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Con la intervención del Bronx no terminaron los problemas, fueron "distribuidos equitativamente en toda la ciudad"

Publicado el Martes, 13 Diciembre 2016, en Divulgación académica

La intervención del Bronx debía ser producto de un plan claro de atención a los habitantes de calle y las estrategias de seguridad para controlar el consumo de SPA

Foto: CreativeCommons.Flickr/Fernando Garcia

El fenómeno criminal urbano es un común denominador en algunas de las ciudades de América Latina, en Colombia, quizá ha sido uno de los desafíos más grandes para la gobernabilidad. Y es que son precisamente los microespacios que concentran una proporción muy grande del crimen, uno de los principales detractores que deben enfrentar las autoridades a la hora de combatir la violencia y la criminalidad en las ciudades.

Delitos tales como lesiones personales, extorsión, hurto, entre otros, ponen sobre la mesa la debilidad en materia de política pública del control de los factores de violencia. Evocar estos factores remonta a los ciudadanos de la capital a un escenario específico y con nombre propio, “El Bronx”, ya que es tal vez una radiografía palpable de lo que el crimen ha llegado a representar en una ciudad y el dominio de una parte específica del territorio en donde parece no haber ni Dios ni ley.

El Distrito en coordinación con otras autoridades, intervino hace seis meses la zona del Bronx en el Centro de la capital del país. Se evidenció después de la intervención una serie de hechos que dejaron perplejos a los ciudadanos, como si el desconocimiento de los mismos obviara que es una situación que viene de tiempo atrás, replicado en otras zonas de la ciudad e incluso en muchas de las ciudades de Colombia.

Después de la intervención se generaron opiniones a favor y en contra de tal acción, algunos aplaudían el hecho de acabar con un macroexpendio de droga, y otros, cuestionaban que el alcalde Enrique Peñalosa no tuviera un plan de acción integral para los habitantes de la calle que salieron del Bronx a dispersarse por otras zonas de la ciudad generando mayores índices de inseguridad. De acuerdo al profesor de la Universidad central e Investigador en temas de geografía del conflicto, Johan Avendaño, los habitantes de la calle comenzaron una reconfiguración de su hábitat fuera de su zona de confort, “la intervención en el Bronx seguramente nadie la puede poner en tela de juicio por lo que significa este enclave, sin embargo, se mantiene el problema de confundir el consumo problemático de sustancias psicoactivas y la habitabilidad en calle, con las redes de expendio. Si no se diferencian estos dos aspectos, las acciones de atención tampoco se podrán diferenciar. El tema de las redes de expendio no se atacó ni fue desaparecido con la intervención, pues lo único que ha pasado es que los líderes, que poco han sido judicializados, empezaron a fortalecer otro tipo de redes, como los casos en Patio Bonito, Rincón de Suba, incluso hasta en el municipio de Soacha, en donde los profesores de los colegios han denunciado la llegada de los denominados Sayayines a la zona de Altos de Cazucá”, en últimas se evidenció la improvisación de la medida ya que no hay resultados judiciales ni una configuración de acción integral, así lo afirmó el profesor Avendaño.

Con respecto a las formas de atención implementadas por el Distrito el profesor argumenta que “es paradójico y contradictorio que esta administración critique las medidas asistencialistas propias de las tres administraciones pasadas, y al final hubiese recaído en las mismas, con la diferencia que las medidas recientes son altamente superficiales, ausentes de conceptualización de políticas públicas.

Enrique Peñalosa cerró los Centros de Atención Médica a Drogodependientes –CAMAD-, que era el servicio médico abierto para atender a este tipo de poblaciones dadas sus características; pero al tener la proliferación de los habitantes de la calle por toda la ciudad, la Secretaría de Salud y de Integración Social, se vieron en la necesidad de volver a abrir otra vez el programa, pero ya no con el nombre de CAMAD, y tampoco con los profesionales que se tenían capacitados. La atención netamente asistencialista, ha consistido en ofrecer lugares para baño y alimentación, pero no hay un seguimiento de su condición médica de consumidores problemáticos, que es el trasfondo de la situación, pues al ser drogodependientes, ellos necesitan no solo un proceso de "limpieza", sino un tratamiento de acompañamiento permanente para iniciar con la desintoxicación, la puesta en marcha de estudios para empezar a sustituir el consumo de sustancias por otros que les permita controlar sus síndromes de ansiedad”.

También afirma que la problemática del consumo ha ido en aumento y se ha agudizado, “por ejemplo, ya no se puede hablar del expendedor tradicional en parques o esquinas, sino que las redes sociales se han convertido en el canal por donde los consumidores acceden con total facilidad, evitando poner en evidencia a la red. Lo complejo es que las autoridades pareciese que siempre están dos pasos atrás de las modificaciones que el mercado da”.

Ante esta problemática se ha mencionado en repetidas ocasiones sí la legalización de las drogas es la solución al problema, el experto opina que puede ser un camino, pero debe estar soportado fuertemente en un trabajo cultural y de educación. “Debe haber un compromiso de fondo al respecto tanto por parte de las autoridades, los medios de comunicación, las familias, y las instituciones educativas; ha de ser un trabajo conjunto pues el problema es real y muy crítico. Hay que dejar de lado la estigmatización y hablar claro y de frente al respecto, reconocerlo como un problema de salud pública, en donde se necesitan profesionales del área de la salud especializados en la atención psicológica, médica y familiar. Pero creo que Colombia aún no está preparado para ello, aún hay muchos prejuicios y desde ese tamiz es imposible reconocer que hay un problema, y por ende, las posibles soluciones”.

Finalmente, un aspecto que cobró relevancia después del desalojo de los autores de las redes criminales y los habitantes de calle fue el de la renovación urbana, el profesor Avendaño comenta que más allá del problema de los habitantes de calle, las redes de prostitución, tráfico y consumo, “lo que realmente importa a la alcaldía es la renovación de un sector estratégico del centro de la ciudad, con altos valores del suelo y con un potencial comercial muy alto, con lo que se generaría una plusvalía de dichos predios al ser destruidos y vendidos con usos más rentables. La pregunta que queda es ¿sí esta medida va a fracasar tal como ocurrió como el Cartucho y el Parque Tercer Milenio?, que en su época se justificó exactamente con los mismos argumentos que hoy”.

  • Boletín escrito para el Observatorio de Gobierno Urbano del IEU. Autor: Andrea Hernández

    • Etiquetas: AGU, Observatorio de Gobierno Urbano
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