Los procesos de democratización y descentralización política, fiscal y administrativa a los que asistieron los países de América Latina en los años 80 y principios de los años 90, produjeron un conjunto de transformaciones, que consistieron fundamentalmente en la apertura a la competencia política-electoral en los niveles territoriales municipales; la transferencia de funciones, competencias y atribuciones a esos gobiernos locales elegidos por sufragio universal; así como las posibilidades de gravar y captar recursos a través de impuestos territoriales.