Encontramos un territorio descoyuntado, organizado en función de las dinámicas exportadoras y por ello es que son las ciudades puertos las que más se han beneficiado de las aperturas económicas que se han sucedido desde la última década del siglo pasado.
Al mismo tiempo, los contrabandos han forjado varios corredores de circulación de los tráficos ilegales, que han valorizado varios puertos donde los niveles de violencia resultan pavorosos. Esto es lo que sucede en La Guajira, el golfo de Morrosquillo y Urabá. Estos corredores aseguran la comunicación de las economías ilícitas de los territorios de exclusión del Catatumbo, Perijá, Magdalena Medio, y el bajo Cauca.
Se produce una fuerte inclusión territorial en las ciudades asociadas a las economía legal, como Barranquilla por ejemplo, donde el crecimiento urbano es el más espectacular que se presenta en Colombia en este momento, frente a lo que sucede en el interior de la región, lejos de beneficiarse de estas dinámicas.
Se están formando nuevas aglomeraciones urbanas, como la de Cartagena, Barranquilla, Valledupar, Turbo, Montería, mientras que el resto de la región se está hundiendo.