Escrita por:
**Giovanni Vecchio

Quienes viven más lejos muchas veces son quienes tienen menos recursos, debiendo cumplir largos viajes en transporte público para llegar a sus destinos, o simplemente renunciar a moverse cuando costos, distancias y tiempos se vuelven imposibles de enfrentar.

Las desigualdades de la movilidad urbana adquieren nuevas formas cuando miramos a las zonas periurbanas. Son las zonas de transición entre lo urbano y lo rural, donde la urbanización se hace más fragmentada y menos densa. En las zonas periurbanas encontramos cada vez más condominios exclusivos para quienes buscan estar más a contacto con la naturaleza, así como habitantes de bajos ingresos expulsados de las ciudades por el alto costo de la vivienda.

Las características de las zonas periurbanas y de quienes las habitan plantean nuevos desafíos para planificar las metrópolis y su movilidad, como analizamos con algunos colegas en un trabajo comparativo entre Bogotá, Santiago y Sao Paulo.

El primer desafío es la dependencia funcional. Las zonas periurbanas dependen del núcleo urbano para poder realizar actividades básicas: sobre todo en Bogotá y Santiago, los habitantes deben dirigirse hacia el área urbana para trabajar y para acceder a diferentes servicios básicos. El segundo desafío es la dependencia del automóvil. Debido a las bajas densidades y a la falta de integración con los sistemas de transporte público urbano, para los habitantes de las zonas periurbanas es atractivo moverse en vehículo privado.

En cambio, cuando no tienen acceso al automóvil deben utilizar servicios de transporte público de no muy buena calidad y cuya tarifa no está integrada con la red urbana. En ambos casos, el gasto de tiempo y dinero genera mucha presión sobre los hogares periurbanos. El tercer desafío son las consecuencias de largo plazo de la pandemia: por la desafección hacia el transporte público y el aumento de la motorización ha crecido el número de quienes se mueven en automóvil o en motocicleta, con importantes consecuencias en términos de contaminación atmosférica y congestión vial.

Para una movilidad justa también en las zonas periurbanas, es necesario avanzar hacia una mejor planificación y gestión de las áreas metropolitanas. Es importante destacar algunos avances en este sentido: la creación de la Región Metropolitana Bogotá – Cundinamarca, el fortalecimiento del gobierno regional de Santiago y la planificada transferencia de algunos poderes, la existencia de planificación metropolitana del transporte en Sao Paulo.

A corto plazo, es importante avanzar hacia una mayor integración de las zonas periurbanas con su núcleo urbano, por ejemplo, a través de sistemas de transporte integrados capaces de unificar tarifas y servicios.

A largo plazo, es fundamental reequilibrar las áreas metropolitanas, controlando la expansión periurbana, reduciendo la dependencia funcional de las áreas y aumentando las oportunidades disponibles a nivel local. Son propuestas ambiciosas, pero necesarias para que nuestras ciudades sean justas y sostenibles también en sus límites más extremos.