Escrito por:
**Danny González Cueto
Tiempo suficiente para “borrar” y “limpiar” cualquier vestigio anterior, al punto de “refundar” a la ciudad vibrante que emergió en los noventa con una infraestructura cultural -no sólo de cemento- que copaba los titulares de la prensa nacional. Ese proceso de “refundación” que le tomó a los políticos de turno quince años, se logró a partir de una serie de alianzas conceptuales y simbólicas, que hoy culminan con un libro sobre fantasmas, al parecer sin proponérselo.
Los turistas observan perplejos el crecimiento de una de las ciudades más grandes del país. Continuamente ven emerger edificios nuevos, con múltiples opciones de vivienda, tanto al norte como al sur, incluso aledaños a zonas de patrimonio, como el caso del sector de las Quintas, donde sobreviven el Edificio García y el Colegio María Auxiliadora, de las maravillosas dimensiones de la arquitectura de entonces queda poco. El antiguo Seminario Presbiteriano ahora es un centro comercial, así como el antiguo Club Unión Española, que ha cedido paso a una ampliación de otro.
En el sector de la Universidad del Atlántico, en su sede centro, se encuentra a un lado, a punto de caer en pedazos, el antiguo Colegio Barranquilla, que se había entregado a la institución de educación superior, para que expandiera sus predios y de ese modo impulsar este centro de estudios. Sin explicación alguna, la antigua edificación fue devuelta por la Gobernación al mencionado colegio, que lo ocupó un tiempo, y luego lo abandonó.
En la misma ruta, atravesando el barrio Boston, la gentrificación continúa su ritmo acelerado, hacia el barrio El Prado, donde aparecen nuevos proyectos urbanísticos, posteriores a The Icon, el rascacielos orgullo de la administración Duque-Pumarejo. Los espacios ceden y el espíritu fantasmal toma su lugar, por las mismas calles por donde se realizan los recorridos de la ruta paranormal del City Lover.
Este proyecto creado por Johnny Insignares Cadena, catalogado por el autor como “un plan bacano que la gente caminara conmigo por un barrio que me gusta y que tomaran fotos para sus redes” (Ramos Palacin, 2022), se configura como una alternativa turística paranormal, según lo expresa en el perfil del proyecto en Instagram.
A través de las páginas del libro “Fantasmas de El Prado”, que sólo es posible conseguir en la plataforma de Amazon, el autor emplea un término “movilidad fantasmal”, lo que significa en sus mismas palabras “clasificar los espectros de acuerdo al radio y zonas en los que se muestran”, lo cual es curioso, esta misma palabra es utilizada por dependencias institucionales de alcaldías y gobernaciones desde hace no poco tiempo, en lugar de tránsito y transportes, y ahora le adicionamos “fantasmas”.
Puede que en el fondo sea el índice mismo porcentaje que va quedando de la infraestructura cultural y patrimonial de la ciudad. Este inocente proyecto incluso ha querido ser emparentado con fenómenos paranormales de Europa y Norteamérica como lo aseguró el historiador Juan Pablo Mestre, autor invitado en el libro “desde castillos fantasmagóricos en Europa, casas embrujadas en Norteamérica… la construcción de un imaginario social colectivo de lo paranormal es parte de nuestra cultura”. En esas mismas líneas, algo insólito como la publicación misma, Mestre … que se declara parte del proyecto… habla de la ruta y expresa que se puede definir en tres palabras… “AMOR, PASIÓN y CONSTANCIA.
El City Lover parece más el emprendimiento de un cuáquero, que la realidad que podría haber explorado en profundidad. Eso sin contar que no hay pruebas documentales en el libro, que demuestren científicamente los acontecimientos paranormales que presenta, como lo justifica Insignares Cadena “las historias a continuación son el resultado de la investigación y recopilación que deja la oralidad, hacer amigos con los mismos gustos, que fieles a sus pasiones nutren los detalles de una u otra historia”. Es decir, ficción pura, pues tampoco se encuentran las fuentes primarias que menciona.
Es curioso, pero vienen a nuestra mente dos puntos importantes en este sentido, por un lado la industria del entretenimiento norteamericano, que no suele sustentarse en nada, y que activa un negocio atractivo para el turismo, incluso para las masas sobre este tema paranormal. Por otro, que existen investigaciones y documentación sobre la actividad paranormal, que al menos es cotejada con testimonios reales, tal el caso del Atlas de Mapas Curiosos, de Martin Vargic, con por ejemplo, su Mapa de fenómenos paranormales en Estados Unidos, que incluye “zonas embrujadas, animales críptidos, avistamientos de Ovnis, encuentros de segunda y tercera fase”.
O las realizadas por Madame Helena Blavatsky, la ocultista y escritora rusa, Gustavo Adolfo Rol, reconocido parapsicólogo italiano, entre otros. Incluso, teniendo en cuenta nuestra relación con el Gran Caribe, establecer un marco que vincule la realidad espiritual afrocaribeña que va desde Nueva Orleans hasta el nordeste brasilero, y que tiene en aquella ciudad norteamericana, uno de los epítomes del llamado “turismo paranormal”. Entonces, ¿cuál es el objetivo de este ambicioso proyecto? ¿Por qué vincularlo al plan de refundación de Barranquilla?
La misma ruta del mencionado libro de Insignares Cadena, recorre los lugares de casas de patrimonio que por el contrario, un autor como Enrique Yidi Daccarett ha decidido exaltar, con sus dos libros “Barrio El Prado: un viaje hacia el pasado” -en coautoría con Diana Meyer Vengoechea- y “La Barranquilla desaparecida Imágenes y memorias” – en coautoría con Adlai Stevenson Samper-, ante el paso fulminante de la gentrificación y el olvido.
Los barrios El Prado y Bellavista, que están incluidos en la cartografía patrimonial de Colombia, se ven ahora como piezas de un álbum que lentamente empieza a llenarse, a la vez que señala nuestro descuido, en especial de las políticas de Estado, para la recuperación del patrimonio cultural, que por momentos, parece más enfocado en el Carnaval.
A esto hay que adicionar ahora este fenómeno editorial, que sin embargo, a pesar de la red de farándula que congrega a su alrededor, fascinada por sus hallazgos, ha causado, por ejemplo, la airada respuesta de un hotel que desacreditó sus supuestas pesquisas. “Cabe aclarar que en las instalaciones no existen fantasmas y que asegurarlo con el único propósito de generar pánico o terror por medio de publicaciones engañosas podría acarrearle serias consecuencias jurídicas”. La respuesta de Insignares Cadena no fue para nada convincente.
La activación de este tipo de turismo, no devolverá la vida a las antiguas casas y edificios de El Prado, que de alguna forma ya fueron invisibilizados, y los que sin duda, requieren de una pronta intervención para recuperar y salvaguardar lo poco que queda. Así también, desarrollar los imaginarios y las memorias alrededor de las historias urbanas, para que el Museo del Caribe, el Parque Cultural del Caribe, el Museo Romántico, el Museo de Arte Moderno, el Teatro Colon, el Teatro Amira de la Rosa, y una larga lista, dejen de ser los fantasmas de La Arenosa.