Aureliano Camacho Bonilla*
Escoger como estudio de caso una serie de proyectos de vivienda que transformaron sustancialmente el modo de vida de una zona rural, ha permitido identificar la fuerte oposición y resistencia que los campesinos configuraron en torno a las políticas de vivienda en su territorio. Una de las primeras observaciones que motivó la investigación fue reconocer que más allá de la puesta en marcha de una política, la zona de transición rural-urbana de la localidad de Usme – Bogotá, ha sido el escenario de conflictos y tensiones entre varios actores, lugar de profundas transformaciones culturales, sociales y económicas, que han suscitado la conformación de un movimiento campesino de contestación frente al proceso de expansión y urbanización en esta periferia del sur de la ciudad.
Este artículo presenta parte de los resultados de la tesis doctoral “No vendemos la tierra”. Una zona rural frente a los proyectos de expansión de Bogotá: contestaciones, resistencias y negociaciones”, tiene el objetivo de comprender las reivindicaciones, los modos de acción, y las formas de organización de la comunidad rural de Usme, reconociendo que las interacciones conflictivas con los actores institucionales han generado otras maneras de habitar, de apropiarse y de concebir y construir territorio.
Una de las cuestiones centrales que abordamos fue la comprensión de las interacciones entre los diversos actores, las relaciones y asimetrías de poder, la capacidad de movilizar recursos, la formulación de estrategias y la construcción de proyectos en defensa del territorio, hacen parte del abanico de elementos que intervienen en el borde sur donde se presentan “características muy especiales, pues es una zona rural con amenaza de ser absorbida por procesos de urbanización” (Palacio, van der Hammen y de Urbina, 2008).
Precisamente la categoría de análisis borde y su definición manifiesta la problemática que señalamos. Los bordes urbano rurales son “sistemas socio espaciales, producto de la interacción y de las dinámicas de conflicto y de negociación entre lo urbano y lo rural; y son construidos y movilizados por la multiplicidad de actores que convergen en este espacio, con diferentes recursos e instrumentos de poder”. (Ballén-Velázquez, 2014, p 31).
La coexistencia en el borde de Usme entre los actores institucionales “responsables de las decisiones sobre este territorio”, y los actores locales y comunitarios, condujo a la emergencia de experiencias asociativas y organizativas que reconfiguraron el ejercicio de participación de la comunidad en la gestión de sus asuntos locales. Se fortalecen y legitiman discursos sobre la identidad cultural campesina, la protección del medioambiente, la memoria ancestral, y reivindicaciones sobre la autonomía territorial y el control sobre las decisiones que afectan los territorios de la oposición. Sin embargo, durante el largo conflicto de expansión en Usme, surgen unas primeras consecuencias y efectos de esas interacciones conflictivas, multiplicidad de intereses, lógicas de poder, fragmentaciones y tensiones, que reflejan las limitaciones pero también las oportunidades de fortalecer la participación de muchos actores, con miras a construir e implementar políticas públicas y proyectos más articulados a las realidades socio territoriales de las comunidades. El artículo muestra estas consideraciones.
Si usted desea mayor información sobre esta temática puede consultar el artículo “No vendemos la tierra”: Oposiciones y contestaciones de una zona rural frente al conflicto de expansión urbana de Bogotá” publicado en la revista “Ciudades, Estados y Política” del IEU. Para tales efectos,
ingrese a: https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/86633