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Bogotá debe crecer, pero no sobre la Reserva Van der Hammen

Publicado el Thursday, 01 December 2016, en Divulgación académica

El proceso de urbanización de la capital puede llegar a tener un daño ambiental irreversible

El continuo debate en torno al tema de preservar la Reserva forestal Thomas van der Hammen tiene muchos matices, posiciones a favor y en contra, y es que en últimas esta Reserva hace parte de la estructura ecológica principal de Bogotá y la región, cuenta con un área de 1.395 hectáreas, resultado de una larga lucha que comenzó hace ya más de 15 años.

Gonzalo Andrade, profesor de la Universidad Nacional, declaró este año que la Reserva tiene una zona de preservación del ecosistema natural que abarca aproximadamente el 5.89% de ese territorio, una zona de restauración del ecosistema que abarca aproximadamente el 50% de la reserva, una zona de uso sostenible del ecosistema con un 33% y la zona de preservación del patrimonio, que abarca el 9.9 %. Por tal razón, hay una negativa con respecto a edificar en este lugar.

En este sentido, el reto de la gestión urbana está en lograr un equilibrio entre los procesos de urbanización y el bienestar de los ecosistemas que permitan la vida en las ciudades. De acuerdo al Foro Nacional Ambiental a principios del siglo XX Bogotá experimentó un crecimiento poblacional significativo lo que representó una presión para los ecosistemas, y en algunos casos la desaparición de ecosistemas de gran importancia para la sabana de Bogotá, lo que llamó la atención de varios científicos, entre ellos Enrique Forero y Thomas van der Hammen quienes advirtieron sobre la necesidad de conservar los ecosistemas claves para asegurar la sostenibilidad ambiental de la ciudad.

De esta manera apareció para 1998 el término de “Estructura Ecológica Principal”, como resultado de un estudio una solicitud de la CAR, como autoridad ambiental, solicitada al profesor van der Hammen, para referirse a los ecosistemas claves que están conectados que garantizan la biodiversidad y la provisión de servicios para la población. El área de la reserva fue identificada como parte fundamental de la estructura ecológica principal de la sabana de Bogotá, ya que permite conectar los cerros orientales, los humedales, los relictos de bosques, el cerro de la conejera y el rio Bogotá. Con base en lo anterior, el profesor Andrade afirma que “es una zona de uso sostenible del ecosistema y preservación del patrimonio”.

Tras la primera alcaldía de Enrique Peñalosa (1998-2000) formuló un POT en el que propuso urbanizar toda la zona norte de Bogotá incluyendo el área de la reserva, de allí el debate entre la CAR y el Distrito acerca de la expansión urbana. Después de un estudio académico riguroso de diversas entidades bajo la coordinación del Instituto de Estudios Urbanos, se sustentaron los argumentos de la importancia ecológica de la reserva. Finalmente, La reserva Thomas van der Hammen fue creada mediante el Acuerdo 011 del 2011 y su plan de manejo establecido en el Acuerdo 022 de 2014, ambos, actos administrativos del Consejo Directivo de la CAR.

Tras este arduo proceso y pensar que el futuro era prometedor, Enrique Peñalosa, actual alcalde de la capital, vuelve a poner sobre la mesa la urbanización en la reserva. Si bien el proceso de urbanización es un tema vital para las necesidades de la población en la ciudad, el profesor Andrade considera que “está de acuerdo con que la ciudad tiene que extenderse y hay que construir más viviendas porque indudablemente es una necesidad, pero por qué en las 1.395 hectáreas de lo que es la reserva”. Si la reserva se urbaniza, se perdería la conectividad entre los principales ecosistemas de la sabana, ya que es el único lugar en donde, a través de programas de restauración se pueden conectar los relictos de bosques, los humedales y los cerros orientales, "esta reserva es para un proceso de restauración del ecosistema, que es el trabajo que hizo el Profesor Van der Hammen", así lo aseguro el profesor Gonzalo Andrade.

Los bogotanos podrían contar con uno de los bosques más grandes del mundo, un pulmón verde para la ciudad que puede ofrecer cultura, diversidad y educación. "Hay acuíferos debajo de la reserva, y construir encima de reserva implica destruir esos acuíferos y el flujo de agua subterránea que hay entre el cerro y el río Bogotá se va a romper completamente" sostiene el experto.

Cada centímetro del territorio es un patrimonio en común de los habitantes de Bogotá, no es un capricho de los científicos, ni estar en contra de la urbanización, ya que, en palabras del profesor de la Universidad Nacional, "es completamente imposible extraer alguna hectárea de la reserva para construcción, tenemos que pensar que la reserva debe permanecer para la conservación ambiental y del cambio climático".

Como muestra de agradecimiento a la ardua labor del científico holandés por quien la reserva lleva su nombre, y el legado que esto representa para la ciudad, se debe pensar una vez más qué se debe hacer con la reserva, ya que hace parte del ordenamiento territorial tanto a nivel regional como nacional, el debate sigue sobre la mesa.

  • Boletín escrito para el Observatorio de Gobierno Urbano del IEU. Autor: Andrea Hernández y Daniela garcía.

    • Etiquetas: AGU
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