En lugares específicos de América Latina, la producción de café ha sido una importante actividad de ocupación, desarrollo económico y transformación por parte del territorio y de la sociedad. En Brasil y Colombia la caficultura ha tenido históricamente un papel protagónico por su producción, consumo y las diversas costumbres y modos de organización de la sociedad que ha contribuido para la formación de una cultura alrededor del café.

La profesora Montoya considera que el tema se puede revisar desde dos puntos de vista. Uno es mirar la caficultura como un bien cultural y otro evaluar los procesos y desafíos que han enfrentado los procesos de valoración y preservación.

Colombia
En Colombia hace poco tiempo empezó a ser percibido como un elemento importante no sólo en términos históricos y económicos, sino también con relación a la cultura del país. De tal modo, desde 2011, el Paisaje Cultural Cafetero fue reconocido como un bien cultural de valor nacional y mundial, con la declaratoria de la UNESCO.

En este proceso de reconocimiento la academia, encabezada por las Universidades de Quindío, Caldas, Valle y Tecnológica de Pereira, jugó un papel fundamental. “Presentamos la propuesta ante la UNESCO que permitiera inscribir el paisaje cultural cafetero como patrimonio de la humanidad. Conseguimos aportar a la conformación del dossier que permitió entregarle a la UNESCO la información cafetera, patrimonial, social y ambiental, de la región”, aseguró Arango.

Brasil
En Brasil, esta mirada inició en 1955 con la apertura del primer proceso de estudio para la declaración de la “Hacienda Resgate” como patrimonio cultural. Aunque se han tenido algunas acciones de declaratorias, inventarios e investigaciones, la caficultura brasileña del departamento de São Paulo aún no ha alcanzado, entre los bienes de patrimonio cultural del país, una presencia sólida y representativa por su importancia.

“En términos económicos el café de Brasil tiene una producción importante. Sin embargo, es una actividad que involucra procesos territoriales y sociales, que contribuyó a la formación de nuestro país. Desde los años 50, tanto la institución Federal de Patrimonio como la estadual de Sao Paulo, hicieron algunas acciones de declaración e inventarios, sobre todo de bienes inmuebles que hacen parte del patrimonio de la caficultura”, expresó Silva-Dias.

Procesos de patrimonialización
El profesor Arango consideró que hay diferencias en los procesos de los dos países por la estructura socioeconómica de cada nación, las condiciones geoambientales y el rol de las instituciones. En Colombia la Federación Nacional de Cafeteros tiene un papel muy importante no solo en el desarrollo del café sino también del territorio.

“En Colombia tenemos cuatro valores que encabezan, dirigen e inspiran el plan de manejo del patrimonio cafetero colombiano. El primero es el esfuerzo humano, familiar, generacional e histórico para la producción de un café de alta calidad. El segundo, se refiere a la cultura cafetera para el mundo. El tercero es un capital social estratégico construído alrededor de una institucionalidad. Y el cuarto, la relación entre la tradición y la tecnología para garantizar la calidad y la sostenibilidad”, expresó Arango.

En el caso de Brasil, la patrimonialización se ha desarrollado hace casi 60 años y a partir de los años 90 la academia ha construído aportes importantes en el sentido de reconocer la pluralidad. “A lo largo de este proceso se dieron trabajos conjuntos entre universidades e instituciones pero no resultaron en un acción efectiva de declaración de bienes culturales” explicó Larissa.

Riesgos

Para el profesor Arango hay un riesgo estructural relacionado con las dinámicas demográficas que están presentes en todos los países. “Se trata del despoblamiento rural y el envejecimiento de la población”.

Otro riesgo es el turismo. “Si bien es un aporte económico muy importante, especialmente en el caso colombiano, el peligro radica en que no existe un control del mismo. En el eje cafetero no se ve un manejo claro del tema porque hay una sobreocupación de hoteles, haciendas, aumento de vehículos y uso de los recursos de la ciudad por un periodo corto, sin una planeación ni compensación clara”,acotó la urbanista.

Retos

Para la arquitecta uno de los desafíos fundamentales es involucrar a la población en estos procesos de patrimonialización. Mientras que para el docente Arango son cuatros los retos: planificación en cada municipio; respuesta a la pérdida de café cultivado por la expansión de nuevos cultivos como el aguacate hass; evitar la desnaturalización de la propuesta de paisaje cultural cafetero; y el mantenimiento de la política pública a nivel local y nacional para hacer viable la sostenibilidad del paisaje.

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