A la capital le hace falta una integración más fluida con sus vecinos, entre ellos Soacha y Chía.

Con 2,5 millones de habitantes más, Bogotá se convertirá en una megaciudad... o no.

Para el Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional, la capital necesita más que llegar a los 10 millones de pobladores para hacerse acreedora de ese título. De hecho, necesita consolidar una verdadera región metropolitana, y para ello le hace falta tener una integración más fluida con sus vecinos: Soacha, Mosquera, Facatativá y Chía, entre otros.

Carlos Alberto Patiño, docente y director del IEU, asegura que Bogotá, “política y administrativamente no tendría cómo responder a las demandas asociadas a los servicios urbanos”.

¿Qué quiere decir? Que falta aún tener un sistema de transporte público que integre a la ciudad con sus vecinos, mejorar el manejo de la seguridad en las zonas de frontera y también el de servicios públicos. Según el experto, es clave hallar maneras para mejorar la gobernabilidad.

Patiño explica que Bogotá no solo debe atender las demandas de sus habitantes, sino además las de los habitantes de esos municipios, donde viven casi 2 millones de personas que trabajan en la ciudad. “Con una población flotante en la ciudad y zonas de impacto, que podría aumentar el número a 12 millones de personas”, señaló.

Ciudad de México, con más de 20 millones de habitantes en su área metropolitana, también tiene retos, ante la autorización para pasar de ser un distrito federal a un estado de la república.

Expedirán una constitución bajo la sombrilla de la carta magna de ese país, para tener una mayor autonomía legislativa, presupuestal y administrativa. No obstante, esto no resuelve el problema de la integración regional con los municipios aledaños, según Jesús Rodríguez Cepeda, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana de México.

Pero Esthela Sotelo, de la misma universidad, tiene la esperanza en el artículo 122 de la constitución nacional que permite crear una ley de coordinación metropolitana y un consejo para ello.

“Esto permite una salida al problema de la fragmentación política. Pero al tiempo hay que tener cuidado con que la figura no se convierta en un botín político por parte de los partidos y fuerzas dominantes”.

Uno de los problemas que Rodríguez le ve a esta falta de coordinación territorial recae en que quienes no viven en el centro urbano de mayor tamaño, pero contribuyen con la oferta de bienes y servicios de las capitales, no tienen ninguna injerencia en la toma de decisiones ni en la democracia de esos territorios.

Fabio Zambrano, también docente del IEU, propone un diálogo entre los diferentes entes territoriales para subsanar inequidades que benefician más a unos que otros en materia de recursos.

Por ejemplo, Sotelo sugiere que las políticas y precios del suelo queden bajo las normas de una autoridad y de las de la especulación inmobiliaria y del mercado.

¿Qué implicaría esto? Una coordinación de los planes de desarrollo de Bogotá y sus municipios cercanos y una planeación conjunta de las inversiones en infraestructura para garantizar la consolidación de una zona metropolitana.

Para los expertos, el mayor enemigo de un plan de esta envergadura son los mismos gobernantes y los partidos políticos, que por celos y disputas de poder no ceden a hacer planes equitativos y justos para las comunidades que se mueven de una zona a otra.

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