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Pensando el espacio público pos-cuarentena

Publicado el Monday, 15 June 2020, en Divulgación académica, Destacados

En tiempos de pandemia, donde el uso del espacio público está restringido, este toma una dimensión antes ignorada, y es que sin la acción colectiva no hay espacio público. La dimensión social es la que complementa la dimensión material. Hay espacios públicos que no fueron concebidos como tales, y en los que las prácticas sociales los han configurado.

El espacio público en tiempos de cuarentena / Foto IEU

Ana María Carreira
ana.carreira@utadeo.edu.co

El espacio público es la razón de ser y de estar de la ciudad, allí se posibilita y potencia el encuentro, la congregación, la confrontación entre diferentes. Lejos de pensarlo como un simple espacio abierto de la ciudad o como el fondo donde se desarrolla la actividad colectiva, el espacio público es el que generamos, utilizamos y percibimos y, por lo tanto, es un producto de la sociedad, con historia y en constante cambio.

El alcance del espacio público es amplio: es el escenario de lo colectivo, y también es el lugar de la democracia política, la expresión de una voluntad general o el punto de encuentro para el debate. Estos últimos años en Bogotá se desarrollaron ejercicios de ciudadanía a través de manifestaciones artísticas y políticas. Hemos visto y participado de movilizaciones, cacerolazos, grafitis, altares simbólicos, expresiones teatrales que se desarrollaron en el espacio público, y fue en las calles y plazas de la ciudad donde se dio la posibilidad de interactuar con otros actores, otras identidades y dirimir conflictos.  Al respecto, Hannah Arendt reconoce que la esfera pública “no está dada por la naturaleza común de los hombres que la componen sino porque, a pesar de las diferencias, todos están interesados por el mismo objeto” (1969, 67). 

De modo que lo público se refiere a la articulación y al intercambio de lo diferente en un espacio común, donde nos vinculamos y aceptamos al otro distinto y, a su vez, es el ámbito de soporte. Allí se reconoce la diversidad cultural, social o económica y es donde convergen los distintos proyectos, actitudes y comportamientos, es decir, es el lugar donde lo colectivo cobra vida y la ciudadanía se activa.

Ese espacio concreto debe ofrecer lugares diferentes y con cierta continuidad espacial para expresar esas pluralidades y enmarañarlas. En ellos los ciudadanos actuamos como comediantes sin partitura, intervenimos y nos adaptamos a las situaciones que se suceden. Así las prácticas sociales reinventan los espacios diseñados y los impregnan de cualidades y atributos; son cambiantes, discontinuos y fragmentarios, y ellos entran en la memoria y generan nuevos hechos y fenómenos urbanos.  

Hoy no hay prácticas sociales y por lo tanto no se produce espacio público. En esta coyuntura, ante la extrañeza de la situación en la que estamos, la ciudadanía ha encontrado resquicios donde activarse; las ventanas, los balcones y las terrazas se han convertido en esos espacios públicos transitorios. También han surgido plataformas para que desde nuestras casas podamos visitar virtualmente museos, bibliotecas, recorramos ciudades y otros espacios comunes del mundo. 

Pero hemos perdido la esencia del espacio público; nos movemos por fragmentos de la ciudad, donde impera la distancia física, la desconfianza hacia el otro, el impedimento y los límites para tomar o tocar los objetos del mobiliario urbano, la cautela para sentir y relacionarnos con los seres vivos del medio ambiente, la desinfección sistemática… 

Ante esto, surgen estas preguntas en relación con el espacio público: ¿Cómo deberán transformarse después de la cuarentena?, ¿Cómo serán las nuevas formas de interactuar con los otros y las otras? ¿Cómo se concebirán las vivencias y las percepciones corporales? 

La pandemia nos abre una nueva oportunidad, si cada espacio público expresa las ideas y los debates de la sociedad en cada momento histórico, en este nuevo escenario debemos buscar entre todos (técnicos, expertos, colectivos sociales y la ciudadanía) mejorar y crear espacios públicos que faciliten la calidad de las relaciones sociales, tengan la fuerza y capacidad de reunir grupos y comportamientos diferentes, y estimulen la integración social, cultural y política. 

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    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan necesariamente la posición del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia. 

    • Etiquetas: Ciudad, Coronavirus, Covid 19, Cuarentena, Espacio público, Pandemia
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