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El Manual del Espacio Público para Bogotá - 2023

Publicado el Lunes, 07 Agosto 2023, en Divulgación académica, Destacados

Acaba de salir el nuevo Manual del Espacio Público, que significa un real avance en la construcción de nuestro espacio público. Sin embargo, después de años de práctica en este campo, hago algunas anotaciones para seguir reflexionándolo y, ojalá, lograr uno cada vez más apropiado y real. Miro pues (A) su sentido político, (B) el ideal planteado y (C) algunas experiencias sobre nuestra realidad.

Escrito por:
**Carlos Niño Murcia

A. El Espacio público
En la ciudad los monumentos acogen y representan las instituciones de la polis - el gobierno, el rito, el comercio, la producción y la recreación colectiva -, en tanto que las viviendas son el terreno de lo privado, de la familia y el reposo. Pero es en el espacio público donde se da la transición de la res privata a la res publica - para decirlo con Hannah Arendt -, y por tanto es el lugar primordial de la sociedad y la política.

En un país tercermundista el espacio público es aún más el ámbito de la vida urbana, allí se dan las batallas cotidianas por la supervivencia: comercios de todo tipo, rebusques, trueques monetarios y sociales, transacciones y manifestaciones de saberes y culturas, amores y deseos, poderes y violencia. Sin embargo, no hemos pensado lo suficiente nuestro espacio público, y de manera concreta y propia; ese territorio de carencias, de transporte informal, de vendedores ambulantes, de barriadas de invasión, de lujos y pobrezas, casi siempre segregados, y muy vigilados los elegantes.

Si no se diera la informalidad y la venta o el taller callejero, el hambre acosaría aún más a la mitad de la población. Pero tampoco hemos sido capaces de distinguir entre el control sensato del andén, la calle y el parque, en nuestra condición subdesarrollada, y lo que ya es anarquía, abuso y hasta explotación mafiosa del espacio público.

B El Espacio ideal
El Manual del Espacio Público (2023) es un tratado muy completo, y bellamente ilustrado, que traza un ideal por alcanzar, y que ojalá algún día sea corriente en nuestras ciudades. Tuvimos la cartilla de 1988, destinada al centro histórico; la de 1993, realizada en el taller de espacio público; después una enfocada en los andenes -1998- y otra en los parques -2004-, que fueron actualizadas en 2007, 2015 y 2018, más la de 2019 que revisó el mobiliario. Con respecto a esas cartillas el nuevo manual señala que propiciaron poca variedad en el diseño e inflexibilidad, demasiado endurecimiento y falta de permeabilidad en el suelo, además de desconexión con el contexto. (p15)

Entonces se plantea este Manual como una visión integral sobre los factores y elementos del EP, como un buen curso de diseño (p41) o metodología integral (p6) que considera las oportunidades, el contexto físico, las variables de movilidad, las variables de actividad y las tipologías del EP; para considerar los flujos de la multiplicidad de actores: peatones, ciclas, buses, camiones y autos privados en la ciudad. Se estructura en ocho capítulos: antecedentes, enfoques, criterios de diseño, elementos del diseño, el espacio público como sistema -una caja de herramientas-, la metodología de diseño como análisis territorial previo y algunos ejemplos genéricos. Todo entrecruzado con una trama de cuatro hilos, o criterios: conectividad ambiental, accesibilidad, vitalidad y seguridad. (p55-57)

Brinda un catálogo de elementos al diseñador, o a la instancia que lo aprueba, para lo cual considera posibilidades diferentes para la circulación peatonal (CP), paisajismo y resiliencia urbanas (PR), ciclo infraestructura (CI), transporte público (TP), vehicular mixta (VM) y áreas privadas afectas al espacio público (APAUP), más sus combinaciones respectivas. (p43, 121) Por ejemplo, en los parques define varios tipos: parque contemplativo, lúdico, cultural, deportivo, zona verde. (p110)

Hay positivas consideraciones sobre la biodiversidad urbana: aire, fauna, agua, renaturalización, incremento de la cobertura vegetal y del árbol, la permeabilidad del suelo, para lograr la continuidad ambiental, o sea la naturaleza integrada a ese artefacto humano por excelencia que es la ciudad. Y, por primera vez, se plantean los vínculos con el territorio rural y regional (p30), además de integrar los patrimonios rural, inmaterial y natural. El Manual reconoce los diversos actores que circulan: peatones, bicicletas, el transporte público, el llamado mixto privado, o el abasto, los servicios y la descarga, distinguiendo las áreas privadas afectas al uso público. Asimismo considera el componente ancestral, de juegos, de permanencia y descanso, deporte, eventos al aire libre, ecológico. Y piensa, aunque de manera vaga, en la señalización y el sistema pedodáctil para la discapacidad motriz o visual, en los componentes espaciales para peatones y encuentros, en las franjas funcionales para la movilidad, todo con criterio de ergociudad, o sea en la consideración del cuerpo humano, de nuestro fenotipo y costumbres.

Es un manual serio y detallado, muy bien ilustrado, pero no tiene detalles especificados, sólo pautas generales, y eso puede faltar, al menos como ejemplo; aspecto que sí tuvieron cartillas anteriores. Se añora ver el detalle del vado, la esquina, la cebra, el alcorque, el banco, el bebedero, el farol, el mobiliario, la caneca, el paradero, la señal o el módulo del andén. Quizás se asume que eso lo tenían los manuales previos, o se suprime ante las críticas de que así toda la ciudad quedaría igual, y no se abre campo para la creatividad: baldosas, toperoles, bordillos, cenefas, rampas de garaje, todo predefinido... Pero eso no estaba mal, pues nos evitaba el caos donde cada uno hace lo que bien le parece, donde el trámite se hace aún más incierto. El espacio público no es campo para la imaginación desbordada o de autor sino, un lugar neutro y funcional pero bien diseñado.

C El Espacio real

La Carrera Séptima en domingo

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 1 y 2. La Carrera Séptima en domingo
 

Al confrontar el manual y nuestra cruda realidad, en la ciudad entera, uno piensa en las calles de nuestras ciudades o pueblos, en los paraderos del bus, los alrededores del mercado, los sanandresitos y las zonas comerciales populares, y extraña que en aquel documento aún no late el pueblo y su idiosincrasia. Se peatonalizó la carrera Séptima en el centro, y se la hizo según el manual vigente, pero ahora, sobre todo los domingos, es un bazar desordenado y caótico. Es un buen manual para diseñadores y funcionarios, pero qué hacer en una ciudad donde las redes existentes son una verdadera caja de pandora, que al destapar el andén abruma la confusión de tubos y cables; o donde se debe resolver una esquina que tiene 5 ó 10 tapas de redes a diferentes niveles y en desorden; o muchas redes de servicios en la franja PR, que impiden la arborización.

Una ciudad en que las casas y edificios preexistentes no siguen un orden ni un nivel común, lo que hace imposible lograr la continuidad del andén; o donde los vecinos prefieren que un canal permanezca enmallado y cerrado para que no entre la población y, según ellos, la delincuencia. Donde, por ejemplo, los locales invaden para su beneficio el espacio público, o las motos se niegan a respetar toda norma de tránsito y convivencia. Por lo general la gente hace el andén como quiere y puede, y prolonga su casa como le da la gana y privatiza el andén y lo ocupa o encierra, y los transeúntes deben andar por la berma, única superficie continua y caminable,donde predomina la falta de control y muchas veces se asume que las violaciones a la norma se quedaron así; donde no hay mantenimiento, y donde se puede hacer un andén correcto, pero pronto se levanta una baldosa y no se la repara nunca, y así se siguen levantando las demás.

En una ciudad sin coordinación entre los 20 ó 30 factores que determinan el espacio público, sobre todo las empresas de servicios, donde el trámite se vuelve un viacrucis interminable; donde un funcionario desconoce de un plumazo un proyecto paisajístico y decide qué especies sembrar. Es difícil que alguien coordine los diferentes asuntos y problemas, los variados e intensos flujos que se entrecruzan en la ciudad, más aún cuando se producen cambios de gobierno y hay que replantear, pues cada administración rechaza lo de la precedente y como Adán quiere recomenzar el mundo; y a ella el siguiente gobierno le paga con la misma moneda. No todo lo puede abordar o solucionar un Manual, pero es necesario sumergirnos más en la realidad, nos falta disciplina como sociedad, eficiencia como gobierno, solidaridad como comunidad, realidad como pensadores; estamos lejos de lograr una democracia, y esa brega debe continuar, y en ella un elemento crucial es un espacio público libre, amigable, plural y democrático.

Ver el manual aquí

 Accesos a los garajes y al edificio

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    **Arquitecto, profesor pensionado de la Universidad Nacional de Colombia

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

    • Etiquetas: Bogotá, ciudades, espacio, público
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