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Ucrania: Incertidumbres e imposibilidades para el fin de la guerra

Publicado el Sunday, 11 September 2022, en Participación en prensa

El profesor Carlos Alberto Patiño Villa del IEU publicó un artículo en la revista Rolling Stone "Ucrania: Incertidumbres e imposibilidades para el fin de la guerra", en donde analizó  el conflicto entre estos dos países.

Foto: IEU

El siguiente texto hace parte del libro Guerra en Ucrania: Origen, contexto y repercusiones de una guerra estratégica de impacto global. Su autor, Carlos Alberto Patiño Villa, es profesor de la Universidad Nacional de Colombia, vinculado al Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales

Patiño Villa ha también publicado libros como Imperios contra Estados: La destrucción del orden internacional contemporáneo, Guerras que cambiaron el mundo y El origen del poder de occidente: Estado, guerra y orden internacional, y su perspectiva nos ayuda a entender tanto las causas como las consecuencias del conflicto que viven Ucrania y Rusia.

Desde el comienzo mismo de la guerra, cuando Rusia desplegó un gran ejército para intervenir en territorio ucraniano en febrero, como en las diferentes guerras de invasión desde la Antigüedad, ante la pregunta sobre cómo podría lograrse el fin de la misma, surgieron los tres escenarios básicos que se mantienen como una constante en la historia: Primero, las fuerzas militares del Estado invadido son derrotadas en las confrontaciones bélicas y, en consecuencia, pierde el control territorial, la población deja de apoyar a los gobernantes y el Estado es derrotado. En este caso, cualquier posibilidad de terminación de la guerra está determinada porque el Estado atacado deja de existir y, por ende, cualquier tratado que se pueda negociar se limita, más o menos, a la rendición y desaparición de cualquier estructura institucional que pueda reorganizar la población en un orden autónomo. Los ejemplos de este tipo de rendiciones son abundantes desde la Antigüedad, incluso la misma historia de la formación del Estado en Rusia, desde antes del período de los Romanov, es un ejemplo claro. Con el surgimiento de los Romanov, la toma de territorios que se consideraban independientes, como el del Kanato de los tártaros de Crimea, durante el siglo XVIII, a través de la guerra primero, y luego con la imposición de una seria transformación política, e incluso cultural, dicho kanato desapareció. Norman Davies provee, en un libro realmente aleccionador sobre la desaparición de Estados y sociedades, de ejemplos copiosos de procesos similares.

Incluso si se quiere un ejemplo de la Antigüedad, de donde parece posible obtener ejemplos de Estados que eran intervenidos militarmente y en consecuencia desaparecían, se pueden citar los diversos casos en los que los persas invadieron Estados enteros, y sus sociedades terminaban incorporadas y asimiladas dentro de la nueva sociedad gobernada. Uno de estos, quizá el más dramático fue la suerte corrida por Cartago después del desafío de Aníbal contra Roma como centro imperial en crecimiento que centralizaba el comercio y el poder dentro de sus propias redes, pues terminó siendo borrada hasta sus cimientos por las tropas romanas que no dudaron en eliminar a la sociedad cartaginesa. Dicho de manera directa, desde la Antigüedad hasta el mundo contemporáneo, no ha sido infrecuente que desaparecieran Estados y sociedades a manos de invasores que tendían a asumir sus territorios, asimilar o eliminar a sus sociedades, lo que incluía ciudades, religiones o prácticas culturales específicas, dentro de sus propias instituciones.

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Segundo: el Estado invadido logra establecer una capacidad suficiente de resistencia, reorganiza las veces que sea necesario sus tropas, consigue más armamento, logra apoyos de terceros Estados, expulsa al invasor y conduce un contraataque que lleva a la derrota del invasor, que puede incluir una alianza más amplia de Estados contrarios al invasor. Esta puede ser en parte la historia misma de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, que libró una brutal guerra de resistencia contra el invasor alemán, bajo el gobierno del régimen nazi, y que teniendo apoyo de los aliados occidentales, especialmente Estados Unidos, que a través de la Ley de Préstamos y Arrendamientos otorgó tanto dinero como armamento, equipos médicos de campaña e incluso alimentos a la URSS. Así, estalogró reorganizar a sus tropas, ir al contraataque, y desde el flanco oriental alemán, obtener su derrota. En otras palabras, la Gran Guerra Patriótica, como denominaron los soviéticos a la Segunda Guerra Mundial, y su participación en ella, hubiese sido imposible sin la ayuda y el reconocimiento occidentales.

Y tercero: ninguno de los dos Estados confrontados, tanto el invasor como el invadido, logran imponerse sobre el adversario y, en consecuencia, tienen que optar por lograr victorias mínimas que les permitan tener posiciones firmes en la negociación de un tratado para finalizar la guerra. Estas circunstancias han sido frecuentes, y se puede identificar una serie clara de casos desde la Guerra de los Treinta Años, de 1618 a 1648, en donde se evidencia cómo los Estados tienden a fortalecer su posición sobre el terreno de los combates, lo que conlleva que las personas no combatientes, que usualmente se identifican como civiles, sean también objeto de severas represalias y ataques violentos, al punto que durante el siglo XX se consideró que actos masivos de tales características debían ser nominados y castigados, como hizo Rafael Lemkin con los actos que terminó caracterizando como genocidio, y otros casos más.

Una victoria mínima puede ser obtener el control de un sector territorial clave, la toma de una o varias ciudades importantes, el establecimiento de un control particular sobre una ruta de uso frecuente o de valor estratégico destacado. También la puede constituir la derrota evidente y clara de las fuerzas armadas del Estado contrario, o el bloqueo de las mismas. En el momento en que estos textos se escriben, parece ser

claro que el objetivo inicial de la guerra en Ucrania, que aún continúa desenvolviéndose mientras han fracasado los intentos diplomáticos por establecer un alto al fuego y la consecuente finalización de la guerra, no se consiguió. La derrota del Estado ucraniano a través de la toma de la capital, Kiev; el cambio de régimen y la imposición de una condición de reunificación con la Federación de Rusia, que tendría un conjunto de opciones que podrían ir desde una federación internacional hasta la redefinición de los territorios de Ucrania como territorios rusos, su redistribución en nuevas unidades administrativas, y quizácrear procesos forzados de migración de partes de la población que pudieran llevar a la alteración de una identidad nacional que necesariamente se ha reforzado con la guerra no se ha dado. Según han recogido investigadores de Royal United Services Institute for Defence and Security Studies, en un informe presentado el 22 de abril, compuesto tanto por información de fuentes abiertas como por entrevistas sobre el terreno en Ucrania, incluyendo posiblemente fuentes rusas, el plan inicial era derrotar a Ucrania en un plazo inferior a dos o tres semanas, obligar a una negociación en los términos de Moscú y, sobre esa base, exponer el nuevo triunfo militar, político y diplomático el 9 de mayo, conmemoración del Día de la Victoria.

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Esto explica que al finalizar el primer mes de guerra e invasión, el Kremlin replanteara su estrategia y se decidiera por tener un objetivo limitado, consistente en establecer el control del oriente de Ucrania, es decir, de la región del Dombás, así como de la ciudad de Mariúpol, un importante puerto y zona industrial, que además garantiza estabilidad para la armada rusa en el mar de Azov, eliminando cualquier posibilidad de que aparezca un arma rival en estas aguas. También las ciudades de Donetsk, Lugansk, Horlivka, Sievierodonetsk y Rubizhne, hacia el norte. Escoger esas áreas urbanas como las bases de una victoria militar sobre el terreno implica crear una zona más amplia hacia el occidente, estableciendo una curva defensiva territorial hacia el futuro. Hacia el sur y suroccidente de Mariúpol la ofensiva rusa tiene como objetivo el puerto de Berdiansk y las ciudades de Melitopol, Polohy y Jersón. Y al parecer, según la información que se puede recoger a través de diversas fuentes abiertas, si estos objetivos fuesen alcanzables, si se pudiera afirmar en ellos el poder ruso y consolidar la presencia territorial, la ofensiva debería proseguir por el suroriente de Ucrania, incluyendo las ciudades de Mykolaiv y Odesa.

Hasta aquí es claro que la estrategia rusa tiene como objetivo mínimo conectar territorialmente la península de Crimea, conquistada militarmente en 2014, a través de la costa occidental del mar de Azov, con el suroccidente de Rusia. Pero estos objetivos mínimos de la guerra llevan a que necesariamente se plantee un objetivo intermedio a partir de la conquista de Odesa: abrir un corredor territorial que permita conectar la región de Transnistria, al nororiente de Moldavia, con las nuevas conquistas rusas, creando nuevas fronteras territoriales y, por tanto, modificando la geopolítica.

Para Ucrania se trata de impedir, contener y revertir cualquier conquista territorial de Rusia sobre su territorio, algo que ha sido expresado con contundencia por el presidente Zelenski y gran parte de los militares, e incluso parte de la población civil presente en las áreas atacadas. Para Zelenski, como lo ha dejado claro en diferentes intervenciones a lo largo de la guerra, Crimea sigue siendo territorio ucraniano, y su estatus político y territorial debe ser discutido. Para los militares y los combatientes ucranianos ha sido clave el armamento entregado, vendido o cedido por los occidentales para detener el avance ruso sobre el oriente del país, y es parte de lo que ha llevado a que las conquistas territoriales, todavía al final de abril de 2022, estén lejos de consolidarse.

Pero ¿cómo se reflejan los movimientos militares sobre la posibilidad real de negociar un tratado? La respuesta no es clara cuando la guerra aún está en ejecución, y menos aún con la falta de éxito militar de Rusia, lo que hasta ahora no quiere decir derrota, pero sí abre una perspectiva de un conflicto prolongado, en donde los militares ucranianos profundizarán tácticas de guerra asimétrica e irregular, y los rusos deberán exponer su frontera suroccidental a una guerra posiblemente de largo aliento.

https://es.rollingstone.com/ucrania-incertidumbres-e-imposibilidades-para-el-fin-de-la-guerra/

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    Realizada por: Carlos Alberto Patiño Villa

    *Doctor en Filosofía, profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia. Director del Instituto de Estudios Urbanos durante el periodo 2012-2020.

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

    • Etiquetas: Guerra, Imposibilidades, Incertidumbre, Ucrania
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