El artículo aborda la profunda preocupación por la pérdida de los saberes tradicionales en un mundo cada vez más globalizado y regido por lógicas moderno-occidentales. Estos saberes son cruciales, ya que representan no sólo modos de habitar y las relaciones históricas de los sujetos con los espacios, sino también los medios de sustento desarrollados por varias generaciones. El trabajo tiene como objetivo principal interpretar el proceso de configuración de la territorialidad en el municipio de Pijao, Quindío, a partir de la rica herencia de los saberes tradicionales de sus mujeres rurales.
Pijao, ubicado al sur del departamento del Quindío en la cordillera Central de los Andes, es un municipio predominantemente rural con una economía basada en la agricultura, destacando el cultivo de café, plátanos, aguacate, caña de azúcar, lulo, mora y productos de pancoger. Además de su clasificación rural, forma parte de los municipios más afectados por el conflicto armado en Colombia y por ser parte del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano (PCCC), declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Adicionalmente, Pijao es la primera localidad de América Latina en integrar la red internacional Cittaslow («sin prisa»), lo que subraya su armonía con la naturaleza, sus prácticas culturales locales y su enfoque en la alimentación saludable para asegurar una buena calidad de vida. En este contexto, se conservan muchos de los saberes y oficios tradicionales, transmitidos a lo largo de generaciones.
Los saberes tradicionales son más que simples formas de entretenimiento; son conocimientos profundos que encierran significados, historias ancestrales y rituales que fortalecen la identidad colectiva y el sentido de pertenencia a un lugar. Estos conocimientos poseen varias características fundamentales, incluyendo su dimensión práctica, arraigo cultural, carácter colectivo, origen histórico, dinamismo intergeneracional, valor económico y socioambiental, carácter oral-lingüístico, matriz cultural y la expresión de un derecho colectivo. Sin embargo, la perspectiva hegemónica de desarrollo actual, que prioriza conocimientos asociados con el proyecto STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), ha generado una problemática al desconectar a las nuevas generaciones de sus saberes tradicionales, lo que reduce las posibilidades de su preservación y transmisión.
La preocupación por la pérdida de estos saberes no se limita a asuntos identitarios, sino que abarca también una perspectiva de derechos fundamentales, siendo esenciales para la supervivencia de pueblos indígenas y poblaciones rurales.
Por otra parte, la investigación se enmarca en un enfoque histórico-hermenéutico que dialoga con teorías críticas como el pensamiento decolonial, las epistemologías del sur y los estudios culturales. Para su desarrollo, se utilizaron métodos cualitativos como la observación participante y entrevistas semiestructuradas a trece mujeres rurales vinculadas por la Asociación Municipal de Juntas de Acción Comunal (Asocomunales) de Pijao.
Las mujeres fueron seleccionadas considerando su disponibilidad, apertura a la investigación, visibilidad en la comunidad y contribución a la asociación. Para el análisis, se establecieron tres categorías principales: Trayectos, que analiza el origen, desarrollo y estado actual de las prácticas culturales, incluyendo cómo las mujeres adquirieron y transmitieron sus saberes; Experiencias prácticas, que busca una comprensión detallada de los procesos de realización de los oficios, incluyendo la espacialidad, insumos, herramientas y comercialización, y la relación entre subjetividad, contexto y materialidad; e Interacciones sociales, que se refiere al entendimiento de la huella del saber en la comunidad y los esfuerzos de las mujeres por transmitirlo y preservarlo, incluyendo espacios de encuentro y acciones pedagógicas.
Los saberes tradicionales tienen una naturaleza dinámica y adaptable; no son estáticos, sino que se modifican en respuesta a las condiciones particulares de cada familia o comunidad rural. En el caso de Pijao, las condiciones de precariedad en las zonas rurales han motivado la lucha por mantener estos saberes como un oficio estable para el sustento familiar y el crecimiento personal frente a crisis económicas, el olvido estatal, conflictos sociales y armados, y la pérdida de empleos. Las mujeres son las cuidadoras del legado de sus territorios, transmitiendo no solo habilidades prácticas, sino también afectos, valores, significados y maneras de comprender y relacionarse con el mundo. Un ejemplo es la transmisión familiar de conocimientos sobre plantas medicinales, donde la curación es el valor primordial, no lo económico. Además, los saberes tradicionales son el resultado de conocimientos adquiridos y transmitidos a lo largo del tiempo a través de prácticas cotidianas, a menudo impulsadas por la necesidad y la creatividad.
Estos conocimientos no solo implican lo tácito, sino también una cosmovisión sobre la existencia humana, incluyendo rituales, creencias y prácticas espirituales que reflejan la profunda conexión entre las personas y su territorio. La modernidad científica ha construido una separación y devaluación entre el conocimiento tradicional y el científico-técnico. Sin embargo, los saberes tradicionales poseen un enorme potencial para abordar problemáticas sociales y ambientales, y su origen no-científico no disminuye su legitimidad, ya que se basan en prácticas confiables y pertinentes a lo largo del tiempo.
El «territorio» es un concepto fundamental que no debe limitarse a sus componentes fisiográficos, sino que debe incluir aspectos culturales, ecosistémicos, sociológicos, económicos y políticos. Es un concepto polisémico que permite entender las relaciones de poder (desde los estudios culturales), las conexiones biofísicas y humano-culturales (desde la geografía) y la identidad personal y social (desde la psicología). En cuanto a la territorialidad, esta implica la vinculación y apropiación de un espacio geográfico por un individuo o grupo, consolidando un sentido de pertenencia e identidad.
La territorialidad puede tener diversos propósitos, como el autorreconocimiento de una identidad cultural, la protección del medio ambiente, el mantenimiento de vínculos de cuidado, o la resistencia frente al poder. Ha emergido en contextos de dominación social, política y económica, sirviendo como herramienta ideológica y política para construir prácticas culturales y económicas que aseguren no solo necesidades fisiológicas, sino también la construcción comunitaria, centrada en lazos familiares, cuidado de la tierra y defensa del territorio, fomentando la solidaridad y una sociedad digna.
La interpretación de la territorialidad desde una perspectiva de género revela las marcadas diferencias y limitaciones que enfrentan las mujeres rurales debido a estructuras patriarcales. En el municipio de Pijao, los conocimientos tradicionales se entrelazan con cada aspecto de la vida cotidiana, trascendiendo el valor institucional. Las mujeres no solo se preocupan por mantener el valor de estos saberes, sino también por el cuidado y la protección de los espacios físico-geográficos, como sus casas, patios o jardines, reflejando una profunda apropiación e identificación con ellos. Estas relaciones de afecto con el espacio, objetos y herramientas son parte integral de la territorialidad, y las memorias de las comunidades son una categoría central de análisis. Los saberes tradicionales están vinculados con acciones de cuidado y afecto hacia el mundo de la vida, evidenciando una relación equilibrada entre las comunidades, sus medios de subsistencia y los componentes ecosistémicos. La preparación de alimentos con amor y mística, como la gastronomía típica rural, es un claro ejemplo de cómo la materialización del saber sirve como mediación para transmitir sentimientos y crear vínculos emocionales.
Las interacciones sociales evidencian la lucha de las mujeres por mantener viva la sabiduría ancestral, a pesar de las preocupaciones por los cambios en los tiempos y la pérdida de relevancia de lo pasado debido al predominio de modelos modernos y globalizados. La incapacidad de ver una posibilidad de vida en las zonas rurales se relaciona con sistemas educativos descontextualizados y lógicas occidentales que promueven estilos de vida citadinos y un capitalismo agresivo, llevando a la «desfuturización» de la ruralidad.
No obstante, las prácticas cotidianas de las mujeres rurales para sostener la vida y resistir estas lógicas dominantes, como la preservación de los saberes tradicionales, han contribuido a la habitabilidad y a la construcción de comunidades estables. La transmisión de saberes es crucial para evitar que se pierdan, y las mujeres de Pijao han desarrollado estrategias como talleres, vinculación con colegios y participación en actividades públicas, aunque la mayoría de los legados se transmiten dentro de la familia.
Un aspecto relevante es la carga de múltiples responsabilidades que asumen las mujeres (producción, venta, atención, crianza), lo que a menudo recae únicamente sobre ellas y puede afectar su salud física, evidenciando un sistema desigual. Finalmente, el artículo resalta la constante referencia al «buen vivir» o a la «vida lenta» en Pijao. Esta perspectiva ofrece una comprensión alternativa al sistema capitalista-moderno-colonial, permitiendo a las comunidades locales construir sus territorios mediante procesos colectivos, afectivos y de cuidado por la vida, fomentando la defensa de lo propio y la pluralidad.
El «buen vivir» se refiere a sentirse en paz consigo mismo y con los demás, alejando el enfoque de la acumulación de recursos y adoptando un propósito de cuidado hacia uno mismo, los demás y el territorio. En Pijao, esto se vincula a ver el territorio como una posibilidad de ser y estar, desplegando capacidades, propósitos y sueños, y viviendo de manera armónica a través de acuerdos con el entorno, promoviendo cuidados, afectos y ritmos que permiten disfrutar del transcurso de la vida sin prisa. La etimología de «saber» y «saborear» comparte la misma raíz, sugiriendo que hablar de saberes es saborear un proceso, tomarse el tiempo para activar la conciencia sobre un actuar, pensar y sentir comunitarios, reduciendo la velocidad del mundo moderno y poniendo el cuidado de la vida y el territorio en el centro.
Si deseas profundizar en la temática abordada en esta nota, consulta el artículo “Territorialidad y saberes tradicionales de las mujeres rurales de Pijao (Quindío-Colombia)”.