Escrito por:
** Gonzalo Duque Escobar
En el año 2050, se espera que el mundo llegue a los nueve mil millones y se pasará de 4400 millones de personas viviendo en ciudades a casi 6300, equivalentes al 70% de la población.
Actualmente, los ocho mil millones de habitantes en el planeta, 55% de ellos urbanos, representan potenciales y crecientes problemas relacionados con la congestión, contaminación, inseguridad y falta de vivienda. En el año 2050, se espera que el mundo llegue a los nueve mil millones y se pasará de 4400 millones de personas viviendo en ciudades a casi 6300, equivalentes al 70% de la población.
Es claro que en el futuro tendremos que habitar los medios urbanos y periurbanos, pero sin presionar la estructura ecológica del territorio, para preservar la naturaleza. Aún más, si en 2018, las personas de 65 años o más superaron en número al de los menores de cinco años. Para 2050 una de cada seis personas tendrá más de 65 años, advirtiéndose, con ello, el envejecimiento de la población.
Así las cosas, con el riesgo asociado al creciente urbanismo soportado en modelos excluyentes, la fragmentación espacial y social, el cambio tecnológico, y los desequilibrios rurales-urbanos, habrá que resignificar la ruralidad para alcanzar un hábitat sostenible, incluyente y humano, siguiendo una senda de prosperidad que se fundamente en el despliegue de la conciencia, la dignidad y la ética en el hábitat. También se deben fortalecer los argumentos y enfoques biocéntricos para apreciar la ruralidad como una realidad conveniente y estratégica para la humanidad, las ciudades y los países.
Actualmente la problemática de las urbes empuja a ocupar áreas suburbanas a una razonable distancia, cambiando su tradicional uso del suelo.
Imagen 02: Top 6 grandes urbes - Tokio, Nueva Delhi, Shanghái, Dhaka, Sao Paulo, México. Wikipedia.org
Basta mirar lo que ocurre en las 10 mayores urbes del planeta –Tokio, Nueva Delhi, Shanghái, Dhaka, Sao Paulo, Ciudad de México, El Cairo, Pekín, Mumbai y Osaka-, habitadas por 252 millones de personas. Su aporte al PIB global iguala al de sus emisiones contaminantes provocando retos inmensos para estas megalópolis con una urbanización descontrolada que se traducirá en insuficiencia de servicios básicos e infraestructuras y mayores problemas ambientales y sociales.
Pero con el desarrollo rural y la planeación urbana, soportadas ambas en modelos autónomos y descentralizados, se podrá buscar la mezcla de usos del suelo fortaleciendo el transporte público y la descentralización de la infraestructura social y productiva, para prevenir la lumpenización de los suburbios, y la congestión y hacinamiento urbanos.
Lo anterior obliga a que, en lugar de especializar las funciones urbanas, se implementen no sólo modelos descentralizados de producción de bienes y servicios, sino también la mezcla de los usos del suelo –en especial el residencial, con el de servicios y comercial, pero no con el industrial que se caracteriza por el paisaje contaminado- para favorecer la movilidad autónoma al restarle distancia a los recorridos y volumen a los flujos de transporte.
Frente a la fragmentación social y espacial que conduce a la consolidación de guetos urbanos, la propuesta deberá ser por ciudades sostenibles e incluyentes dotadas de servicios e infraestructuras con opciones de empleo digno; y por la movilidad autónoma, el transporte público integrado, las zonas verdes y los ríos urbanos. Además de una apuesta por la gobernanza y la generación de opciones de desarrollo para los sectores más vulnerables.
Imagen 03: Izq. Población mundial: en el año 2050 habrá nueve mil millones de habitantes. La estabilización final llegará en el siglo XXII. Der. Ecología de la tecnología de la ciudad y la concepción del medio. Freekip.es
A nivel interurbano, se deberán implementar modelos de clústers urbanos como fuerza atractiva de las nuevas actividades en el marco de la sociedad del conocimiento, donde la concentración de mercados, empresas, e infraestructura social y productiva, genere masa crítica para el crecimiento económico soportado en proyectos y emprendimientos urbanos consorciados. Esta nueva estrategia para apalancar el desarrollo, se soporta en la fuerza de atracción que parte de la aglomeración de actividades innovadoras ejerciendo sinergias que propician nuevas actividades y crean un incentivo natural para que florezcan nuevas ideas en un espacio de diversidad de talento, proveedores, fuentes de conocimiento e infraestructuras. Si las oportunidades generan inversión, los líderes locales atraen proveedores y la disponibilidad de capital a nuevos emprendedores.
Finalmente, ya no son los tiempos de la sociedad industrial de ayer sino los de la sociedad del conocimiento. Además de reivindicarse el derecho a la ciudad para promover un planeamiento urbano más social y sostenible, habrá que ponerle límites al mercado inmobiliario que alimenta el apetito de rentistas que especulan con la plusvalía urbana, también a los modelos de crecimiento a costa del medio ambiente y de la miseria humana, y demás dinámicas generadoras de desigualdades y exclusiones. Esto exige combatir la corrupción para reorientar las políticas de planificación y financiar el desarrollo del hábitat, dándole curso a las acciones y propuestas que fortalezcan efectivamente el tejido social y satisfagan las demandas de los sectores más necesitados de la ciudad, lo público, lo común, la convivencia y la diversidad.