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Reseña del libro Medellín: Urbanismo y sociedad

Publicado el Lunes, 01 Noviembre 2021, en Divulgación académica, Destacados

En 2019 Jorge Pérez Jaramillo entrega al público el resultado de años de reflexiones sobre la ciudad contemporánea en el marco especial de nuestro continente. 

Reseña del libro Medellín: Urbanismo y sociedad

Escrito por 

*Gustavo Adolfo Arteaga Botero

 

Desde el lugar de académico y con rol de traductor e intérprete de las teorías del urbanismo producido fuera del contexto latinoamericano, el autor se comprometió con aspectos pragmáticos y urgentes que no estaban siendo atendidos. Entendió que nuestras ciudades no disponían de los recursos, los fenómenos junto con los conflictos suponían por las magnitudes, nunca antes vistas, nuevos escenarios con retos para la producción de la ciudad. 

 

Las problemáticas asociadas a las realidades económicas y políticas, vistas desde el fenómeno del narcotráfico, estaban desarrollando formas únicas urbanas que desde la ilegalidad disponían de los recursos para hacer un tipo de ciudad sin Estado. Los efectos vistos con la perspectiva de los años dan la razón para colocar la necesidad en el actuar desde las realidades que se presentaban. 

 

Lo demográfico entendido como el crecimiento continuo y acelerado de la población urbana, las migraciones internas, el desplazamiento forzado, la confrontación política violenta, entre otras, hacían de estas ciudades un nuevo elemento que emergió en el campo del urbanismo, en el cual, la legalidad o el rol del Estado debía operar con determinación para producir un tipo de reorganización en el desarrollo urbano. Con este panorama es que las reflexiones del autor hacen del Libro Medellín: Urbanismo y sociedad un tipo de diálogo con diferentes actores que toma complejidad con el sentido cronológico de las referencias. 

 

Se puede decir que en los primeros momentos, por no comprender la magnitud de la realidad a la que se enfrentaba la sociedad, el diálogo se plantea desde el reconocimiento de los actores para comprender qué ciudad tenían. Para este instante en particular la sociedad de Medellín sufría los señalamientos del país, era estigmatizada por ser la cuna de la “cultura narco”. Fue dejada sola enfrentando una cruda violencia. El resto del país se limitó a observar en los primeros momentos pensando que el fenómeno era algo solo de ella. Una “ciudad que moría” o una “sociedad fallida” son algunos de los adjetivos retomados por Pérez para desarrollar el diálogo inicial a manera de contexto. 

 

De esa sociedad en crisis, pero que se reconocía, surge una agenda ambiciosa en donde el proyecto de ciudad fue el eje de diversos debates. Quienes no huían de la ciudad se disponían a ser actores de la transformación. En este punto un segundo diálogo surge en el libro, el autor ya actor del proceso narra en primera persona lo generado. Los consensos, las ideas, los pactos por la legalidad, las nuevas instituciones, la confianza, la responsabilidad y el compromiso fueron el dinamizador del eje del debate. La ciudad para la vida, la ciudad de lo público y lo colectivo, lo de todos, se hizo el discurso de presentación en el que múltiples formas de contribuir con el cambio de sentido podían llegar y eran bienvenidos. 

 

Los barrios y sus parques fueron centro de un proyecto que tomaba fuerza en el que la ciudadanía que podía hablar, caminar y salir de nuevo a las calles era parte de una sociedad que se reconocía en un territorio común. El Medellín del valle del río y de las comunas en las laderas fueron estableciendo los lugares del diálogo. Lo público en la agenda Medellín también salió de unas facultades de arquitectura que hicieron de la calle el proyecto colectivo en el que miradas diversas llegaron para contribuir. Lo político según esta mirada emerge como el sentido de gestión para el proyecto de transformación. En este punto un tercer diálogo se puede reconocer en el libro, el de un actor que pasa a ser gestor de las diferentes voces que, sabiendo lo querido, definían el rumbo de la agenda de consolidación del proyecto de ciudad. 

 

El libro en esta parte se hace una caja de herramientas para planificadores y urbanistas, permite comprender las realidades y desde ellas nos propone que con el actuar desde la horizontalidad los proyectos en consenso y las voces ciudadanas son la guía y el camino. La planificación se entiende en esta parte del texto no como los documentos complejos, costosos, lejanos al ciudadano y difíciles de ejecutar, por el contrario, el plan es la acción. Puede ser el mejoramiento de barrios de origen espontáneo en manos de comunidades religiosas, fundaciones o alcaldía, también son las redes e infraestructuras de una fuerte empresa de servicios públicos, es el transporte público entendido como una columna para generar equidad. 

 

El plan es recuperar los valores ambientales. El Río Medellín exponía el potencial reorganizador del territorio con los cinturones verdes para contener la huella urbanizadora, lo urbano tenía un norte que salía en búsqueda de restablecer relación con lo rural y lo natural. Los ecosistemas para la conservación llegaron a la agenda política de la ciudad, pero como en todo proceso hay aspectos en momentos coyunturales, cuando son desatendidos, que muestran ser la fragilidad. Es bajo esta reflexión que el libro entra en un último diálogo profundamente crítico.

 

El proyecto político alejándose de la consolidación del proyecto y cayendo en las urgencias de la opinión, lo electoral. La agenda se hace el espacio para extraer pequeños textos de campaña, se negocian los sentidos de los consensos, el pacto se fractura. En esta parte del libro las ideas de la agenda Medellín nos advierten que no se deben caricaturizar. Como una alerta se reflexiona sobre la inexistencia de las fórmulas mágicas, los milagros instantáneos y el riesgo de una generación de técnicos hábiles en la construcción de promesas cautivadoras. 

 

Lo ejemplar del proceso no es algo que se aprenda en una visita turística por los puntos definidos por las agendas del mercadeo de ciudades, no es algo que se escucha en restaurantes o bares. En esta parte del texto el sentido nos señala que sólo entendiendo el principio máximo del respeto y la vida es que la ciudad puede ser un lugar posible en el que Medellín, por lo difícil de lo que ha enfrentado, es ejemplo. Es la gran idea que nos deja el valioso libro Medellín: Urbanismo y sociedad.

 

 

  • *Arquitecto Docente de la Universidad Javeriana Cali. gustavo.arteaga@javerianacali.edu.co 

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    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

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