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La utilización indebida del poder y la arrogancia son algunas de las causas que llevan a que los ríos de la Sabana, entre ellos el Bogotá, se desborden de su cauce natural y generen inundaciones.

En cuanto al primer caso, dijo Gerardo Ardila, director del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional de Colombia, la utilización indebida del poder es para favorecer intereses privados por encima del interés colectivo y el bien público. “El caso más visible tiene que ver con el río Frío en Chía, donde hace cerca de 10 años el profesor Thomas Van Der Hammen y yo discutimos con los constructores lo referente a las urbanizaciones que estaban haciendo sobre sus linderos y los prevenimos acerca de lo que podría pasar; sin embargo, a ellos les pareció muy costoso no realizar el negocio y esos terrenos se inundaron”, indicó.

La arrogancia, según el especialista, se genera al pensar que mediante obras de ingeniería se puede domesticar a la naturaleza y que con hacer unos jarillones más altos y encerrarlos entre rejas, el río se va sentir prisionero y no se va a desbordar, como se ha hecho en las inmediaciones de la Universidad de La Sabana.

“El río no entiende eso y se ha salido varias veces de su curso. El afluente en esa zona se convirtió en una especie de jeringa que al ser encerrado sale con mucha fuerza y rompe lo que encuentra, por eso no solo se ven afectados los predios de esta universidad sino los del club Guaymaral, donde se cambió el curso de la vertiente para hacer una cancha de golf”, advirtió.
Para el profesor, otro hecho influyente es que se ha concebido al río como un problema o como un obstáculo y no se ha entendido que este es un sistema que genera vida. Lo que se está haciendo permanentemente es tratar de encañonarlo, de meterlo dentro de un tubo, de cerrarlo, de ponerle jarillones altísimos, como en el caso del puente de la virgen entre Cota y Suba.

“Eso nos llevó a convertir el río San Francisco en la Avenida Jiménez (centro de Bogotá) que pasa por encima, lo convertimos en un tubo y lo matamos. Pasan los años y no aprendemos, no vemos la importancia de mantener los ríos como sistemas vivos y como sistemas fundamentales para la existencia de la vida humana, sino lo que pretendemos es secarlos y desaparecerlos. Si fuera por nuestros dirigentes y por nuestra élite, la idea fundamental sería que el río Bogotá no existiera más, porque huele mal, está contaminado y en lugar de hacer acciones para recuperarlo hacemos acciones para esconderlo”, enfatizó Ardila.

La idea de que esta ha sido la época con las mayores inundaciones en la historia de la Sabana no es cierta. De acuerdo con las investigaciones de Ardila, la Sabana de Bogotá fue un gran lago que se secó hace 30 mil años y que dejó un paisaje sucesivo, lleno de pantanos, de chucuas, de humedales que aparecen en las temporadas de lluvias y se retraen durante los periodos más secos.

En opinión del investigador, las personas que habitan esta zona viven en un área pantanosa, abundante en agua, lo cual es una ventaja en el mundo actual, y lo que se está haciendo es un esfuerzo terrible para desecarla y librarla del agua.
Ardila recordó que los Muiscas eran llamados por sus vecinos “la gente del agua”. Ellos desarrollaron una infinita cantidad de sistemas mediante procesos de ingeniería hidráulica e ingeniería de suelos para manejar y cosechar el líquido y aprovecharlo de la mejor manera posible.

“Mostré unas fotografías aéreas de los años 60 sobre unas áreas de Bogotá donde se ve claramente un sistema de canales que hicieron los Muiscas y que les permitía optimizar el recurso eludiendo los impactos de las inundaciones, que eran permanentes. Ello indica que nuestros ancestros ya habían encontrado soluciones al gravísimo problema que implica vivir dentro de un pantano”, aseguró. De esta situación resultaron unos suelos de excelente calidad, quizás de los mejores, no solo de Colombia sino del mundo, en gran parte producto de la ingeniería de los antepasados, dijo.

Lo desastroso es que desde los años 60 se inició un proceso bastante irracional de ocupación de áreas que no debieron ser invadidas, con el único propósito de concretar negocios, y no se pensó en las implicaciones de la ocupación de esas áreas. El río, como sistema, tiene necesidad vital de los espacios que tradicionalmente ha usado y tarde o temprano volverá a ellos, sentenció el profesor.

Fuente: “Los ríos no son un problema, son generadores de vida” En. Agencia de Noticias UN[En línea]. [Consultado el 22 de noviembre de 2011].  Disponible en: www.agenciadenoticias.unal.edu.co/detalle/article/los-rios-no-son-un-problema-son-generadores-de-vida/index.html

 

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