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“En Bogotá aumentó en un 30% el consumo de sustancias psicoactivas y se disminuyó la edad de inicio”. Andrés Nieto, a propósito del negocio del microtráfico en Bogotá

Publicado el Domingo, 04 Diciembre 2022, en Divulgación académica, Destacados

La seguridad es uno de los indicadores que más preocupa a Bogotá. El microtráfico, uno de los fenómenos que más incide en esta situación. El IEU-UNAL dialogó con el investigador Andrés Nieto, profesor de la Universidad Central, sobre las implicaciones del fenómeno en la capital del país.

¿Estamos ante un aumento del microtráfico en Bogotá?

Para analizar lo que está sucediendo en términos de seguridad en Bogotá y con los indicadores que preocupan, hay que tener en cuenta tres variables. La primera es que tras la pandemia y las condiciones de aislamiento las dinámicas cambiaron y se transformó la forma de delinquir, distribuir la droga, realizar negocios irregulares y obtener rentas ilícitas y delincuenciales.

La segunda es que la distribución de droga se especializó y ahora se hace a domicilio, con mano blanca y se distribuyen más de 40 tipos de sustancias psicoactivas. Esto es fundamental porque el país no puede seguir con la mirada de los años 80, donde las únicas drogas que se tenían en el radar como problemática eran la marihuana, el bazuco y la cocaína. 

La tercera, es que según la última encuesta del sector salud, aumentó en un 30% el consumo de sustancias psicoactivas en Bogotá y se disminuyó la edad de inicio, que se ubicó en 6.5 años. No se puede pensar que el problema es el consumo, por el contrario es la distribución, aquella banda delincuencial que tiene ganancias. 

¿Qué tipo de organizaciones criminales operan el microtráfico en la ciudad?

Según el último informe de la Fiscalía en términos del inventario criminal o delincuencial, en la ciudad hay más de 370 bandas operando. De estas, el 30% están relacionadas con actividades de microtráfico y las otras, si bien no lo hacen de forma directa, tienen lo que se conoce como telaraña delincuencial o el proceso del outsourcing criminal.

Las bandas delincuenciales cada vez se especializan más, no se trata del ladrón de a pie o el pequeño jíbaro. Estamos hablando de grandes distribuciones en microdosis en simultánea en toda la ciudad y de bandas que se especializan en el hurto, las lesiones y amenazas.

Esto nos lleva a pensar que el microtráfico es una de las rentas delincuenciales con mayor ganancia en el país y la ciudad. Se relaciona con otros delitos como las extorsiones, las amenazas y el control de ciertas zonas comerciales que van desde la venta de espacio público hasta otro tipo de situaciones para la gobernanza delincuencial.

Ya no hablamos de individuos sino de organizaciones que tienen una estructura logística, organizativa y una especialidad. El microtráfico en la ciudad lo podemos mirar en retrospectiva. Tenemos el caso de alias “Camilo”, quien era un personaje que llevaba más de 38 años delinquiendo con una estructura que tenía el poder de 200 ollas en Kennedy, Fontibón, Engativá y Bosa, es decir, todo el occidente. Adicionalmente, se disputaba esos espacios con otras estructuras como “los paisas” o “las gordas”.

Esto lo que ha logrado es que sean diferentes bandas en distintos puntos de la ciudad, las que están buscando quedarse con el negocio. Ya no se trata de la olla fija sino de la olla móvil y de los mercados que se dinamizan por medio de redes sociales. 

¿Qué estrategías o políticas está implementando el distrito para atacar estas bandas?

Para el año 2021 se tuvo el mejor índice de desarticulación de bandas de los últimos 15 años llegando a desarticular una banda cada día y tres horas. Se lograron dar golpes duros como el de alias “Camilo”, “el rey”, “masacre”, “las gordas” y “los paisas”, que se encargaban de la distribución de drogas en los barrios, los parques y entornos escolares.

El problema es que se puede llegar a desarticular todas las bandas que hoy se dedican al microtráfico, pero mientras sea un mercado rentable para los delincuentes, van a estructurarse otras. También puede pasar lo que hoy se ve, que son los llamados ajustes de cuentas para saldar deudas de honor o para tener el control de las ollas o líneas de distribución.

Para esto es fundamental que el gobierno nacional, en este nuevo concepto de seguridad humana, pueda plantear cuál es la mirada contra el narcotráfico y contra el microtráfico que debe quitar la atención del consumidor para pasar al delincuente.

 ¿Se está realizando algún trabajo con la nación o los municipios vecinos, especialmente con Soacha, para contrarrestar el fenómeno?

Hoy hay un plan especial de seguridad: El Plan Integral de Seguridad y Convivencia Ciudadana Regional, que establece las estrategias mancomunadas entre Bogotá y especialmente los 12 municipios en los que tiene incidencia por borde. Además, un anillo ampliado de 23 municipios que pueden llegar conexiones ya sea por ser rutas de ingresos o salidas de drogas o cualquier otro tipo de delincuencia.

Hay que poner en el balance el tema de la Defensoría con la última alerta. En este se informa que hay seis líneas de distribución desde otros departamentos hacia Bogotá, aclarando que en la capital no hay producción de droga sino que llega a la ciudad por ser una gran plaza para sacarla del país y distribuirla en microdosis.

Ese plan integral es lo que ha permitido entre Soacha y Bogotá, en los últimos tres años, desarticular más de 20 bandas que imponían el terror en esas fronteras invisibles. La situación es distinta con otros municipios como Mosquera, Chía o Cota donde aún se notan los límites. 

Después de las operaciones del Cartucho y el Bronx, ¿es posible identificar nuevos espacios de concentración de expendio de estupefacientes? ¿Qué ha sucedido con los grupos que hacían presencia en estos lugares y así mismo con los consumidores que solían acudir a dichos espacios?

En el tema de los “Sayayines”, la discusión entre Gancho Mosco y Gancho Homero, terminó por desplazarse a otros puntos de la ciudad como María Paz, San Cristóbal, el límite entre Usme y Rafael Uribe Uribe en el punto de Diana Turbay y Alfonso López, también en el centro de la ciudad.

La intervención al no tener una mirada de desarticulación de bandas y no solo de recuperación del espacio lo que hizo fue atomizar a diferentes ganchos que terminaron por crear nuevas ollas, o intentar disputar las ya existentes. Esta es una de las hipótesis que han defendido las autoridades en medio de las investigaciones y es que, por ejemplo, los descuartizados son víctimas de los ajustes de cuentas entre diferentes estructuras delincuenciales.

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    Realizada por: Claudia Sànchez Rivera y Milton Medina Àngel

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

    • Etiquetas: Bogotà, Consumo, Microtràfico
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