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La movilidad post-Covid en Latinoamérica

Publicado el Lunes, 12 Abril 2021, en Divulgación académica, Destacados

La pandemia de la COVID ha provocado un cataclismo en los esquemas de movilidad que conocíamos. En el pasado año 2020, con la eclosión de la pandemia, han irrumpido nuevos paradigmas de movilidad, algunos de los cuales han llegado para quedarse.

Tram Barcelona

 

Por: Pau Noy
Ingeniero industrial
Presidente de la Asociación Iberoamericana para la Movilidad Urbana Sostenible
Barcelona

El más evidente es el teletrabajo pero hay muchos otros. Un efecto colateral de la pandemia es el de homogeneizar y mundializar muchas políticas públicas. El marco de las naciones se queda pequeño para la acción, porque los problemas cada vez son más globales y, por tanto, requieren soluciones mundiales. Por eso necesitamos una gobernanza mundial, aspecto este, del que me ocuparé en un futuro comentario. Volviendo a la movilidad, las tendencias observadas a grandes rasgos en el espacio latinoamericano no son diferentes de las de otros continentes, y pueden resumirse como sigue.

En primer lugar, señalar que la movilidad motorizada en general ha sufrido una fortísima caída, tanto por el auge del teletrabajo como por los sucesivos confinamientos que han reducido drásticamente, tanto movimientos pendulares recurrentes como los de gestiones, ocio y turismo.

A su vez, el uso del transporte masivo/público ha caído un 50 % pero se estima que podrá recuperarse hasta un  90 %, una vez superada la pandemia, que solo se superará en la escala mundial, nunca en la local, a inicios de 2024.  Los mensajes irresponsables lanzados por algunas autoridades públicas, en el sentido que el transporte público no era un lugar seguro frente a la infección, no solo han causado mucho daño sino que se ha visto que carecían de fundamento. La Organización Mundial de la Salud no ha podido reportar caso alguno de contaminación en los sistemas colectivos de transporte. Otra de las grandes lecciones de la pandemia.

También ha habido un boom en el uso de la bicicleta. En mi país, España, posiblemente la cuota modal haya alcanzado el 2 % a lo largo de 2020 y quizás el 3 % en 2021. Puede parecer poco, pero supone multiplicar por 20 los guarismos de hace una década. Aún así, estamos lejos de los países europeos más ciclistas. Recuérdese, por ejemplo, que en Copenhague la cuota modal de la bicicleta es del 50 % en trayectos urbanos y del 30 % en interurbanos. En el espacio latinoamericano todas las ciudades han tenido su propio boom ciclista, el más famoso de ellos quizás es el de Bogotá. La capital colombiana, con sus 8,5 millones de habitantes, ha alcanzado la extraordinaria cifra de 1 millón de ciclistas diarios. Resulta evidente que durante el episodio COVID la bicicleta se ha constituido como un sistema seguro de transporte.

En cuanto a la aviación, esta ha caído espectacularmente en un 90 %. Se estima que se recuperará en los años venideros pero no podrá alcanzar los valores de antaño. Eso será debido a la caída del turismo internacional, al auge del teletrabajo y a la necesidad de cumplir con los acuerdos internacionales de reducción de emisiones. Recordemos que el avión es el sistema de transporte que más CO2 emite por pasajero y km recorrido.

Por su parte, el uso del carro privado sufrirá una tendencia a caer a lo largo de esta década que acabamos de iniciar. Varias son las razones que amparan esta aseveración. El auge del teletrabajo, que impacta más en la movilidad privada que en la pública, puesto que la gran palanca del uso del coche es el viaje relacionado con el trabajo; la necesidad de reducir emisiones; y la lenta pero imparable sustitución de los coches a motor de combustión interna por eléctricos, proceso que se antoja incierto y difícil pero irreversible.

Los carros eléctricos son más caros que los tradicionales y presentan algunos problemas, el más evidente es la dificultad en llevar a cargo las recargas de sus baterías. Además, a pesar de la enorme eficiencia de un carro eléctrico –consume la quinta parte de los de combustión-- y de la sugestiva posibilidad de consumir energía eléctrica 100 % renovable, como ya hace el ferrocarril en toda España, sus elementos de tracción tienen elementos químicos que son poco abundantes. Algunos de esos famosos metales escasos son el cobalto y el neodimio. Mi hipótesis es que solo vamos a ser capaces de sustituir el 10 % de carros térmicos por eléctricos.

Incertidumbres en el escenario de la movilidad

Tengo la teoría que la pandemia de la COVID va a ser seguida por la pandemia de la escasez energética. Lo he explicado con cierto detalle en uno de mis últimos artículos https://blogs.lavanguardia.com/cambiar-para-seguir-viviendo/2021/01/15/que-hacer-ante-la-proxima-pandemia-la-de-la-escasez-energetica-11522/. En los últimos siete años apenas se ha invertido en nuevos yacimientos petrolíferos porque el auge del fracking en USA impedía un precio competitivo a las nuevas prospecciones. Una vez hundido el fracking en USA, dejando una terrible deuda de 300.000 millones de USD -a ver como Joe Biden puede gestionar esa herencia envenenada-, nos hemos quedado sin fracking y sin nuevas prospecciones que nos permitan disponer de nuevos recursos petrolíferos. Estamos viviendo del petróleo proveniente de los países del Golfo, el único de fácil extracción por ser superficial. Mi pronóstico es que en breve el petróleo superará la barrera de los 200 USD/barril y eso llevará a la movilidad privada basada en el automóvil a una complicada situación. A su vez, esta fuerte alza en el precio del petróleo traerá muchos ingresos a países como Venezuela o Canadá que basan sus recursos petrolíferos en arenas bituminosas que se pagan muy bien con altos precios internacionales del petróleo.

Además ha habido la eclosión del vehículo eléctrico, que en formato tren y bicicleta ya conocíamos, pero en formato carro ha sido una novedad. Aunque hoy el precio de un automóvil eléctrico es el doble de uno de combustión, disfruta de las enormes ventajas que antes mencioné. Pero la recarga plantea problemas. Piensen que, por ejemplo, en mi ciudad, Barcelona, el principal consumidor eléctrico de la ciudad es el sistema de metro, TMB. Pues bien, solo 2.000 carros cargando simultáneamente consumen tanta potencia como el metro…. siempre que todos carguen simultáneamente, ¡claro!. 2.000 carros es fácil de gestionar pero si son 200.000 la cosa se complica.

En el caso de Europa, además, no se van a vender carros con motor de combustión a partir de 2040. En el Reino Unido será antes, en 2030, según ha declarado su primer ministro. Está claro que la presión por reducir las emisiones es cada vez mayor por la lucha contra el cambio climático. Y eso nada más ha hecho que comenzar y solo hay que esperar el momento en que esa oleada llegue a Latinoamérica. Pero en lugar de esperarla sentados, hay que empezar a pensar en qué haremos cuando llegue.

Por tanto, creo que es razonable pensar que nos estamos dirigiendo a un nuevo escenario en el que en 20 años el carro de uso individual será una especie de artículo de lujo, probablemente reservado a los sistemas públicos, taxis, colectivos, carsharing, carpooling, etc. En la práctica, sobre todo en ciudades, dejará de existir movilidad privada. Trenes, buses, carros, todos los vehículos salvo la bicicleta, responderán a lógicas de planificación pública de servicio.

Y todo eso va a suceder en un contexto en el que la aparición del vehículo autónomo es bastante inminente. Se trata de un nuevo producto de movilidad que cada año va avanzando pasos. Posiblemente, los carros del futuro serán autónomos, eléctricos y públicos, a modo de extensión del transporte masivo/público pero en formato no masivo, con una capacidad entre 3 y 15 viajeros. Cabe recordar que en un vehículo autónomo como los que corren por Europa tiene una superficie similar a la del carro, unos 10 m². La diferencia está en su distribución interior. Dentro de un vehículo autónomo, bien distribuidas, caben 15 personas, muchas más de las 4 que caben en un automóvil.

vehiculo autónomo

Todas estas hipótesis apuntan a la urgencia de que las ciudades latinoamericanas se doten de una vez por todas de potentes sistemas ferroviarios urbanos, metros y tranvías, para dejar atrás los poco atractivos BRT. Ciudades como Medellín, Bogotá, Quito, y ahora Cali, decidieron construir a tiempo sus primeros sistemas ferroviarios urbanos.  Parten con ventaja. Pero solo estamos en el inicio. Habrá que pensar en cubrir con transporte ferroviario la mitad de viajes de los viajes urbanos. Eso significa emisiones cero además de multiplicar por entre 3 y 5 las actuales redes ferroviarias. Cuando existen, ¡claro! Hay que ponerse cuanto antes, manos a la obra.

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    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

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