De acuerdo con el consultor en temas urbanos, Jorge Luis Baquero Quiroga, participante del programa 100 Expertos en Estudios Urbanos Dicen, para entender qué tan público es un espacio se debe pensar en las prácticas diarias que involucran, en términos de los elementos de accesibilidad y uso.

El primero, se relaciona a temas de control y el segundo, a la cantidad y al tipo de apropiaciones que se dan en este espacio. “Esto define la producción territorial, es decir, la combinación de estas apropiaciones junto al control es lo que llamamos la apropiación territorial”, explicó. (Lea también: Centros comerciales ¿espacios públicos o privados?)

Por ejemplo, sentarse a leer, conversar o comer en una banca de un parque son tipos de apropiaciones del espacio, usos que fueron destinados desde la planeación. Sin embargo, el encuentro de ciudadanos en un parque para consumir drogas son una clase de apropiación que no estaba premeditada pero que se dan a partir del uso.

“De ahí que sea importante por eso entender la diferencia entre las apropiaciones destinadas y las apropiaciones a partir del uso”, insistió el experto.

Por tanto, entre más tipo de apropiaciones se puedan dar, más público será el espacio. No obstante, “se debe tener en cuenta qué tipo de apropiaciones queremos que ocurran, no solo desde el nivel central sino también desde la comunidad que vive allí”, afirmó.

En el caso de Bogotá, el Distrito señala que el espacio público efectivo por habitante con carácter permanente es de 3.93 m2; siendo 15 m2 el índice mínimo de espacio público efectivo por habitante definido en la normatividad. Es decir, hasta el momento la ciudad ha alcanzado apenas un 26% de la meta de espacio público de acuerdo a su población.

Para Baquero, la clave para generar espacios realmente públicos es lograr su apropiación por parte de diferentes usuarios. “Esto se logra combinando estrategias de producción destinada, que tengan en cuenta qué pasa en ese espacio, qué pasa a los alrededores, cada día y cada hora; es importante tener claro los flujos de usuarios que puede haber y las potencialidades de uso para evitar usos como el consumo de drogas o estimular otros tipos de uso que no se están dando”, señaló.

“Esto no ocurre en la realidad, ya que las decisiones de qué hacer o no en un espacio son tomadas desde niveles centrales con ideas bien intencionadas pero que muchas veces no recogen el potencial de territorios que se pueden producir con los usos diarios por parte de los ciudadanos”, advirtió el experto.

En consecuencia, la propuesta del consultor es tener en cuenta las dinámicas reales que ocurren en los espacios públicos para multiplicar el tipo de usos y de esa manera estimular su visita o su apropiación por parte de una multiplicidad mayor de usuarios.