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"El Día Mundial de las Ciudades invita a una reflexión sobre la importancia de la ciudad y la urbanización sostenible", Elkin Velásquez, Representante Regional de ONU Hábitat para América Latina y el Caribe

Publicado el Martes, 03 Noviembre 2020, en Divulgación académica, Destacados

Este 31 de octubre se celebra el Día Mundial de las Ciudades, una conmemoración impulsada por ONU Hábitat para promover reflexiones sobre la ciudad y su futuro. La Covid-19 y su impacto socioeconómico cambió la vida urbana e invitó a  repensar su desarrollo mediante la transformación práctica en varias dimensiones. 

Bogotá / Foto IEU

 

El Instituto de Estudios Urbanos dialogó con Elkin Velásquez, director de ONU Hábitat para América Latina y El Caribe, sobre la situación de las ciudades en la región en medio de la pandemia, la respuesta de los gobiernos locales a la crisis, el balance del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el aprendizaje para el desarrollo urbano. 

A propósito de la celebración del Día Mundial de las Ciudades, ¿cómo ve hoy, en medio de la pandemia, a las principales aglomeraciones urbanas en América Latina?

El Día Mundial de las Ciudades forma parte de la perspectiva más amplia de Octubre Urbano, que tiene como objetivo contribuir a generar conciencia sobre la imperiosa necesidad de trabajar en nuestras ciudades. Buena parte de los ODS a nivel global, regional y local se materializan en el territorio. Para América Latina es mucho más importante porque nos acercamos al 80 % de la población viviendo en ciudades.

En relación con la pandemia, o sindemia para referirnos a una crisis multidimensional como lo ha propuesto la revista médica The Lancet, las cifras de la región muestran retrocesos importantes en materia de pobreza y crecimiento económico. Hay una afectación muy importante desde diferentes perspectivas, entre ellas, el deterioro de las condiciones sociales y económicas. La pandemia llegó en un contexto ya caracterizado por altos niveles de desigualdad y segregación socioeconómica en la región que ha conducido justamente a que los más pobres tengan una mayor vulnerabilidad y resulten ser los más afectados. 

Aunque nos faltan  mediciones más concretas, hemos notado una especie de correlación entre los niveles de mayor afectación por la “sindemia” y la perspectiva espacial de la pobreza. Aquellos lugares que ya eran vulnerables y se caracterizaban por la informalidad y la precariedad es donde hemos notado el mayor impacto. Muchas de nuestras ciudades, llegan a este mes de las ciudades en una situación compleja y crítica. Sin embargo, al mismo tiempo, vale la pena destacar que la capacidad social institucional de hoy es mucho mejor a la que teníamos hace 15 años. Esto nos deja la perspectiva de que podríamos ver surgir una nueva ola de innovaciones urbanas y barriales, en términos de cómo utilizar nuevos ejes estructurales de la acción pública en la ciudad y cómo darle peso a nuevas prioridades. 

El Día Mundial de las Ciudades encuentra a las urbes de la región enfrentando una crisis, pero al mismo tiempo ocupadas en hallar, diseñar y crear las soluciones que se requieren para superar una condición crítica que  se va a quedar por un tiempo.  

En relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente el objetivo 11 Ciudades y Comunidades Sostenibles, ¿cuál era el balance del cumplimiento en la región antes de la pandemia y cómo cambió el panorama con esta nueva realidad? 

La región estaba avanzando aunque ya sabíamos que en algunos indicadores no alcanzaríamos el 100 % de la meta en 2030. Pero muchos indicadores venían mejorando en términos de lo esperado e incluso a niveles muy acelerados y, otros, como el de la equidad, estaban atrasados o con un ritmo muy lento. Si bien tenemos todavía 10 años por delante para su cumplimiento, la realidad es que la pandemia  nos ha golpeado social, económica e institucionalmente. Sin un análisis muy completo de los ODS, se pueden encontrar algunas proyecciones sobre hambre, pobreza, desigualdad, salud, entre otros, que indican que se han producido retrasos importantes en todos los aspectos. La Cepal ha estimado que tendremos retrocesos en los niveles de pobreza de la región y volveremos a los niveles que teníamos al inicio de los 2000.

Un tema estructuralmente problemático es que no siempre es fácil referir los indicadores a la perspectiva territorial, y específicamente a la vida urbana. Existe todavía un déficit en datos desagregados para los territorios, lo que hace necesario, relevante y pertinente hacer un esfuerzo en la región para tener mucha más información desagregada a nivel de territorios y de ciudades. 

Ahora lo importante es empezar a medir el impacto de la pandemia en términos de los indicadores de los ODS y de la capacidad de las instituciones nacionales y locales para retomar la trayectoria que se tenía. 

¿Cómo han reaccionado los gobiernos locales y nacionales para enfrentar los desafíos que representan el cumplimiento de los ODS y la vida urbana? 

Es importante admirar el trabajo que han venido realizando los líderes y las lideresas, y los funcionarios y funcionarias de los gobiernos locales porque les ha tocado enfrentar la peor crisis de la región en 100 años, con los recursos disponibles. En ese sentido empieza a ser evidente que las asimetrías preexistentes en términos de capacidades juegan un papel fundamental y limitan las posibilidades de responder bien a una crisis prolongada como la que vivimos. 

Las ciudades más grandes de la región, que tienen una capacidad institucional más o menos desarrollada, han asumido el proceso con liderazgo, pero también con incertidumbre. Esto obliga a actuar con humildad y con la posibilidad de pensar que frente a esa incertidumbre lo que corresponde es poner en juego la capacidad de innovación y adaptación.

La primera reacción a la crisis se planteó desde la perspectiva de los sistemas de respuestas a riesgos y desastres, que implican esencialmente las fases preparación, respuesta y recuperación. Sin embargo, la pandemia demostró que hay crisis que llegan con sorpresas en su dinámica. En especial, para la coyuntura concreta de la Covid-19 se requerirá integrar en el esquema que habrá una fase larga de convivencia con el problema, que no se encuadra claramente en la fase tradicional de recuperación; esa forma de ver el fenómeno necesita un paradigma de adaptabilidad a unas nuevas crisis sin trayectorias conocidas. Una institucionalidad más o menos robusta tiene mayor adaptabilidad. En ese contexto, también ha sido importante el liderazgo pedagógico que han asumido las autoridades locales en un ambiente de mucha polarización de la opinión pública y política en la región. 

En consecuencia, nos corresponde admirar, impulsar y apoyar lo que han hecho las autoridades locales en la región, que frente a la incertidumbre han asumido en general un liderazgo proactivo; unos han tenido más prevalencia en el tiempo gracias a su capacidad institucional y otros, con más voluntad que capacidad, han tenido dificultades para mantener el ritmo de respuesta. 

Esto nos deja varias lecciones, una de ellas la necesidad de una institucionalidad local fuerte para gestionar el desarrollo sostenible, con solidez y adaptabilidad. También nos lleva a revisitar la discusión sobre la descentralización, la relación entre los niveles de gobierno en términos de distribución de capacidades, de subsidiaridad, de flexibilidad y de trabajo conjunto en momentos de crisis. Igualmente deben revisarse los conceptos de gobernanza, para encontrar diseños institucionales capaces de responder a una crisis de esta naturaleza. Además, con la novedad (positiva) de la ciudadanía como actor protagónico gracias a las herramientas digitales. 

Tal vez la pandemia sea el momento que nos permitió catalizar las nuevas formas de gobernanza de las ciudades, más a tono con las necesidades y con la posibilidad de internalizar completamente en las agendas de desarrollo sostenible aterrizadas en los contextos locales. 

¿Qué otros aspectos podría resaltar como positivos en medio de la pandemia, en términos de enseñanzas hacia el futuro para el desarrollo de las ciudades? 

Es importante anteponer en el análisis el dolor y la afectación negativa que han tenido nuestras comunidades producto de la pandemia; no podemos perder de vista esa perspectiva humana ni ocultar los dramas humanos que ha traído esta situación. Después de esto, como han dicho algunos, se puede pensar el asunto como un espacio de oportunidad para considerar algunos elementos prácticos que han surgido y que podrían ser destacados. Uno de ellos lo hemos notado en Bogotá, en donde se convocó un grupo de trabajo multidisciplinario para responder a la situación apoyados además por una plataforma de datos abiertos, como resultado de la decisión política de la mandataria de la ciudad. Una forma de trabajo que probablemente no tenía antecedentes. 

Por otro lado, uno de los asuntos complicados en casi toda la región para, por ejemplo, llevar las ayudas financieras directas no condicionadas, ha tenido que ver con la consolidación de bases de datos robustas; esto ha sido complejo, entre otras cosas, debido a la alta informalidad en América Latina y a que muchos de los hogares más vulnerables no están registrados en las bases de datos y por ende son invisibles frente a las políticas estatales. La posibilidad de captar y reconocer a las familias más vulnerables que han sido invisibles a la política pública, se ha vuelto un elemento importante y práctico que va a generar resultados positivos. 

Otro punto es que la pandemia nos llevó a trabajar desde casa, a través de las plataformas digitales, a quienes teníamos los medios para hacerlo así. Pero como sabemos, no todo el mundo ha tenido esta posibilidad. Para los que la han tenido, hay un fenómeno interesante. Una perspectiva de democracia si se considera que la virtualidad horizontaliza muchas de las relaciones; al final del día hacemos parte de un mosaico de recuadros en una pantalla, aparentemente con las mismas posibilidades y en todo caso con mayor facilidad de contacto directo entre actores distintos. Esto nos deja un saldo pedagógico, que debemos capturar para darle sustento y construir un relato que pueda ser utilizado de manera práctica hacia adelante. 

También constatamos que el miedo al contagio en las aglomeraciones y en el transporte público nos llevó al uso de medios alternativos como la bicicleta, la patineta o caminar. A su vez, nos llevó a valorar más la proximidad al lugar de trabajo y a los servicios urbanos. La pandemia también nos ha llevado a darle mayor importancia a las actividades en espacios públicos abiertos, donde se reduce la posibilidad de contagio. También hay respuestas en el sector de los restaurantes, bares y otros espacios de socialización, que ha desarrollado nuevas estrategias para un funcionamiento que internalice las restricciones impuestas por el distanciamiento físico. Algunas de estas situaciones condujeron a respuestas que tal vez en sentido estricto no del todo nuevas, pero que han adoptado un carácter práctico y de hasta cierto punto expandido para sectores importantes de la población.

La pandemia nos recordó igualmente la ciudad de los 15 minutos, la ciudad de la proximidad (como a mi me gusta llamarla) como conceptos útiles, que aunque no son nuevos, se refieren a una realidad práctica que debe ser aterrizada considerando la especificidad local. Nos queda ese reflejo de buscar soluciones prácticas sin prohibirnos soñar sobre la perspectiva futura y el impacto para una ciudad sostenible. 

Hay otros temas que dependerán de cuánto tiempo dure la convivencia con la pandemia y de cómo los resolvemos para determinar si resultan prácticos y positivos. Algunos de ellos, la revitalización de edificios antes destinados a oficinas para aumentar la oferta residencial en el centro de las ciudades; la transformación de los programas de vivienda en términos de tipologías para enfrentar problemas de accesibilidad y hacinamiento; la importancia de las comunidades para gestionar y crear redes de solidaridad; la relevancia de la economía del cuidado y la institucionalidad del mismo. Ojalá puedan imponerse temas como estos.

La pandemia también nos da la posibilidad de revisitar las estructuras económicas de los sistemas de ciudades latinoamericanos en función de los cambios que vamos a ver en las cadenas de suministro globales. Lo que vamos a ver en los próximos años es una cantidad de incentivos para que las cadenas de valor se regionalicen. Esta es una oportunidad para América Latina, por la posibilidad de que regresen muchas inversiones a la región. 

El miedo a la interacción social que genera la pandemia se está transformando en acciones, sistemas de incentivos, cambios de comportamiento en la ciudad y concepción de los espacios públicos y privados; en ese sentido nos falta observar cuáles de esos cambios se transformarán definitivamente en un hábito permanente que impacte positiva o negativamente la ciudad.  

¿La pandemia podría incrementar la desigualdad en la región? 

Si bien la pandemia como fenómeno tiene la probabilidad de llegarle a todo el mundo por igual, la verdad es que no todos estamos en las mismas condiciones de vulnerabilidad socioeconómica. En América Latina esa vulnerabilidad está correlacionada con el territorio, nuestras ciudades tienen altos niveles de segregación socioespacial. Ya éramos desiguales antes de la pandemia, la crisis nos afecta siguiendo esta misma lógica, aquellos más vulnerables son los más afectados. En ese sentido, las proyecciones nos indican que infortunadamente la desigualdad multidimensional se va a incrementar. 

¿Qué expectativas tienen de las actividades alrededor de la celebración del Día Mundial de las Ciudades? 

Esto forma parte del posicionamiento de dos  mensajes fundamentales que tienen que ver, por un lado, con la importancia de la ciudad como aceleradora de los impactos de las políticas públicas progresivas, y por otro, con la necesidad de desarrollar una urbanización sostenible para alcanzar los ODS. Existe un grupo de personas, organizaciones y entidades que tienen interiorizados estos elementos. Sin embargo, la idea de estos mensajes es que lleguen a aquellos que los desconocen, para que los entiendan y, en consecuencia, que generen un cambio de comportamiento que nos permita dar pasos adelante. En los últimos años hemos avanzado en el posicionamiento del tema de la ciudad, un elemento que no es nada fácil en la medida en que lo urbano no tiene un rostro claramente identificable como sí sucede en temas como el de la niñez y las políticas de género. Sin embargo, se ha logrado en los últimos años posicionar el tema urbano de manera tal que los líderes a nivel global y local ya lo reconocen como un factor determinante del desarrollo y de las políticas.  Nos falta avanzar en el segundo aspecto, el relacionado con la traducción de dicha conciencia en acciones más concretas, en más recursos, en más trabajo sobre políticas públicas y en más actividades concretas en terreno. Octubre Urbano, por tanto, tiene el objetivo de ofrecer más herramientas a la sociedad para entender y actuar en consecuencia con la importancia de la ciudad y la urbanización sostenible. El Día Mundial de las Ciudades nos permite hablar de lo urbano como un ecosistema más complejo y completo a la hora de generar impactos de transformación e impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es un día para concientizar sobre el no dejar a nadie ni a ningún lugar atrás.

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    Entrevista realizada por Diego Peña y Paola Medellín 

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

    • Etiquetas: Ciudad, Desarrollo, Día Mundial, ONU Hábitat, Pandemia, Urbanización sostenible
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