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"Es urgente transformar la vivienda para garantizar calidad de vida y bienestar más allá de la pandemia": Carlos Torres

Publicado el Lunes, 20 Julio 2020, en Divulgación académica, Destacados

Los serios problemas de calidad, habitabilidad, tamaño y diseño que tienen las viviendas en Colombia se han acentuado en estos casi 4 meses de aislamiento preventivo obligatorio por la pandemia del coronavirus. Surgen llamados de urgencia para repensar la política pública y el mercado inmobiliario.

Teletrabajo / Foto Flickr

 

Carlos Alberto Torres Tovar, profesor de la Facultad de Artes, de la Universidad Nacional de Colombia, junto con los estudiantes del Seminario de Vivienda Social en Colombia adelantaron un estudio exploratorio sobre las condiciones actuales de vida, vivienda y entorno en tiempos de pandemia en Bogotá. 

Esta encuesta fue realizada con una muestra aleatoria de 615 unidades habitacionales de la ciudad, en cuatro escenarios: habitaciones, pagadiarios e inquilinatos (23); casas en el ámbito rural o urbano (234); apartamentos en áreas urbanas (339) y apartaestudios en áreas urbanas (19). 

El estudio dejó en evidencia la necesaria transformación de la vivienda para garantizar calidad de vida y el bienestar, pensando en los cambios trascendentales que tendrán la forma de habitar, las relaciones interpersonales, el trabajo, entre otros, producto de la pandemia. 

Pasados casi 4 meses desde el inicio del aislamiento preventivo, ¿Qué podríamos decir de la percepción de la población respecto a su vivienda? ¿Qué encontró este sondeo? 

En el caso de las habitaciones, pagadiarios e inquilinatos se encuentra la mayor brecha frente al aislamiento preventivo, dadas las condiciones de hacinamiento, carencia o ausencia de seguridad frente a la permanencia en ellas y por las dificultades económicas que obligan al trabajo informal y el rebusque. Además presentan condiciones que no garantizan una adecuada habitabilidad, relacionadas con problemas de ruido, humedad, relaciones del espacio habitado y la convivencia con otros vecinos. 

Las casas han respondido, mediante su proceso de adaptación, a múltiples funciones para las cuales no fue diseñada, cambiando de manera permanente espacios como las habitaciones, las salas y los comedores, para el uso de actividades remotas y virtuales. Un importante número de casas que utilizaban algún espacio de la vivienda para uso comercial, perdieron esa oportunidad y ahora lo dedican a actividades del hogar. El confinamiento desarrolla ansiedades y problemas de salud en las personas por las condiciones de convivencia y las dificultades para realizar actividades lúdicas y de recreación. 

La población que habita apartamentos se caracteriza, en su mayoría, por pertenecer a la clase media, tener un trabajo estable y vivir en un hogar de carácter familiar en el que no predomina el hacinamiento. Llama la atención que tanto antes como durante el aislamiento preventivo es baja la relación con los vecinos, probablemente porque la mayoría de los individuos de la muestra son trabajadores y estudiantes y quizá no tengan dentro de sus prioridades la vida social con sus vecinos. En términos laborales hay una modificación importante para los estratos 3, 4 y 5 porque parte de sus actividades migraron al mundo de la virtualidad, mientras que para los estratos 1 y 2 su dinámica cambió de un aislamiento inicial a la necesidad de salir a trabajar. 

Los apartaestudios son habitados principalmente por hogares conformados por una y dos personas, mayoritariamente parejas (45,4%). El 80% son arrendatarios y el 20% propietarios. Estos apartaestudios no están localizados en conjuntos cerrados sino en estructuras abiertas. En general no habitan niños, la mayoría son población joven de estrato 2, 3 y 4 que ocupan áreas menores a 40 m² y donde en esta situación de pandemia, el aislamiento incrementó para más del 60% de los casos la necesidad de trabajar desde su hogar. 

En tiempos de pandemia, ¿Qué podríamos considerar como vivienda adecuada?

Una vivienda adecuada en tiempos de pandemia implica la garantía de condiciones de salud y habitabilidad. Es decir, una casa adecuadamente ventilada e iluminada naturalmente; buenas instalaciones hidráulicas y sanitarias para que no haya fugas ni humedad; mecanismos de ventilación que permitan la circulación del aire y buenos sistemas de iluminación para los espacios internos; y espacio mínimo para desarrollar distintas actividades. 

Una vivienda adecuada implica que además haya espacios para compartir colectivamente pero también para la intimidad. Los nuevos usos de la vivienda vinculados al trabajo, la educación y otras actividades deben tener la posibilidad de no eliminar actividades que ya estaban en la vivienda. Se trata de un lugar que garantiza una vida digna y de calidad. 

¿Cómo ha cambiado el uso de espacios dentro de los diferentes tipos de vivienda?

En todos los casos se han presentado cambios significativos. En las habitaciones el uso de este espacio único ha tenido un incremento de otras actividades que no se desarrollaban antes de la pandemia y que afectan enormemente las condiciones de habitabilidad y bienestar. Estos lugares, en general, están ubicados en viviendas sumamente deficitarias donde se comparten el baño y la cocina, y donde los espacios comunes no existen. 

Si bien las casas en general presentan mayores posibilidades de tener más espacios, esto no significa que no se hayan modificado. La habitación, sala y comedor se caracterizan como los nuevos espacios de trabajo; la figura del despacho o el estudio en las casas es en cierta medida extinta. A partir de la pandemia las casas han tenido que surtir procesos de transformación afectando las condiciones de habitabilidad. 

En el caso de los apartamentos, los espacios que más aumentaron su frecuencia de uso son la habitación, la sala y el comedor, estos espacios se han convertido en polivalentes, es decir, varios usos en el mismo espacio durante el aislamiento. En general las características físico espaciales y el área del espacio al interior del apartamento tienden a ser igual o menos eficiente. Quienes carecen de espacio al aire libre, manifiestan la necesidad de incluirlos en su apartamento, sin embargo, quienes cuentan con el espacio no han cambiado mucho su frecuencia de uso. En este sentido, sobre qué tan adecuado es un apartamento para ser habitado tiende a ser una respuesta positiva, tanto antes como durante el aislamiento. Los nuevos usos predominantes que aparecen en los apartamentos tienen que ver con el cuidado de niños o adultos mayores, el ocio y el ejercicio. 

Los apartaestudios de por sí tienen un área muy reducida para el desarrollo del conjunto de las actividades y la garantía de la calidad de vida. Su uso es polivalente, dado que los espacios no son fragmentados, es un único espacio que puede cumplir distintas funciones, lo que hace que el aislamiento genere condiciones de adaptabilidad más complejas. Los encuestados manifiestan la necesidad de requerir mayores áreas, más espacios al aire libre, espacios para el trabajo y más espacios libres de uso comunal.

¿Cuál es la principal dificultad que tiene la vivienda en Colombia para que se pueda cumplir con esta política de 'quédate en casa'? 

La política de vivienda en Colombia ha privilegiado el valor del m² sobre las necesidades habitacionales. Las viviendas que se construyen para la mayoría de estratos, particularmente 2, 3 y 4, son formateadas y desconocen los diferentes tipos de hogar existentes en el país y las características geográficas y culturales. El mercado inmobiliario solo ofrece una única forma de vivienda a la cual los hogares tienen que adaptarse y no la vivienda a las necesidades de los hogares.

En Colombia no ha sido posible establecer una serie de normas o estándares mínimos de habitabilidad para la vivienda, ni siquiera para las viviendas de interés social o prioritario. La vivienda termina siendo posible en la medida que se tengan los recursos económicos para poder pagarla o dependiendo de la capacidad de adaptación. El Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio debería pensar en quiénes son los sujetos a los cuales va dirigida la política y cuáles son sus necesidades; desde esa lógica es necesario hacer un cambio significativo en las políticas públicas en el país. 

Exigirles a las personas que se queden en casa, en unas viviendas inadecuadas, insuficientes, insalubres, con condiciones que no garantizan las condiciones de habitabilidad y la vida colectiva durante tiempos prolongados, resulta muy complejo.

Teletrabajo sí, hasta que es en mi casa ¿Cómo le ha ido a la población con el teletrabajo?

La población de estratos 3,4,5 y 6 que tiene acceso a la tecnología y algunos recursos económicos se ha venido adaptando a estas condiciones de la virtualidad. Dimos un salto muy rápido del trabajo presencial a intentar trabajar desde nuestros hogares a través de la virtualidad. Este cambio ha tenido muchas dificultades, primero, porque no toda la población tiene posibilidad de tener los medios electrónicos y digitales; segundo, hay dificultades para adaptarse al desarrollo de actividades de manera virtual; tercero, estos mecanismos de contacto a través de la red son improvisados, no hubo un proceso pedagógico previo; y, cuarto, la baja cobertura y capacidad de la red de internet. 

A esto le sumamos que estar un número significativo de horas al día sentados frente a una pantalla empieza a afectar las condiciones de vida y la salud de la población. También, la vivienda ha perdido intimidad porque se convirtió en un espacio de estudio y trabajo. Aunque la virtualidad es una oportunidad para producir alternativas de vinculación laboral, estudio, solidaridad y redes, también nos impone una serie de condiciones que afectan la condición de vida de las personas. 

¿Pensando en este confinamiento, podemos hablar de un nuevo papel de la vivienda dentro de la ciudad? 

Evidentemente la vivienda empieza a asumir un rol diferente. Se nos había vendido la idea de que la vivienda era aquel espacio destinado a descansar y el resto de dinámicas se resolvía en los espacios colectivos y públicos; lo que nos muestra la pandemia es que hay que replantear este precepto porque la vivienda está reclamando aquellos espacios que fueron eliminados, que permitían que allí se pudieran desarrollar otras actividades distintas. Y también reclama espacios donde se desarrollen actividades de estudio, productivas, de recreación y esparcimiento, para el desarrollo colectivo e incluso para la agricultura urbana, es decir, reclama una transformación de fondo. Esto nos lleva a pensar que las viviendas tienen que generar un ejercicio de adaptabilidad en términos de polivalencia de los espacios; significa repensar el diseño interior de la vivienda y la adecuación de su mobiliario.  

¿Cuáles cree que serían las principales enseñanzas de la pandemia en relación con la vivienda? 

Esta pandemia nos deja múltiples enseñanzas. No podemos seguir insistiendo en la masificación de la vivienda sin considerar las características particulares de los hogares, sus condiciones geográficas y culturales. La pandemia muestra que las relaciones de proximidad relacionadas con la disposición de espacios adecuados y abiertos en las cercanías de la vivienda son necesarios y son las que a futuro van a garantizar la calidad de vida y el bienestar de las poblaciones, es decir, debemos volver a la escala de lo barrial y vecinal. 

La vivienda debe cambiar en términos de entender y priorizar los usos y servicios urbanos fundamentales y la disponibilidad de los mismos. Son indispensables escenarios vinculados a la garantía de la calidad de vida y el bienestar. Deben ser repensadas las vivencias al interior de las viviendas, la percepción y uso de los entornos, las experiencias de trabajo y uso de la ciudad. Las posibilidades de vivir la ciudad pasan por la necesidad de entender que esta nos pertenece a todos y que en ese sentido la vivienda es una necesidad y no una mercancía. 

El covid nos hace una invitación a construir una mejor sociedad; nos ha ratificado la importancia de la cultura y los comportamientos de las personas en los lugares donde habitan. La arquitectura y el urbanismo necesitan reconciliarse con las disciplinas biológicas y sociales para promover una arquitectura basada en el reconocimiento de los distintos modos de habitar. La pandemia no es la época de los cambios, es la época de las reflexiones.

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    Escrito por Paola Medellín Aranguren 

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan necesariamente la posición del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

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