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El espacio público como lugar político de encuentro

Publicado el Monday, 14 December 2020, en Divulgación académica, Destacados

El espacio público, inmerso en la ciudad como protagonista de grandes revoluciones y transformaciones, se convierte en un instrumento político de reivindicación de derechos. Su re-significación desde la manifestación social es una respuesta ante la violencia urbana y sus diferentes matices. Su apropiación y disputa plantea grandes retos para las aglomeraciones metropolitanas. 

Marcha del Orgullo LGBTIQ 2019, Bogotá / Foto Angie Caicedo

 

Escrito por: 
Angie Johanna Caicedo Bedoya
Estudiante Maestría en Gobierno Urbano - IEU

Los diferentes acontecimientos de las grandes ciudades en los últimos años han abierto el debate acerca de la concepción del espacio público no solo desde la óptica territorial, material o jurídica, sino como un lugar de encuentro con el otro, simbólico, como una representación de lo político. El espacio público como un lugar en donde es posible lo performativo del cuerpo y del pensamiento colectivo.

La apropiación del espacio público por parte de la ciudadanía lo posiciona como un pilar del desarrollo de la democracia. En este sentido, se convierte en un instrumento que genera ciudadanía, elimina la exclusión y controla el desarraigo, como partes fundamentales del derecho a la ciudad y a la protesta social (Filipe & Ramírez). Esta concepción del espacio público como lugar de encuentro de la ciudadanía se relaciona con el origen de la ciudad ligado a la política y al propio nacimiento de la democracia como un lugar de diálogo, que por su naturaleza diversa produce conflicto.

De este modo, el conflicto y la confrontación son partes constitutivas del espacio público conformado por una pluralidad de actores, intereses y manifestaciones identitarias. Al estar inmerso en la ciudad que ha sido protagonista de grandes revoluciones y transformaciones, el espacio público se convierte en el lugar que produce el encuentro y desencuentro entre los diversos actores tanto públicos, privados como de la sociedad civil que cotidianamente construyen lo político de la ciudad y, por tanto, como lugar de convivencia y de participación.

El espacio público desde esta concepción no se limita únicamente a ser  un lugar urbano para la recreación, el descanso y la reunión; y donde se encuentran los monumentos públicos (Hernández, 2013). Adquiere además una gran importancia como lugar simbólico y de sociabilidad, como manifestación de la reproducción social y del poder estatal.

Al situarse como espacio de convivencia, encuentro, recreación e identidad, este elemento físico constitutivo de la trama urbana, se convierte en un instrumento de dominación y disputa. En Colombia el disfrute del espacio público como físico y simbólico estuvo limitado por el aparato de Estado. A partir del estallido de la Violencia producto de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948, como lo afirma el profesor Fernando Viviescas (2019), el Estado limitó toda forma de movilización y apropiación social de espacio público. Posteriormente, con el Estatuto de Seguridad se reprimió aún más por parte del Estado toda posibilidad de participación ciudadana y de diálogo en el ámbito público. La existencia del espacio público se limitó  a la recreación vigilada y a la forma de representación del poder estatal por medio de monumentos, pero nunca como un lugar de sociabilidad y convivencia entre opuestos.

Fue a partir de la Constitución de 1991 y la apertura democrática que promovió que la ciudad se transformó junto con sus espacios públicos. Las calles y plazas principales de las ciudades fueron apropiadas por los ciudadanos posicionándose como lugar performativo de la movilización y exigencia social. A pesar de estos cambios, las diversas formas de movilización social han sido estigmatizadas en el marco del conflicto armado y por el discurso oficial que ha limitado la complejidad y el reconocimiento del otro, desde la pluralidad y el respeto. La otredad lleva a catalogar estas manifestaciones sociales como algo "malo", "vándalo" o "peligroso".

De esta forma, el aparato de Estado busca limitar nuevamente el poder transformador del espacio público, pues ha sido la ciudad, el territorio en donde se han posibilitado grandes cambios sociales, políticos, culturales y económicos. Fue la caída del muro de Berlín, un acto de manifestación social en lo urbano, lo que llevó a la transformación geopolítica del mundo, en la disolución de la Unión Soviética. Otro ejemplo de la importancia de la ciudad como espacio de transformación más reciente fue la Primavera Árabe originada en las ciudades y en sus espacios públicos. 

Existen múltiples ejemplos de las ciudades como espacios de renovación y sus espacios públicos como formas de expresión del descontento social. Ejemplos recientes a nivel internacional como las múltiples manifestaciones en Misk, capital de Bielorrusia, para evidenciar desde el espacio público el desacuerdo frente a los resultados electorales y del gobierno autoritario de Aleksandr Lukashenko. Así como las multitudinarias manifestaciones en las ciudades estadounidenses en contra de la violencia racial, son una muestra del poder de las ciudades y de su espacio público, que sigue apropiándose por los ciudadanos a pesar de las restricciones impuestas por la crisis de salud pública causada por la Covid-19.

En Colombia las ciudades y sus espacios públicos también han sido protagonistas de diferentes manifestaciones de la sociedad civil para exigir derechos y el respeto por la vida. La apertura democrática y la instauración del Estado Social de Derecho han permitido la apropiación del espacio público desde su concepción como lugar político. Bajo esta premisa se han presentado recientemente múltiples formas de apropiación del espacio público para reivindicar derechos de poblaciones históricamente excluidas como los pueblos indígenas, las mujeres y la comunidad LGBTIQ. 

En este orden de ideas, las marchas del Orgullo LGTBIQ se han apropiado del espacio público como un instrumento a través del cual reivindican sus derechos en una sociedad conservadora y discriminatoria. El espacio público se convierte en un lugar de sociabilidad que permite la creación artística, estética y performativa de la acción colectiva. Las calles principales de las ciudades y las plazas centrales son transformadas a partir de las muestras artísticas, de arengas y batutas que hacen de esta reivindicación un acto político y pacífico de apropiación del espacio público.

Así mismo, las movilizaciones de mujeres en las calles y plazas principales de las ciudades que reivindican sus derechos en todos los ámbitos, son una muestra de la apropiación del espacio público como un lugar político. Se han caracterizado por ser manifestaciones pacíficas, artísticas y performativas. No obstante, también se han presentado diferentes formas de re-significación de monumentos e infraestructuras que representan la violencia patriarcal y estatal que han afectado la integridad de las mujeres. 

Así, por ejemplo, en las manifestaciones por la exigibilidad del respeto por la vida de las mujeres y en contra de los feminicidios en la Ciudad de México, algunas colectivas feministas en el Zócalo, la principal plaza del centro histórico de esta ciudad, pintaron los nombres de mujeres que han sido asesinadas o desaparecidas en años recientes. Igualmente, pintaron y cambiaron estéticamente algunos monumentos históricos que representaban la violencia patriarcal que afecta a las mujeres.

En Bogotá, durante la movilización del 8 de marzo de 2020 por el Día de la Mujer, se presentaron actos de re-significación del espacio público. Algunas paredes fueron pintadas, así como estaciones de Transmilenio y el Comando Metropolitano de la Policía. Además, se hizo el performance denominado "un violador en tu camino" frente al Comando Metropolitano de la Policía como una forma de protesta política frente al abuso policial y a la violencia de género ejercida por algunos miembros de esta institución. El espacio público una vez más se convierte en un instrumento político de reivindicación de derechos. 

Adicionalmente, la movilización no tomó la ruta tradicional, buscó llevar su mensaje a toda la ciudad, desconcentrando esta acción colectiva de los espacios públicos tradicionales como la ruta hacia el centro de Bogotá. La ruta inició en el Centro de Memoria Histórica Distrital y terminó en un acto político denominado el "Gran bazar popular de las mujeres trabajadoras" en el parque Olaya Herrera. Los espacios públicos fueron apropiados por las mujeres a través de muestras artísticas, actividades populares y acciones simbólicas como el bazar popular o la performatividad de los cuerpos. Así, las mujeres nos apropiamos de un espacio que nos tuvieron negado por muchos años. 

Por otro lado, el Paro Nacional que se desarrolló en los meses de noviembre, diciembre y enero de 2019 fue otra muestra de la apropiación política del espacio público por la ciudadanía. El descontento de mujeres y hombres hacia las decisiones, medidas y políticas establecidas por el Gobierno Nacional se manifestó en el espacio público de las ciudades y áreas urbanas, no solo por medio de la movilización social sino también por medio de acciones simbólicas como las clases que se desarrollaron en los diferentes parques, plazas y espacios públicos de las ciudades, en los cuales se reunían profesores, estudiantes y ciudadanía en general a discutir los puntos de exigencia del Paro Nacional. También se presentaron otras acciones como el Concierto del Paro Nacional que se desconcentró en diferentes espacios públicos de Bogotá.

Paro Nacional 2019 Bogotá David Pirachicán ÁvilaDel mismo modo, el Paro Nacional desconcentró la movilización social y las acciones simbólicas de los lugares tradicionales de encuentro público como las plazas principales, trasladándose a los espacios públicos locales y barriales. Fenómenos como el cacerolazo en los diferentes barrios de las ciudades de Colombia, son una muestra de la apropiación política de los diferentes espacios públicos desde lo más local. Además, el Paro Nacional propició una nueva forma de vecindad política. Fue común ver en los barrios como sus diferentes habitantes se reunían en los parques y en familia para manifestar su descontento.

En este contexto de movilización social y de apropiación de los diferentes espacios públicos desde lo local, se presentaron también muestras de represión de la protesta social desde el aparato de Estado por medio de la violencia de la Policía Nacional y de agentes del ESMAD. Al ser el espacio público un lugar de encuentro entre opuestos la violencia urbana es otra manifestación de su complejidad. Esta forma de violencia tiene diferentes matices, se encuentra la ejercida por quienes se encuentran en el lugar de la manifestación pública que propician desmanes y vandalismo, y que entra en puja con la violencia ejercida por el aparato de Estado representado en la Policía Nacional y en el ESMAD.

La violencia urbana durante el Paro Nacional dejó varios daños materiales, pero esta no es la afectación más preocupante de este tipo de violencia.  Afectó a los ciudadanos que se manifestaban pacíficamente, terminando en la muerte desafortunada de Dilan Cruz, el 25 de noviembre de 2019. Adicionalmente, derivó en medidas que restringen la libertad de movilidad y el uso del espacio público como lo fue el toque de queda decretado en la ciudad de Bogotá la noche del 22 de noviembre de 2019 por el presidente Iván Duque y el exalcalde Enrique Peñalosa, debido a los actos violentos que se presentaron en la jornada del Paro Nacional. De este modo, el espacio público se constituye en una herramienta también del apartado de Estado para controlar y vigilar a la ciudadanía, a través de medidas como el toque de queda. 

Por otro lado, en acontecimientos más recientes de toma del espacio público como lugar político por la ciudadanía se presentó los días 9, 10, 11 y 12 de septiembre de 2020 por medio de diversas manifestaciones, plantones, cacerolazos y tomas de los CAI en diferentes barrios de la ciudad de Bogotá en contra de la violencia policial y por la muerte de Javier Ordoñez en un CAI. Estas manifestaciones derivaron en violencia urbana, personas que se encontraban en los diferentes cacerolazos iniciaron desmanes en los CAI, esta forma de rebelión en algunos barrios de la ciudad fue producto del descontento social. El CAI se ubica en el espacio público como un símbolo de la institucionalidad de la Policía Nacional, por tal motivo, fue atacada su infraestructura, como un acto simbólico de desobediencia civil en contra de la violencia y el abuso policial.

Producto de estas acciones se desató la violencia del aparato de Estado por medio de sus agentes, la Policía y el ESMAD. Estas acciones de represión ejercidas por representantes del Estado que buscaba justificación ante la opinión pública bajo el precepto del monopolio legítimo de la violencia afectó los derechos y las vidas de diferentes personas que hacían y no hacían parte de la manifestación social. Esta violencia urbana tuvo un saldo de 194 policías y 209 civiles heridos, además de 13 civiles muertos. 

Como respuesta a esa violencia urbana y a la violencia desmedida ejercida por miembros de la Policía Nacional, la ciudadanía activa volvió a las calles y se apropió de los CAI, ubicados en el espacio público. Esta toma ya no fue violenta sino artística y comunitaria desde la acción política no violenta. Los murales y la instalación de bibliotecas comunitarias en los CAI de zonas como el Parkway o Suba La Gaitana fueron una manifestación simbólica de resistencia pacífica frente a la violencia de Estado y como homenaje a las víctimas de esas fatídicas noches. De este modo, la re-apropiación y re-significación de los espacios públicos también son una respuesta ante la violencia urbana y sus diferentes matices.

Estas manifestaciones sociales se desconcentraron para hacer de lo local y de lo barrial protagonistas de la apropiación del espacio público como un acto político. Además, se reprodujo en las diferentes ciudades de Colombia como Barranquilla, Medellín y Manizales en donde la ciudadanía se apropió del espacio público para expresarse en contra la violencia policial, los feminicidios, asesinatos a personas negras y LGBTI. https://scontent.fbog4-1.fna.fbcdn.net/v/t1.0-9/78179403_10157134352667620_5589345738933927936_o.jpg?_nc_cat=105&ccb=2&_nc_sid=730e14&_nc_eui2=AeFRSfjmdvWmQ22Hwb9rk2MHFuesKNODeHYW56wo04N4dpQFeoufKT0ru3tDrF4SRzA&_nc_ohc=9E1M8xA44L4AX9sBaXm&_nc_ht=scontent.fbog4-1.fna&oh=88d91fe7c38b3d25d72a0e8c588de58a&oe=5FD62AC4

Finalmente, la apropiación del espacio público como lugar político por parte de la ciudadanía para manifestarse a través de diferentes acciones simbólicas, performativas y de diálogo, en contravía a las manifestaciones de la violencia urbana que se producen en medio de la apropiación y disputa por el espacio público plantea grandes retos para las aglomeraciones metropolitanas. Dado que estas aglomeraciones al estar conformadas por diferentes ciudades y áreas urbanas presentan retos significativos en materia de convivencia ciudadana, acompañamiento a manifestaciones sociales y sobre el ejercicio del monopolio legítimo de la violencia. Estos retos se acentúan aún más por la crisis de salud pública actual causada por la Covid-19 que ha llevado a propiciar medidas que restringen el uso del espacio público. Bajo este contexto, vale la pena preguntarse por el futuro del espacio público como lugar de encuentro político entre opuestos.

  • Referencias bibliográficas:

    - Filipe, C. & Ramírez, B. (2016). Discursos, política y poder: el espacio público en cuestión. Territorios, 35, 37- 57. Doi: dx.doi.org/10.12804/territ35.2016.02

    - Hernández García, Jaime (2013). Construcción Social de Espacio Público en Barrios Populares de Bogotá. Revista INVI, 28(78),143-180. [fecha de Consulta 12 de Noviembre de 2020]. ISSN: 0718-1299. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=258/25828908005

    - Viviescas, F. (2019). El 21N y el cacerolazo en la revolución del Espacio Público. Universidad Nacional de Colombia. 

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    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

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