Escrito por:
**Guillermo Calvo Mahé
Como se indicó en la edición de la revista Forbes del 30 de marzo de este año, Manizales es una ciudad muy especial. Yo diría, atípica en sentidos positivos pero, por estar en transición, también preocupantes. El cambio tiene que ver con el reconocimiento internacional que ha recibido como un lugar encantador.
Su atipicidad tiene aspectos culturales. Hace más de un siglo fue impactada por intereses europeos y, por lo tanto, se desarrolló como una pequeña ciudad occidental. Luego, por sus vínculos cafeteros y la importancia de este producto en la economía nacional, residentes de la ciudad asumieron una posición de liderazgo nacional tanto cívico como cultural. Quizás por este enfoque, se convirtió en un importante centro para la educación terciaria colombiana.
Su atipicidad también tiene mucho que ver con temas relacionados a su topografía. Una geografía agudamente montañosa y sucesible a temblores, la cual exigió innovadoras y complicadas soluciones a temas de construcción y transporte, resultando en una arquitectura tanto estética como funcional. De hecho, sus innovaciones arquitectónicas para disminuir los peligros de temblores y terremotos se han estudiado por arquitectos y académicos japoneses reconocidos como expertos en ese tema a nivel mundial.
Manizales es una ciudad que lidera muchas encuestas comparándola con otras urbes colombianas en temas como seguridad, ambiente favorable para negocios, satisfacción por parte de sus habitantes, etc. Por lo tanto, Manizales parece estar creciendo, no solo por medio de emigración desde otras partes del país sino también desde el extranjero. Pero eso, que a primera vista parece positivo, está creando una situación algo precaria con respecto a una explosión de construcción de viviendas concentradas en grandes torres de pequeños apartamentos situadas en diversas partes del municipio, no aptas para ese desarrollo.
La expansión masiva de viviendas concentradas en un lugar tan montañoso trae enormes problemas relacionados con vías de tránsito, las cuales deben servirles a muchos peatones, ciclistas, motociclistas, conductores de carros y camiones, etc. El problema no solo se relaciona con el flujo, sino también incide en el estacionamiento de vehículos, tanto a largo y a corto plazo.
La foto al inicio de este artículo es un ejemplo. Esa torre de apartamentos es de veinte pisos y se está construyendo en un barrio de estrato tres, ubicado hacia el centro de la ciudad. Un lugar con calles angostas, ubicado en un espacio donde antes había unas pocas casas. Cuando se termine ese edificio, habrá 160 apartamentos pequeños en los cuales vivirán hasta cuatrocientas personas. Ciudadanos con vehículos que, como muestra la foto, serán guardados en tres grandes niveles de parqueaderos con capacidad para más 200 carros.
El problema vehicular resultante recae en que el ingreso y egreso será muy limitado con acceso a vías que no están preparadas para recibir tanto tráfico cotidiano. ¿Y de espacio verde? Pues en la foto nada se ve.
Si fuera solamente un ejemplo aislado, ese gentío y todos esos vehículos se podrían asimilar, quizás con situaciones complicadas al inicio, pero acomodándose gradualmente. El problema es que en Manizales, grandes complejos de viviendas parecidos se están construyendo por todas partes. Como en el caso ilustrado, sin considerarse el impacto vehicular, ni los otros temas críticos relacionados con grandes proyectos de viviendas. Problemas como: el manejo del agua, de los residuos y de la basura; de la educación, de deportes y eventos culturales necesarios para educar a nuestra población de menores de edad en forma sana para evitar los fenómenos relacionados con drogadicción, pandillas, etc.
Por la demografía montañosa de Manizales las soluciones son complicadas. Algunas pueden darse con infraestructura existente, pero que no se están implementando en forma eficiente. Por ejemplo:
* El alcalde actual es muy aficionado al transporte por bicicleta, ya que por medio del tema del ciclismo inició su trayectoria política. Al asumir el poder municipal, comenzó con un sistema de carriles especiales para ciclistas, pero ese esquema no fue ni bien pensado, ni adecuadamente implementado. No se construyeron carriles nuevos especializados sino que se dividieron los de carros en dos, ninguno de tamaño ideal para acomodar los carros, bicicletas y motos. Ahora, estos son compartidos de manera muy estrecha.
* Como otras ciudades, Manizales también está utilizando el concepto de pico y placa, aunque en forma limitada. Supuestamente es una medida de corto plazo, pero para ser funcional y aceptada por la población a largo plazo, esta estrategia debe estar acompañada por un sistema de transporte público eficiente, bien coordinado y a precios competitivos. El sistema actual parece ser abundante, en especial con la introducción de diversas rutas de cable aéreo, pero el tema de los precios es complicado y lo peor, no es un sistema integrado que les permita a los usuarios transferencias entre modalidades por medio de una tarifa única. El transporte por buseta es algo caótico, ya que los conductores no reciben salario fijo sino comisiones, y las rutas no son bien coordinadas por medio de aplicaciones disponibles para hacerlas más eficientes.
* El tamaño actual de Manizales es muy interesante ya que podría permitir transporte peatonal eficiente, pero eso sería si las calles y los andenes estuvieran bien diseñados, pero no es así. En la actualidad no existe una cultura peatonal ya que demasiados queremos carros o motos o, por lo menos bicicletas. Se ha hablado por muchos años de convertir la carrera 23 a una vía peatonal, en su recorrido por el centro de la ciudad. Eso tendría muchos beneficios, y no solamente con respecto al tránsito sino también al comercio y al turismo. Pero eso requiere mucho estudio el cual no se está haciendo.
* Los parqueaderos existentes no son adecuados, en parte, porque dada la topografía, las calles y avenidas, son demasiado estrechas, con pocos carriles, y sin lugares únicos para estacionamiento. Eso crea dos problemas: primero, dónde guardar los vehículos cuando no se encuentran en uso y segundo dónde estacionar para descargar sin obstruir el flujo del tráfico. Los japoneses, enfrentando problemas parecidos, desarrollaron un sistema automatizado para guardar carros que utiliza todo el espacio en un edificio, no solamente el suelo, estando divididos en muchas celdillas:
El carro entra, el conductor recibe un afiche metálico específico, y por medio de ascensores que se mueven tanto en forma horizontal como perpendicular, el vehículo asciende a su puesto y se reclama con el recibo metálico, moviéndose en forma autónoma. Eso permite un uso más eficiente del espacio y del tiempo. Aunque requiere de inversión sustancial inicial, la experiencia demuestra que rápidamente se recupera.
* El diseño de las vías de la ciudad es uno de los problemas principales y quizás, más fáciles de resolver. Carece de eficiencia y coherencia en su direccionamiento ya que, por ejemplo, por largas distancias no hay ingreso en direcciones alternativas a las calles. Hay demasiadas vías anexas que corren en la misma dirección en vez de alternar, lo cual generalmente es mucho más eficiente. Entonces se necesita transitar distancias indebidas que aumentan el uso de combustible y abarrotan en forma exagerado e innecesario el tráfico vehicular.
Hay muchos otros problemas y a la vez soluciones. Algunas novedosas que no se han considerado, pero otras conocidas y mal implementadas. Se requiere mucha mejor planeación para acomodar el cambio de esta ciudad creciente sin terminar con sus aspectos positivos. Para eso se requiere un esquema de planeación serio y coordinado por una Secretaría municipal con visión estratégica. Dadas las numerosas universidades de la ciudad con sus distintos programas de investigación y planeación, esta secretaría puede integrar esos recursos intelectuales para lograr un desarrollo sostenible. No se debe tratar de otra secretaría meramente reaccionaria como tiende a existir, enfrentando solamente a los problemas más críticos del instante, siempre sin suficiente presupuesto o personal adecuadamente capacitado.
El problema fundamental con respecto a lo anterior es que es sumamente difícil resolverlo en nuestro régimen constitucional donde funcionarios públicos son extremadamente volátiles, no solo por cambios de administración con base en resultados electorales, sino porque funcionarios ambiciosos no pueden adelantar sus carreras electorales sin renunciar por lo menos un año antes del fin de sus períodos, lo cual interrumpe en forma drástica la implementación de planeación coherente.
La operación estable de las diversas secretarías, tanto municipales como departamentales, se hace improbable porque de costumbre, antes de que aplique la ley de garantías durante periodos electorales, los gobiernos tienden a hacer cambios masivos de personal (como está ocurriendo actualmente en la gobernación de Caldas). Además, de lo anterior, en sistemas democráticos presidenciales existe un fenómeno que se denomina “la crisis del ciclo electoral” en el cual programas deben demostrar su éxito en un solo periodo (es decir, cuatro años en Colombia), o sino, la oposición y los medios de comunicación alegan corrupción e ineptitud para lograr victorias en las siguientes votaciones.
Por lo tanto, es solo un gobernante muy valiente (o sin futuras aspiraciones políticas) el que se atreve a implementar proyectos de largo plazo, estratégicos y esenciales. Los partidos políticos rara vez apoyan a integrantes que les van a costar votos, y pocas veces apoyan a los más capacitados para ejercer cargos administrativos. Lo hacen con los más leales y los que más votos controlan.
Por más atípica que sea Manizales, muchos de los problemas considerados en esta reflexión no son inusuales en otros municipios, o países. El gobierno nacional actual, el que se denomina el “gobierno del cambio”, ha postulado a Manizales como “el cerebro de Colombia”. Quizás eso es solo un eslogan político, pero qué tal si la ciudad lograra convertirse en un centro de experimentación urbana en temas de educación, como superficialmente se ha planteado. También en el enfrentamiento a problemas difíciles, desarrollando soluciones experimentales innovadoras. Un sitio donde nuestros problemas inusuales dieran luz a soluciones creativas y transformadoras que luego, si son exitosas, se podrían copiar en otros entornos, tanto colombianos como extranjeros. Y si fracasan, pues de los errores mucho se aprende con tal de que se reconozcan las razones por las cuales fallaron y se sigan buscando soluciones eficientes. Esa es la ruta hacia el progreso siendo el único fracaso garantizado y permanente cuando nada se intenta.
Manizales se encuentra en una época de transición y las decisiones de hoy tendrán impacto por mucho tiempo. En Colombia, nuestra capital ha sido un ejemplo de qué pasa cuando la construcción ocurre sin adecuada planeación y, por lo tanto, el transporte, los servicios públicos, la educación, etc., se vuelven una pesadilla sin solución real. De esos problemas todos nuestros centros urbanos deben aprender.
Debemos evitar los problemas que se puedan, claro, pero enfrentar en forma positiva e innovadora los inevitables. Ignorándolos, perdidos en un esquema de politiquería, y peor, politiquería ineficiente, es algo que Manizales tiene que evitar si va a crecer sin perder las características que la hacen un lugar tan especial. Para eso se necesita, no solo una clase dirigente honesta y eficiente, sino un pueblo que tome en serio sus deberes políticos, no en forma emocional basada en rumores falsos y temores por razones inexistentes, sino de manera cuidadosa y diligente. El futuro es de todos, como es la responsabilidad para lograrlo en la mejor forma para nosotros y para nuestros descendientes.