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Bogotá no está preparada para su rol de megaciudad

Publicado el Monday, 02 May 2016, en Divulgación académica

Nota publicada en el portal de Unimedios, hablando sobre el Seminario Internacional Transformación Política de las Áreas Urbanas: Ciudad de México y sus Consecuencias para Colombia y América Latina.

Nota original Unimedios

La capital del país está en camino de convertirse en una megaciudad (concebida como urbe con más de 10 millones de habitantes), “pero política y administrativamente no tendría cómo responder a las demandas asociadas a los servicios urbanos”.

Bogotá, con una población cercana a los ocho millones de habitantes, pero cuyas dinámicas por ser capital agrega cientos de miles más cada día, necesita con urgencia encontrar nuevos mecanismos de gobierno eficaces ante las demandas y necesidades ciudadanas.

Así lo estima el docente y director del Instituto de Estudios Urbanos (IEU) de la Universidad Nacional, Carlos Alberto Patiño, tras el análisis sobre los impactos que implicó la transformación política de Ciudad de México, para pasar de ser un Distrito Federal a un Estado de la República.

En efecto, la reforma de la capital mexicana, que tendrá autonomía legislativa, política y administrativa e incluso una constitución que operará desde el 2018, ya ha planteado serios desafíos ante problemáticas como la movilidad, el transporte, las garantías de servicios, el medioambiente -entre otras- que brotan en ciudades que están en expansión.

De la misma forma como los residentes de localidades periféricas a Ciudad de México le aportan a su oferta de bienes y servicios, Bogotá revela una situación similar con los habitantes de municipios como Chía y Soacha, entre otras.

Según el docente, Bogotá podría estar lidiando no solo con las demandas de sus habitantes, también probablemente con 9,5 millones, si se agrega la movilidad de los que residen en esas localidades. Pero, además, con una población flotante en la ciudad y zonas de impacto, que podría aumentar el número a 12 millones de personas.

En el caso de Ciudad de México (CM), según la profesora y doctora en estudios ambientales de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, Esthela Sotelo, los ciudadanos que habitan esas zonas del entorno tardan en promedio 1 hora y 53 minutos en su trayecto desde su casa al trabajo.

Con base en ese contexto de irreversible urbanización de la población, asociada a las estructuras de movilidad, se pone de presente que “resulta imposible seguir administrando realidades urbanas de más de ocho millones de habitantes con modelos municipales, que son de hace más de dos siglos”, sostuvo por su parte el profesor del IEU, Fabio Zambrano.

Por ejemplo, el parangón de lo que ha pasado con las soluciones de movilidad para la población de Soacha, con las recientemente anunciadas para el norte de la ciudad con la ampliación de la autopista. Según el profesor Zambrano, uno de los retos es apuntarle a otro tipo de gobierno urbano, “si es que se quieren subsanar las inequidades territoriales”.

Al respecto, la docente de la Universidad Autónoma Metropolitana subrayó que este es uno de los mayores retos en su país. El derecho al suelo, afirma, debe ser otorgado por la autoridad y no por la especulación inmobiliaria.

En cuanto a la inequidad, un reciente estudio en México dio cuenta que mientras que un habitante del centro tiene derecho a 600 litros de agua al día, el de las regiones de la periferia apenas recibe 50.

La reforma que da pie a la autonomía de Ciudad de México prevé que la ciudadanía puede votar y participar en sus propias reformas institucionales. Sin embargo, quienes le aportan a la oferta de bienes y servicios en CM pero que no residen allí no pueden hacerlo, hecho que “es una manifestación total de incoherencia”.

Aunque no se puede aplicar esta experiencia de manera similar en Colombia, para Carlos Patiño la reforma en México prueba que los ciudadanos pueden conformar sus propios gobiernos y participar en los mecanismos de conformación institucional. En tal sentido, explicó, el real significado es que las decisiones no se agotan con el papel de los partidos políticos, sino que van hasta el sentir de los ciudadanos, que es más plural.

El crecimiento de Bogotá y en general de las grandes ciudades plantea sendos desafíos en materia de planeación de ordenamiento territorial y, sobre todo, unificación.

En ese sentido, según Esthela Sotelo hay un vicio en el ámbito nacional, pero que se reproduce en Ciudad de México con tres sistemas de planeación inconexos. El primero de ellos es el Programa Federal del Desarrollo, luego el Programa General de Desarrollo Urbano y un último sobre Ordenamiento Territorial Ambiental, que ha generado un caos en términos de planeación de la ciudad.

Dado que la problemática se replica en las llamadas delegaciones, genera traumas entre las demarcaciones territoriales y las estrategias de planeación.

La discusión sobre estos retos se realizó en desarrollo del seminario “Transformación política de las áreas urbanas, el caso de México”, organizado por el Instituto de Estudios Urbanos de la U.N. con apoyo de la Red Iberoamericana de Historia y Teoría Política.

(Por: Fin/HEVC/MLA/APBL)

N.° 615

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