El trabajo de Ibarra se titula “Gobierno y planificación de la condición ambiental del aire en Bogotá 2018 – 2020. La informática y el Big Data como herramientas de análisis y manejo” y busca analizar cómo se ha gestionado la calidad del aire en la capital colombiana desde las políticas públicas y el uso de información. Fernando Montenegro Lizarralde, profesor especial del IEU y director de este trabajo resaltó la importancia de abordar la temática con enfoque urbano, ya que es un campo de estudio novedoso.

“Hace unas décadas en Colombia se comenzó a estudiar el tema de la calidad del aire y tomó relevancia con la Ley 388 de 1997 y de la obligación de los municipios de hacer un plan de ordenamiento territorial. Ha ido tomando fuerza porque es un fenómeno que ha crecido debido a que las ciudades en el país son densas y el transporte, la industria y demás generadores de gases son muy contaminantes”, señaló Montenegro.

De acuerdo, con el profesor Montenegro este trabajo tiene tres pilares: el primero es reconocer la importancia de la calidad del aire; el segundo es entender cómo el uso del big data puede evaluar el problema y el último es cómo desde el gobierno urbano se gestiona la problemática.

En ese sentido el profesor universitario  Juan Felipe Franco, director de Hill, consideró que el valor agregado de este ejercicio es la visión de gobierno urbano, porque la problemática se debe abordar desde un trabajo interdisciplinar.   

Gobierno urbano y calidad del aire

En años recientes en Bogotá se han declarado alertas por la baja calidad del aire, es por ello que Ibarra indaga sobre las respuestas que desde el gobierno le dieron a la problemática. “En el Concejo de la ciudad se tocó el tema y en las ponencias se abordaba la visión científica para proponer soluciones. Pero ninguna estaba en la línea del gobierno urbano sino que respondía a cuestiones técnicas”.

Para Franco la calidad del aire es una preocupación no solo de las ciudades colombianas, sino a nivel mundial. Para el caso de nuestro país se debe abordar de diferente manera teniendo en cuenta la zona en la cual estamos ubicados. Montenegro reforzó esta idea al afirmar que la calidad del aire afecta de manera distinta a las comunidades, pues son más vulnerables quienes habitan cerca las zonas industriales.

“En Bogotá es preocupante porque la alerta se dio de manera general, pero el problema afecta de forma desigual a sus habitantes. Hay evidencias que el centro occidente de la ciudad tiene unas altas concentraciones de contaminantes del aire, incluso llegan al doble de lo que se registra en otros lados. Hay que entender la problemática de una manera diferenciada y allí las autoridades deben priorizar los lugares donde se requiere una mayor intervención” aseveró Franco.

Frente al papel que han jugado los gobiernos locales en el caso de Bogotá, Ibarra estudió el periodo  2018 – 2020, es decir la parte final de la administración de Enrique Peñalosa y el inicio de Claudia López. Encontró que los dos tienen en cuenta los temas que se refieren al cambio climático y desarrollo de las ciudades en el marco del cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11. Sin embargo, solo López lo incluyó en su Plan de Desarrollo.  

 El uso del big data para entender el problema

Hay muchas bases de datos con información cuantitativa y cualitativa. Está la información de las estaciones meteorológicas, las investigaciones universitarias y otros estudios. “Había mucha información pero no estaba articulada con el fin de tener una proyección para una política pública que incluyera lo ambiental, social y económico. Entonces si hay datos y pocos recursos ¿por qué no relacionarlos y mirar la problemática de manera transversal?” ,aseguró Ibarra.

El profesor Franco planteó como un reto de nuestras ciudades entender la distribución espacial de la contaminación del aire y cuáles son las poblaciones más afectadas mirando indicadores económicos, de escolaridad, nutrición infantil y otros que impactan de manera negativa.  

Según Ibarra, hay tres variables que se deben tener en cuenta. El biotopo, es decir, la parte geográfica; la ciudad construida, es decir las viviendas, vías y espacio público, y por último las actividades humanas. Teniendo en cuenta estos indicadores, que se pueden encontrar por la big data, y las variables planteadas por la estudiante es necesario entender que se requiere un cambio en el concepto de gobernanza, pues es fundamental que los ciudadanos entiendan el tema y asuman una responsabilidad, relató Montenegro.

Responsabilidad ciudadana

Para el profesor Montenegro afrontar el problema de la calidad del aire se debe hacer no solo desde la normatividad. “Hay legislación que busca beneficiar la calidad del aire pero son las personas las que tienen que implementar las medidas. Los ciudadanos deben ser conscientes de qué implicaciones trae estar en alerta amarilla o naranja. Es ahí donde está la gobernanza en la cual interactúan alrededor de siete actores que aportan a la solución del problema”, concluyó Ibarra.