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Pandemia y desarrollo: viejos y nuevos desafíos

Publicado el Domingo, 25 Abril 2021, en Divulgación académica, Destacados

Desde antes de la pandemia la idea de desarrollo ya estaba en cuestión. Entendiendo el desarrollo como un proceso que ordena y pone en equilibrio los recursos naturales con las tendencias demográficas y de aglomeración, pues los resultados que se palpaban antes de la llegada del Covid-19, ya eran muy preocupantes.

Foto Alcaldía de Bogotá

 

Escrito por: Jorge Coronel López
Economista
Mg. en Economía
Profesor
Columnista Diario Portafolio

El principal fenómeno que desdice el avance sobre una buena idea de desarrollo es el cambio climático. Aquí, el calentamiento global, el aumento de la temperatura gradual, las alteraciones en los ciclos climáticos y la contaminación en general, especialmente en las grandes urbes, ponían en extrema evidencia que el desarrollo que se perseguía no era el correcto

Esta crítica no había sido bien comprendida. Si bien aparentemente nadie se oponía a reconocer el mal camino, poco se hacía para modificarlo. El problema tal vez radica, no en el enfoque macro, sino en su concepción micro. Es decir, no es la idea más general de que se estaban haciendo las cosas mal, sino en la necesidad de identificar qué cosas y en dónde se estaba actuando de forma peligrosa. Este era el punto. 

Para explicar mejor esta idea habría que decir que una cosa era reconocer el cambio climático como fenómeno y actuar de alguna manera en pro de corregirlo; pero otra cosa era saber a ciencia cierta dónde estaba el desequilibrio en el uso de los recursos naturales, dónde estaban las malas prácticas que tenían los territorios, las ciudades o las aglomeraciones, para actuar con el objetivo de modificarlas. Y esto tiene que ver con los modos de producción. De manera que el paso era empezar a modificar los modos de producción para poder decir que se había comprendido bien el fenómeno y que había un serio compromiso de enfrentarlo.

Pero no. Esto no estaba ocurriendo así. Lo que hubo fueron manifestaciones, declaraciones y compromisos muy generales, donde los Objetivos de Desarrollo Sostenible ―ODS― aparecen como un mecanismo de presión. Esto es loable, pero tal vez está siendo insuficiente. Y la explicación es la misma: porque no se está promoviendo la transformación total del modo de producción que prevalece. 

Entonces ¿Cuál es el modo de producción dominante? Pues hay que decir que por lo menos desde los años setenta la idea de desarrollo empezó a ser capturada por las ideas económicas. Dichas ideas concebían ―erróneamente― que la mejor manera de avanzar sobre un sistema económico era mediante un crecimiento sostenido de la producción. Por lo tanto, los esfuerzos tendrían que centrarse en este aspecto solamente. Los demás desafíos y problemas que debería resolver la economía, quedaban sujetos a la posibilidad de lograr esta mayor producción. Mejor dicho, la idea es que, si aumentaba la producción, mejoraría el empleo, las condiciones de vida de las personas, se corregiría la desigualdad y la pobreza. 

Pero se cometieron muchos errores; primero, porque era necesario construir una política social que garantizara el derrame y la riqueza generada por la mayor producción: asunto que no ocurrió y no podría ocurrir porque hay otro problema: esta idea de más crecimiento privilegia y consiente bastante la propiedad privada, dado que aplica los principios del capitalismo. 

El segundo error es que por buscar aumentar la producción ―lo que se conoce como crecimiento económico― no fue capaz de poner en orden y en equilibrio el uso de los factores productivos ―tierra, capital y trabajo en una concepción muy básica―. Esto fue lo que llevó entonces a hacer mal uso de los recursos naturales, a alterar los ecosistemas y a contaminar el medio ambiente. Aunque también por el lado del trabajo se fueron generando esquemas y relaciones laborales más precarias, con menor remuneración y muy esclavizantes, lo que también ha producido el empobrecimiento de los trabajadores, la desprotección social de las personas y el estancamiento de los salarios con su evidente desacople con la productividad.

Gráfico 1: Tendencia de los salarios reales promedio y la productividad laboral en países de altos ingresos 1999-2017

Fuente: (Organización Internacional del Trabajo, 2019, pág. 13)

Por esto es que el ODS 8 tienen un conflicto entre sí, pues habla de promover el crecimiento económico y el trabajo decente, dos objetivos que son contrarios bajo las ideas dominantes. Así fue que el desarrollo empezó a tener una altísima relación con la economía, al punto que muchos confundieron crecimiento con desarrollo, lo que significó el mayor error. Quienes creyeron que eran los mismo estaban concibiendo que todo crecimiento entonces conducía a un desarrollo per se, sin darse cuenta que la contaminación y los desperdicios generados por la producción nunca podrían ser considerados como ejemplos de un buen desarrollo. 

En consecuencia, esto era lo que ocurría antes de la pandemia, pero ahora con la llegada del virus y la alteración imprevista que impuso en todos los campos está dejando serios desafíos. 

Por ejemplo, una de las mayores restricciones que se presentan tiene que ver con la dificultad de realizar actividades presenciales y la imposibilidad de llevar a cabo aquellas actividades que se caracterizan por su aglomeración, como son los eventos públicos, llámense conciertos, restaurantes, cines, actividades turísticas, entre otras. Estas actividades están comprendidas dentro de uno de los sectores que venía sosteniendo, no solo la economía local y nacional, sino mundial: los servicios. Incluso, el transporte público cae en este campo, pero pese a estar afectado, no se ha paralizado del todo. Luego el desafío es: ¿Qué hacer con estas actividades y hasta cuándo van a tener su restricción? ¿Cómo salvarlas o cómo ponerlas en condiciones que puedan coexistir con un virus que parece que llegó para quedarse?

Ahora, si se recoge la mala idea de desarrollo que se traía con la intención de corregir sus problemas, pues este sería un buen momento para generar un punto de inflexión y motivar cambios severos en los modos de producción. Ya la pandemia impuso ciertas condiciones, como la necesidad de trabajar y estudiar desde casa, lo que demanda mejor conectividad, entre otros aspectos. También impuso la virtualidad para ciertas actividades que muchos realizaban presencial, especialmente asuntos relacionados con pagos y transacciones. Estos hechos, aparentemente sencillos, están determinando nuevas formas de relacionamiento en los territorios y son elementos que tienen que empezar a hacer parte de la renovada idea de desarrollo. 

En síntesis, la pandemia tiene que servir para revisar a fondo la idea de desarrollo, con el objetivo de repensar seriamente los modos de producción y ojalá sin inclinar la balanza tantos sobre las ideas neoliberales o neoclásicas que aún dominan la economía.

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    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

    • Etiquetas: Cambio climático, Ciudad, Desarrollo, Modos de producción, Pandemia, Urbano
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