El debate actual sobre la reserva Van der Hammen tiene una particularidad especial debido al tratamiento político de un tema de carácter técnico en el que se diluye la preocupación por las posibilidades para lograr un crecimiento armónico de la ciudad con su entorno y la concentración de estos asuntos en ‘una pelea de carácter político y que no busca soluciones técnicas’.

De acuerdo con el profesor Fernando Montenegro del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia, “para el manejo de una ciudad como Bogotá se debe enfrentar un asunto que es la relación ecológica entre la ciudad y el medio natural. Tenemos una ciudad que hace años desbordó a la misma ciudad, la única discusión es analizar cómo logramos que ese crecimiento sea armonioso con las condiciones naturales”.

Es en este escenario que la propuesta planteada por el Distrito levantó una serie de discusiones entre diversos sectores que agrupan a defensores de los valores ambientales de esta zona de la ciudad y quienes establecen la importancia de aprovechar estos espacios para descongestionar el norte de la ciudad a través de proyectos de vías y de urbanización.

Frente a esto el docente afirma que “la reserva Van der Hammen en sí misma no es un valor natural especial, es una posibilidad de construir unas relaciones naturales entre los cerros y el río, pero esto no se logra, esta reserva tiene más el oficio de impedir que haya un proceso de urbanización continuo y de alta densidad”. En esta misma línea buena parte del debate se presenta por el hecho que “hoy en día ésta reserva toca suelos que están sumamente comprometidos, hay sembradíos de flores, hay núcleos de vivienda familiar, colegios institucionales y hay una gran cantidad de campos de fútbol, que cuando la agricultura desaparece es lo que va quedando, los pastos que se producen en la sabana que son foráneos ocupan gran parte del territorio y fundamentalmente sirven para eso, para tener vacas o para jugar futbol, y hoy en día se juega fútbol porque no hay vacas” agrega el docente del IEU.

La discusión entonces no se centra en la oposición a los elementos naturales, o contra el ambiente, lo que se busca es una dinámica en la que se pueda vivir en un medio ambiente correcto, en este sentido el profesor Montenegro plantea que “la gente confunde estos dos términos, y de ahí que se ha vuelto un pleito entre algunos grupos de gente dedicada al cuidado de los elementos naturales y un político que es Peñalosa, desviando la atención de lo que le importa a la ciudad y a la región como la posibilidad para recuperar el medio ambiente”.

“De seguirse con la negativa de desarrollar un proceso de urbanización un poco más denso o un poco más importante, sencillamente lo que vamos a tener a futuro, es una invasión con procesos de urbanización muy intensos en toda la sabana de Bogotá, que es un tema sumamente valioso no sólo en términos del ambiente natural sino desde el punto de vista del soporte de la alimentación para la ciudad” afirma Montenegro.

Finalmente, la pregunta esencial que debe plantearse es ¿cuál es el concepto con el cual debemos producir un crecimiento armonioso de la ciudad? De acuerdo con Montenegro “lo que deberíamos estar preguntándonos es ¿de qué manera ésta ciudad puede seguir creciendo?, eso no es una decisión del alcalde, ni de ningún ambientalista, es una decisión de la ciudadanía, de la comunidad”

Un apartado sobre movilidad

Desde el punto de vista de la movilidad el Profesor Montenegro plantea que “existe una conmutación laboral muy fuerte entre la ciudad y su vecindario, y Bogotá se quedó con un conjunto de corredores carreteras que unen a la ciudad con esos entornos que son muy grandes; si uno mira el panorama de Bogotá y la región se necesita urgentemente construir un sistema vial mucho más amplio y fuerte que le permita a la gente ésta conmutación.

Para el experto de la Unal, la movilidad es un tema serio, “técnicamente es necesario resolverlo y la única manera de hacerlo, es donde hay espacio, no hay de otra; en Soacha es más complicado porque la urbanización ya es total, pero todavía en el norte y en el occidente hay alternativas para resolver este problema”, concluye.