Jaimes Botía explicó que la conurbación de Bucaramanga, Floridablanca, Girón y Piedecuesta es una construcción social que cohabita entre una cultura de lo individual y la necesidad de colectividad a partir de la prestación de los servicios públicos. En este sentido, «el desafío es entender que los problemas son metropolitanos, las dinámicas no reconocen límites políticos y por ende tenemos que asumir las dificultades desde una visión sistémica del territorio», dijo el arquitecto.
Para la profesora Pérez uno de los retos que enfrenta el área tiene que ver con la concepción misma de los municipios sobre lo que significa el área metropolitana. «Persiste el imaginario de que el municipio es el que pesa; la concepción del área metropolitana desde el gobierno urbano no se ve como un espacio de coordinación, y por el contrario hay algunos aspectos fragmentados», manifestó.
Uno de los viejos problemas de las áreas metropolitanas en Colombia está relacionado con la tensión que se genera entre el municipio núcleo y los demás territorios que la conforman. «Los esquemas asociativos territoriales que están en un nivel intermedio de gobierno chocan con la autoridad municipal, por eso el desafío es buscar la manera de relacionar los municipios con el área», señaló la académica.
«Este problema tiene que ver con lo político, no solo visto desde las competencias municipales sino también de los líderes en cada uno de los municipios. Bucaramanga por ser esta ciudad núcleo nos está presentando liderazgos distintos, con un debate de ciudad diferente a los demás, eso tiene que ver con el devenir mismo cultural, económico y social de la ciudad», consideró la profesora Pérez.
Jaimes Botía afirmó que Bucaramanga queda en un sitio estratégico de comercio y es un centro logístico y de intercambio de mercancías, que tiene conectividad con las demás áreas metropolitanas y esquemas asociativos territoriales del país; «eso hace que Bucaramanga esté pesando más sobre los otros municipios del área, esto crea ciertas tensiones políticas con la ciudad núcleo», señaló.
En este marco, el arquitecto advirtió que las dificultades que se presentan particularmente en cuestiones de organización del territorio deberían ser analizadas desde una mirada sistémica y estructural del territorio. «No podemos organizar y pensar el territorio de manera sostenible desligado de las condiciones estructurantes. El desarrollo metropolitano se debe entender a partir de la conciencia de unas condiciones vitales del territorio que van más allá de los límites políticos administrativos», manifestó.
Para la profesora Nadia Pérez, hay una relación compleja en el territorio dado que confluyen distintos actores marcados por partidos políticos y por intereses económicos particulares. En ese escenario se dificulta definir una visión de área metropolitana que sirva como base para su desarrollo sostenible.
El director del Área Metropolitana de Bucaramanga indicó que tras varios años de estudiar el fenómeno metropolitano desde la academia, definió un plan que consideró al área más allá del espacio construido: «es una gran extensión que concentra el 55 % de la población del departamento, esto nos da grandes potencialidades», expresó.
Entre las líneas estratégicas de este plan están el reconocimiento y aprovechamiento de las potencialidades instaladas en cada uno de los territorios que conforman el área; la estructura ecológica principal como eje del desarrollo; la gestión integral del agua y la gestión de los residuos sólidos.
No obstante, «para asegurar el funcionamiento del área es necesario garantizar que los esquemas asociativos territoriales funcionen con recursos claramente definidos. ¿Cómo va a planificar su visión y desarrollo un área metropolitana sin autonomía presupuestal?», se preguntó Jaimes Botía.
«La promoción y desarrollo socioeconómico del área metropolitana tienen que estar relacionados con la búsqueda de la innovación, equidad y sostenibilidad», puntualizó.