En la actualidad hablar de Ciudades Inteligentes o Smart Cities ya es una realidad, en donde la integración de la tecnología en todas las áreas es cada vez más cercana. Y en este sentido teniendo en cuenta que los territorios inteligentes se caracterizan por la incorporación de tecnologías de la información a sus procesos y que el crecimiento de las ciudades incide directamente en el tema de la gestión de la seguridad pública, es necesario apropiarse de los recursos disponibles, tanto físicos como humanos, para asegurar su eficacia a los ciudadanos.

Lo anterior, máxime si se tiene en consideración que según el profesor Isidro Sepúlveda, Doctor en Historia de la Universidad Nacional de Educación a Distancia y experto en temas de seguridad, “nunca como hoy el ciudadano ha vivido tan rodeado de riesgos y de ahí que la seguridad se empiece a ubicar en el centro del desarrollo de la ciudad, pasando de las políticas públicas que se concentran en la seguridad del Estado a las política públicas que priorizan la seguridad del individuo y su ciudad”

Es así como según el profesor, se hace “necesario diseñar nuevas políticas públicas de seguridad, que integre nuevas herramientas que atiendas a las demandas de seguridad urbana” y hagan frente a los factores que influyen en la seguridad en las ciudades contemporáneas, como la “delincuencia común y criminalidad organizada, convivencia y falta de civismo, planificación y desarrollo de servicios, movilidad urbana, protección de infraestructuras críticas, gestión de crisis y corrupción” argumentó.

De allí, que el papel de las ciudades inteligentes en el mantenimiento de la calidad de vida de los ciudadanos y en especial de la seguridad conjuguen en un solo escenario para mantener una ciudad segura a través de las diferentes aplicaciones tecnológicas que pueden ir desde cámaras de   seguridad   hasta   la   instalación   de   redes   de   comunicación   y   el establecimiento de centros inteligentes de control y mando a nivel regional y central. Y esto, según el profesor Sepúlveda no es alejado de la realidad.

“Ya hay ciudades inteligentes y redes de ciudades inteligentes; existen ciudades donde se ha multiplicado la aplicación de las nuevas tecnologías y el salto siguiente es la aplicación de la inteligencia artificial. No solamente poner las cámaras sino utilizar programas de reconocimiento facial automático para trazar el recorrido de algún individuo”, manifestó.

En este sentido, comparó el costo del mantenimiento de entre 120 y 150 cámaras ubicadas en el espacio público con el sueldo de un policía, “en consecuencia la amortización en rápida y los beneficios son directos. Esto no significa que tengamos que disminuir el número de policías sino multiplicar el número de cámaras”, dijo.

Razón por la cual, el uso de las nuevas tecnologías en pro del mantenimiento de la seguridad se convierte en uno de los aspectos que califica a una Smart City como tal. Así, mientras en las ciudades tradicionales hay agentes en cada esquina, en las calles de las ciudades inteligentes hay cámaras de seguridad, que además de identificar sospechosos, previenen delitos, disminuyen el tiempo de respuesta y ahorran recursos humanos de manera significativa.  

No obstante, el Profesor Sepúlveda advirtió que la implementación de las nuevas tecnologías en la seguridad debe ser regulado ya que “hay una correlación directa entre seguridad, privacidad y derechos humanos y civiles y por esto se debe legislar para dejar las cosas suficientemente claras tanto para las instituciones como para los ciudadanos”, señaló.