La conferencia de ONU Habitat III dejó establecida una Nueva Agenda Urbana que responde al proceso acelerado de urbanización alrededor del mundo, lo que ha dirigido una atención espcial sobre las ciudades como espacios estratégicos en donde se desarrollan de manera significativa diversas dinámicas, dentro de las que se resalta la emergencia de problemas relacionados con diversas formas de violencia y conflicto.

Al punto que se dejó estabecido dentro de los estándares propuestos por esta conferencia la integración de “medidas inclusivas para la seguridad urbana y la prevención de la delincuencia y la violencia”, lo que pone de presente la importancia de lo urbano dentro del debate de seguridad y viceversa. De acuerdo con el World Economic Forum “se ha vuelto indiscutible que la forma en la que las ciudades se desarrollan tiene un gran impacto en la seguridad”.

En este sentido, para Hugo Acero experto en temas de seguridad ciudadana y Ex subsecretario de convivencia y seguridad ciudadana de Bogotá, “No es gratuito que ONU Habitat haya planteado este tema en la medida en que es allí, en las ciudades, donde se están vulnerando los derechos de la mayoría de los ciudadanos, en materia de seguridad a la vida, a la integridad, a la propiedad inclusive al libre desarrollo de la personalidad, pues no son pocos los hechos de violencia que se realizan por diferencias o por intolerancia hacia la diferencia (poblaciones perseguidas como la LGBTI) o por diferencias en el color de piel, de religión”.

De acuerdo con el experto “La importancia radica fundamentalmente en la cantidad y la concentración de hechos delincuenciales que suceden y que afectan la seguridad de los ciudadanos, y es bien reconocido que en nuestras ciudades representan el 80% de la concentración de las poblaciones totales” afirma Acero.

En el contexto de estos espacios urbanos, tanto en América Latina, como en Africa y Asia es posible identificar la coexistencia y convergencia de factores de inestabilidad tales como delincuencia, crimen organizado transnacional y circuitos económicos ilegales, estableciendo áreas dentro de las ciudades en las que se disputa el control estatal, lo que que complejiza el escenario la seguridad y convivencia de los ciudadanos. De acuerdo con el World Economic Forum “una creciente tendencia en seguridad llamada periferias en disputa”.

Esta perspectiva pone una presión especial a la hora de entender la relación entre desarrollo urbano, planificación y las variables de violencia y conflicto, toda vez que las falencias en el trámite de demandas sociales surgen y se multiplican en el marco de las ciudades, lo que genera inestabilidad y problemáticas en los centros productivos y de poder de los Estados en el mundo contemporáneo.

Para Hugo Acero en el caso colombiano hay unas ciudades más preparadas que otras para enfrentar estos desafíos pues “son muy pocos los alcaldes que asumen esto con la responsabilidad requerida, son muy pocas las alcaldías de las ciudades que tienen una estructura administrativa y equipos especializados para realizar este tipo de labores; otras han dejado esto en manos únicamente de la Policía y de los jueces, incluso algunas propugnan por que las Fuerzas Militares salgan a patrullar y también hagan control ciudadano” agrega.

Finalmente, siguiendo los planteamientos del experto se plantea que “el problema no es sólo de jueces y policías, no es solamente un problema de fuerzas militares. Pensemos en lugares violentos e inseguros en nuestras principales ciudades, y el asunto es que allí no solo hay delincuentes, en estos lugares no solo se encuentra la actividad delincuencial sino que también se encuentra a niños y niñas por fuera del sistema educativo y que están propugnando por ingresar a estas organizaciones; se encuentran escuelas que se están cayendo, parques abandonados, barrios sin iluminación, desordenes con el tema de basuras, y pues ni los jueces ni la policía son los encargados de atender esto temas, eso le corresponde a otras instancias especialmente de orden municipal y de las administraciones de las ciudades. Y ahí se requiere una intervención integral, una intervención que va desde la prevención hasta el uso legítimo de la fuerza, una forma de intervención en la que la Policía y la Fiscalía, desarrollan un trabajo de controlar a los delincuentes y los ponen a la disposición de la justicia, pero también donde el alcalde, la administración municipal y las instituciones del orden nacional atienden a esos niños por fuera del sistema educativo, a los jóvenes que están en las pandillas, arreglan los parques, iluminan los barrios, arreglan los entornos urbanos que se encuentran deteriorados. Esta es una verdadera intervención integral” concluye