Los trazados urbanos como fundamento del espacio público, resuelve las intenciones de vialidad, comunicación, encuentro y caracterización cultural de la sociedad urbana. Incorpora, en una mano, la calle, la plaza, el parque y todos los elementos espaciales de dominio público, y en la otra, articula y define las relaciones funcionales y sociales de todos los elementos espaciales de carácter privado. Evolucionó del simple trayecto geográfico de la aldea a las redes del viario urbano y metropolitano de hoy en día y se extiende, merced a la complejidad territorial, a las relaciones regionales que conforman las aglomeraciones urbanas.

En Bogotá y por extensión analógica, en Colombia, los trazados urbanos surgen en la conformación del denominado damero español de colonia, en donde morfológicamente se conforman manzanas, lo privado, y calles, lo público. Es un trazado único que se extiende en forma similar a los límites urbanos con el entorno rural. Durante la primera mitad del siglo XX, tal condición se rompe, originando un crecimiento mediante nuevas conformaciones morfológicas, los barrios, y algunos hechos singulares, las avenidas, que servirán de inicio a las relaciones con el entorno rural del territorio.

A partir de la creación del Distrito Especial en 1954, y de la necesidad de incorporar administrativamente los tejidos del entorno municipal, se crea una nueva dimensión, el trazado arterial o metropolitano, el cual se extiende en todo el territorio hasta hoy en día. Con ello aparece una nueva dimensión funcional y morfológica en donde se resuelve el conjunto completo de la nueva metrópoli.

Al finalizar el siglo XX, las posibilidades territoriales para el crecimiento de la ciudad se agotan, y simultáneamente se proponen avances importantes en la tecnología constructiva del viario y en el transporte motorizado del país generando un crecimiento urbano en el vecindario de la Sabana de Bogotá, que exige soluciones morfológicas diferentes y eficientes, las demandas de la postmetrópoli.

A su vez, la dimensión de la ciudad y el efecto cultural de observancia del medio ambiente y del cuidado de la salud, genera el desarrollo de nuevas modalidades de movilidad y transporte: el sistema masivo de transporte colectivo, las bicicletas y el caminar, y con ello la aparición de una nueva dimensión que influye notoriamente en la conformación de la estructura funcional y en la localización del empleo.