La conformación regional del Caribe colombiano, como la de todos los territorios, sea en una escala local o nacional, depende de la disposición de los recursos en el espacio y de las instituciones que allí se establezcan. En el primer tema, encontramos que estos recursos naturales se encuentran caracterizados por disponer de una gran oferta gracias a su amplia diversidad.
Constituye un escenario fisiográfico complejo, debido a que en su límite Sur terminan los tres ramales de los Andes, generando vertientes andinas que se escurren hacia las tierras bajas del Caribe norte, verdaderas barreras naturales de forma digitales, en apariencia parapetos que interfieren en la llanura caribeña; estos ramales son los responsable de separar los valles interandinos, de donde se organizan las cuencas bajas de los dos más grandes ríos andinos como son el Cauca y Magdalena. Estas escorrentías de aguas andinas son las responsables de ofrecer ecosistemas de singular importancia para el ordenamiento territorial caribeño, así como también factores sustanciales en la vida cultura.
Además, cuenta con varias serranías menores, ubicadas a lo largo de la fachada marítima, dispuestas en dirección suroeste, desde las cercanías de las estribaciones cordilleranas en el occidente, hasta el noreste en la península de la Guajira, con el agregado del macizo litoral más grande del mundo.
Las cuencas bajas, donde los ríos andinos hacen sus recorridos, se encuentran en medio de grandes depresiones de origen tectónico, razón de la existencia de inmensos depósitos hídricos de diversas categorías, tales como ciénagas, esteros, lagunas, todas ellas espejos de agua de tamaños variables en el transcurso del año, según las lluvias o las temporadas secas.
En las planicies, que podemos caracterizar como un inmenso tapiz formado por terrazas aluviales, se encuentra la amplia llanura, escenario de portentosa flora y fauna tropical, convertida luego en pastizales, llanuras que se encadenan con sabanas naturales escenarios estacionales de los excesos hídricos de las montañas andinas y/o de las lluvias caribeñas. A esta disposición de los recursos en el espacio se le agrega la localización de los mismos, los cuales consideramos de vital importancia para entender las particularidades de su explotación.
Para comprender el Caribe colombiano hay que entenderlo como un escenario natural complejo, pues es mar, es litoral, es área continental, es también territorio insular. Espacio que por su ubicación presenta una vocación territorial de servir como espacio de encuentro, que actúa como una inmensa bisagra que permite la comunicación de macro espacios continentales, pues es el espacio comunicador, que actúa como un conmutador que se encarga de enlazar territorios en los tránsitos americanos a escala continental.
Espacio de encuentros, allí confluyen rutas milenarias de flora, fauna, pobladores nómadas, unos provenientes del Istmo inmediato, así como de los concurrentes del sur. Ha sido, y es, el tránsito ineludible de vida desde el Caribe hacia los Andes, y viceversa, en sentido Norte-Sur. Conector de rutas marítimas, del Istmo hacia Venezuela, en las rutas de cabotaje septentrional, así como sus aguas conectadas con el Atlántico norte que atraviesan el complejo de las islas de las Antillas.
Así, en primer lugar encontramos una profunda dispersión de la oferta de recursos, que va a impedir que allí se apliquen los mismos sistemas económicos que en otros lugares del gran Caribe fueron efectivos, como es el caso de la plantación. En razón a esto es que argumentamos que el poblamiento del Caribe va a ser disperso y el control de la población difícil. Estas es una razón para comprender el que las instituciones que establece el Estado colonial y luego el republicano logren establecer instituciones de gobierno en las ciudades pero fracasen en la definición del orden en el mundo rural.