los hombres de ciencia o los profesionales salidos de sus aulas, sino las grandes masas ciudadanas se plantean ya el problema de la universidad…” una de cuyas principales “funciones sería la de influir en toda la vida social, extendiendo a la colectividad entera, en la medida de lo posible, el fruto de las tareas universitarias. La Universidad sería entonces la autoridad científica de la Ciudad. La inspiraría, la ilustraría, le aconsejaría mejoras culturales y sociales".**

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    *Alexandra Witze, "Universities will never be the same after the coronavirus crisis", Nature 582, 01, June 2020, p.162-164. https://www.nature.com/articles/d41586-020-01518-y?utm_source=Nature+Briefing&utm_campaign=32981e1f33-briefing-dy-20200601&utm_medium=email&utm_term=0_c9dfd39373-32981e1f33-45097862

    **Luis de Zulueta, “La Universidad en el siglo XX”, Revista de las Indias, Volumen 1, No. 6, Julio de 1937, pag. 28.

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

     

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