De acuerdo con el Ministerio de Hacienda, la ocurrencia de desastres en 2017 fue el contingente más importante para el país representando, aproximadamente, un 5.2% del PIB. Esta cifra considera dos eventos: los de origen sísmico y los asociados al Fenómeno de la Niña.

Las estrategias planteadas responden a los riesgos propios de cada zona, con la propuesta de establecer una combinación óptima de diferentes instrumentos financieros para las actividades posdesastre. De acuerdo con este Ministerio, las tres estrategias consideran la identificación y conocimiento del riesgo fiscal debido a la ocurrencia de desastres; la gestión de instrumentos financieros para la gestión del riesgo y el aseguramiento del riesgo catastrófico de los activos públicos.

“Más allá de los ahorros fiscales que puedan generar estas estrategias para los territorios y el país, estamos pensando en la necesidad que las regiones tengan capacidad de acción oportuna ante estos eventos inesperados, minimizar los impactos, mitigar riesgos futuros y lo más importante, salvar vidas”, afirmó el MinHacienda, Alberto Carrasquilla.

Según declaraciones de Germán Ribero, director de la Unidad Administrativa Especial de Gestión del Riesgo de Desastres (Uaegrd) de Cundinamarca, “el primer paso es el levantamiento de un inventario de los bienes que tengan un aseguramiento deficiente. Una vez establecida la vulnerabilidad del territorio, por parte del Banco Mundial, aspiramos a contar con un crédito contingente cercano a los US$50 millones para la atención ante cualquier eventualidad que se presente”, explicó.

En consecuencia, estas tres regiones colombianas serán las pioneras a nivel mundial en implementar estrategias específicas para busca reducir los posibles riesgos financieros, al promover tanto el acceso a fondos inmediatos, posterior a la ocurrencia del desastre, para atender la emergencia y la rehabilitación de manera oportuna e iniciar los programas de atención social, como para la fase de reconstrucción.