*Nelson Camilo forero Medina
Universidad de Bielefeld

El artículo comienza con un abordaje teórico en el cual se define qué se entiende por espacio público y privado: “el espacio público es de uso y propiedad de todas las personas, mientras que el espacio privado es de uso o propiedad exclusiva de un determinado grupo de personas” (Forero, 2016, p. 7). Estas definiciones, sin embargo, son insuficientes para englobar el fenómeno que se quiere abordar. 

Los centros comerciales son espacios propiedad y de usufructuarían de privados en los cuales, no obstante, se desarrolla una de las funciones primordiales que se le han otorgado primariamente al espacio público, a saber, el encuentro de las personas para socializar. 

En ese sentido, el texto plantea la existencia de un tercer espacio: el híbrido. Este concepto permite examinar fenómenos en los cuales el espacio público se usa de manera privada o el espacio privado tiene funciones públicas. En este último se centra la segunda parte del artículo.

En esta sección se desarrolla una pequeña historia de los espacios públicos antes de la llegada de los centros comerciales para señalar la relación preponderante que ha tenido el factor económico en la planeación y desarrollo de espacios públicos desde la colonia en Bogotá. 

Con ello se observa de manera clara que la relación entre la empresa privada y las alcaldías para la construcción de centros comerciales no era una novedad, sino la intensificación de un proceso que se venía dando desde hace mucho tiempo. 

En esta nueva alianza se demuestra que los nodos de planeación urbanística fueron los centros comerciales como lo son, por ejemplo, los portales de Transmilenio. Esto lleva a la pregunta central del texto, ¿cuáles son las consecuencias de que los centros comerciales sean los nodos de urbanización? La respuesta le da el título al artículo: una sociedad dividida.

Si bien el espacio público ha sido pensado en su gran mayoría en un sentido económico, siempre existieron interacciones que se dieron en espacios públicos como parques, aceras o vías públicas. Las funciones de estos espacios han sido cooptadas, por así decirlo, por los centros comerciales lo que hace que la gran mayoría de interacciones sociales ahora tenga lugar en estos lugares y no en la “calle”. 

No obstante, aquí no radica el mayor problema derivado de que los nodos de la ciudad sean los centros comerciales, sino que al ser un espacio híbrido donde prima lo económico, estos espacios juntan la interacción social con lo económico. Así, el no tener capacidad económica, implica no tener acceso a la interacción social.

Más aún, como se mostró en el texto, los centros comerciales no son diseñados para el uso generalizado de la población, sino que acentúan la ya inequitativa estratificación existente en la ciudad. 

Al final se tiene varios nodos densamente poblados que responden a la lógica de la adquisición que fisura y divide aún más a una sociedad que por su esterificación administrativa ya está bastante dividida. 

Si usted desea mayor información sobre esta temática puede consultar el artículo “Centros comerciales en Bogotá: espacios híbridos, sociedad dividida” publicado en la revista “Ciudades, Estados y Política” del IEU.  Para tales efectos, ingrese a  https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/51404