Según el informe del  Instituto Distrital de Recreación Deporte (IDRD), en esta actividad participaron más de dos millones de personas, sin embargo, mientras para algunos ciudadanos estos escenarios son gratamente valorados, para otro tanto solo sirven para colapsar la ciudad y sus vías principales.

Al respecto, el Observatorio de Gobierno Urbano del Instituto de Estudios Urbanos consultó a dos expertos en movilidad, quienes con opiniones diversas dieron sus puntos de vista frente a este tipo de actividades programadas en la ciudad.

Para la Profesora Ana Luis Flechas, Ingeniera de Transportes y Vías, Doctora en Optimización y Explotación de sistemas de Transporte y Docente e Investigadora de la Universidad Nacional, este tipo de actividades no favorecen la movilidad.

En su opinión, “cuando la familia quiere movilziarse en bicicleta, dispone el tiempo para hacerlo en el momento que quiera, las mismas ciudades han configurado dentro de su ordenamiento todas estas facilidades para el uso de la bicicleta; en ciudades como Copenague se usa la bicicleta de manera habitual, no necesita estas jornadas. En el caso de Bogotá son jornadas que se prevén en un día de trabajo, interfiriendo con las actividades múltiples que ya de por sí son tortuosas por los problemas de movilidad que tenemos”, afirmó.

Sin embargo, para el Profesor William Camargo Triana, Ingeniero de Vías y Transporte, especialista en Transporte y candidato a Doctor en Geografía, esta iniciativa que la ciudad ha venido construyendo durante mucho tiempo que implica un cambio de hábitos de movilidad, tiene un impacto indudable en la movilidad.

“Si bien los usuarios deben cambiar esa noche sus desplazamientos y trasladarse a corredores donde colapsan las condiciones habituales de viaje, en la práctica es un ejercicio de generosidad”, expresó. Y se justifica en razón a que, “durante todo el año, descontando los días sin carro y eventualmente los domingos de ciclovía, los 15.700 km están desinados exclusivamente a los vehículos, así que darle por una noche, unas cuantas horas de esa red a los ciclistas, no parece ser significativo en términos del bienestar y el tiempo disponible que tienen los vehículos durante el resto del año”.

Y aunque apresuradamente se puede ver como una actividad de impacto positivo para el medio ambiente, para el profesor este no es del todo cierto. “En la práctica el impacto positivo que la ciclovía genera al medio ambiente es marginal, puesto que el desplazamiento de vehículos igual se va a dar, ya sea más temprano o más tarde”.

Esto inclusive puede generar un impacto mayor, expresó. “Cuando esos vehículos que tienen una red vial más extensa se aglomeran en ciertos corredores y producen congestión vehicular, las velocidades son más bajas y por ende hay mayor emisión de contaminantes”, indicó. Razón por la cual, el impacto ambiental no se ve con la promoción de la ciclovía nocturna sino cuando se logra migrar usuarios de transporte motorizado a la bicicleta o al transporte público.

De otro lado, reconoció que “los ciclistas son muy imprudentes y los ciudadanos todavía no tiene asociado el cuidado por el más vulnerable; la ciudad sigue perdiendo vidas de peatones y ciclistas en un número considerable, por eso se debe insistir en que exista más infraestructura y un aumento de campañas”, finalizó.