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El Estado Islámico: de la pesadilla a la realidad

Publicado el Jueves, 11 Junio 2015, en Divulgación académica

Artículo publicado por el profesor del IEU, Carlos Alberto Patiño, en Razón Pública.

Bandera oficial del EI.
Bandera oficial del EI.

Las estrategias contra esta organización despiadada han fracasado, y la madeja de alianzas contradictorias hace menos probable su derrota. ¿Está llegando el momento de reconocer al califato como un Estado igual a los demás Estados?

El califato

Entre finales de junio y comienzos de julio del año pasado surgió un califato proclamado por la organización “Estado Islámico” en los territorios del casi colapsado Estado sirio. Esta organización se había presentado antes como “Estado Islámico de Irak y el Levante”, o como “Daesh”, su nombre en árabe. La proclamación de este califato tuvo tres características sumamente preocupantes:

1.  El nuevo califato proclamó la ilegitimidad y la ilegalidad de las monarquías y regímenes políticos existentes en todo el mundo musulmán.

2.  Crear el califato implicaba una nueva realidad política, que desafiaba abiertamente  el orden internacional construido por las potencias occidentales en la región tras la Primera Guerra Mundial y, específicamente, desde la aparición de los Estados y fronteras creados mediante el Acuerdo Sykes-Picot.

3.  El Estado Islámico llegó para imponer un modelo social de inspiración salafista a través de la remodelación radical, incluso bárbara, y apelando a la limpieza étnico-religiosa. Con ello busca consolidar una sociedad sunita, donde el Islam se imponga  sin la amenaza de una sociedad pluralista que pueda incluir a comunidades chiitas o cristianas.

La proclamación de este califato tuvo una característica llamativa: el uso de medios masivos de comunicación, como la televisión y, especialmente, el internet, para difundir videos y revistas electrónicas. El uso intensivo de los medios de comunicación busca  consolidar la nueva sociedad y reclutar nuevos adeptos de origen occidental. Para ello se difunden textos en distintos idiomas, especialmente inglés, alemán, francés, ruso, e incluso español, además por supuesto del árabe.

 

El Estado Islámico y los Talibán

Las acciones del Daesh son sustancialmente distintas de las del régimen  talibán, que se impuso en Afganistán entre 1994 y finales de 2001 y donde predominó el rechazo radical de las nuevas tecnologías de comunicación y de los procesos de modernización, como la construcción de carreteras, redes eléctricas, instalaciones sanitarias o infraestructuras educativas.

Eso sí, el Estado Islámico comparte con los talibanes y con los grupos radicales islamistas su intención de borrar el pasado destruyendo grandes museos y piezas arqueológicas invaluables y de gran importancia para la humanidad. El Daesh causó una gran alerta internacional cuando destruyó piezas arqueológicas y museos en Jorsabad y Mosul, tal como sucedió con los Talibán cuando destruyeron las estatuas de Buda en Bamiyán. Igual que en ese entonces, la ONU condenó con dureza estas destrucciones. Sin embargo, hasta el momento, el Estado Islámico se ha abstenido de destruir piezas valiosas en la recientemente conquistada ciudad de Palmyra, arrebatada a las fuerzas de Bashar Al-Assat en Siria. En todo caso, la destrucción del pasado cultural no islámico no es nueva y ha sido una acción frecuente por parte de grupos radicales y no radicales, como muestra el novelista V. S. Naipul en su libro Entre creyentes.

 

Estado de terror

El Daesh está construyendo un Estado mediante una estrategia terrorista esto es, mediante   una guerra despiadada que incluye ceremonias de decapitación de sus enemigos, entre quienes se cuentan los musulmanes chiitas, los sunitas que se les opongan, los kurdos, los periodistas occidentales, las minorías religiosas y los cristianos.

Parte fundamental de esa estrategia es la propaganda del terror, que se hace a través de internet, con videos de muy alta calidad, con excelentes tiros de cámara, una musicalización de buena factura y con mensajes directos. Esta propaganda se basa en la exaltación del terror como amenaza y al mismo tiempo como medio de reclutamiento.

La táctica terrorista se complementa con la limpieza étnica, el desplazamiento masivo de aquellos que no acatan las exigencias de incorporación social o el casamiento obligatorio de las jóvenes solteras con los combatientes del Estado Islámico.

Es más: uno de los aspectos  más preocupantes del Estado Islámico es su influencia sobre otros grupos terroristas, entre los cuales figuran el letal Boko Haram, en Nigeria y varias de las facciones que luchan por el poder dentro de Libia.

Hay sin embargo que tener en cuenta  que uno de los enemigos más radicales del Estado Islámico es un grupo también calificado como terrorista por Occidente, el Hezbolah, grupo armado que representa la política iraní.

 

¿Un nuevo Estado?

La estrategia de crear un Estado Islámico se ha consolidado mediante el cobro de impuestos, la imposición de un sistema de justicia, intervenciones urbanas para mejorar los servicios públicos y el ornato de las ciudades, así como redes de abastecimiento de alimentos, salud y educación.

Esta construcción de un Estado en nombre de una interpretación radical de la religión, usando medios modernos para reproducir una sociedad pre-moderna que promete otorgar equilibrio y paz bajo un ideal salafista, está poniendo en aprietos al orden internacional construido por el mundo occidental.

En este momento la pregunta que empieza a sopesarse es si se hará necesario reconocer a  este nuevo Estado, que se ha erigido de facto y a través de un procedimiento bastante clásico de construcción de Estado. El problema radica en que esta vez no se trataría de un Estado creado por un grupo insurgente o por un ejército tras una guerra convencional, sino por un grupo terrorista que, además, ve en la guerra un mecanismo de integración social y la forma de medir la valía de los hombres jóvenes.

La opción de reconocer al Estado Islámico surge porque, hasta ahora, ha fracasado la estrategia occidental de contención y eliminación del Daesh. Esta guerra se ha basado en el modelo diseñado por el Pentágono, que subraya la superioridad aérea. Las acciones en tierra se han confiado al desmotivado ejército iraquí y a las unidades peshmergas de los kurdos - incluidos combatientes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)-.

Pero las unidades terrestres tendrían que incluir al único ejército con la motivación suficiente y el armamento necesario para enfrentarse y derrotar a los combatientes del Estado Islámico: el Ejército iraní. En este contexto, Estados Unidos enfrenta otras dos complicaciones:

1.  Tras su retiro de Irak en 2011, declarando la victoria y suponiendo que dejaba un Estado en pie, en 2014 Estados Unidos tuvo que regresar a la guerra en este país.  

2.  La lucha contra el Estado Islámico hace más urgente que nunca un acuerdo nuclear con Irán. Sin embargo, si se hace esto se acentuaría la desavenencia del régimen de Arabia Saudita, que dejó en claro su desacuerdo con la política de la Casa Blanca cuando, a mediados de mayo, se canceló la presencia del rey Salman bin Abdulaziz en una cumbre entre los dos países y las monarquías del Golfo Pérsico.

 

Un Estado en expansión

El intento de presentar a los dirigentes del Estado Islámico como bárbaros ha quedado desacreditado, entre otras razones porque uno de los pocos datos que se conocen sobre el autoproclamado califa Abu Bakr Al Bagdadí es que tiene un doctorado en Estudios Islámicos de la Universidad de Bagdad.

Al Bagdadí ha demostrado ser mucho más pragmático que la dirigencia de Al Qaeda, grupo al cual perteneció y con el cual rompió para recuperar la herencia de Al Zarqawi en lo que había del grupo de Tawhid al Yihad. Es un dirigente moderno que supera con creces a los tribales y ensimismados Talibán, quienes no solo rechazaron las tecnologías modernas sino establecer relaciones diplomáticas con otros Estados.

El Estado Islámico parece mostrar progresos serios y sostenidos sobre el terreno, y ahora busca expandir sus fronteras para dar forma a su califato histórico, lo cual se alcanzaría cuando conquiste Bagdad, algo que parece factible para muchos.

En todo caso el Estado Islámico es una pesadilla creciente para el mundo occidental y una amenaza severa para el orden internacional vigente. No hay solución a la vista y hasta ahora han fracasado las opciones para ponerle fin a esta pesadilla.

  • Referencia bibliográfica: Razón Pública (2015, junio 8). El Estado Islámico: de la pesadilla a la realidad. Recuperado desde http://www.razonpublica.com/index.php/internacional-temas-32/8503-el-estado-islámico-de-la-pesadilla-a-la-realidad.htm

    Imagen. By Yo (Own work) ublic domain], vía Wikimedia Commons https://commons.wikimedia.org/wiki/File%3AAQMI_Flag.svg

    • Etiquetas: Estado Islámico, Islam, Razón Pública, Terrorismo
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