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El déficit de la vivienda en la década de 1950 en Bogotá

Publicado el Saturday, 23 July 2022, en Divulgación académica, Destacados

Maritza Dianey Morales Torres y Natalia Chavez Sierra  realizan un comentario relacionado con su articulo "La vivienda como estrategia de modernización de las familias bogotanas en 1950. Una mirada desde la perspectiva de genero", publicado en la revista "Ciudades, Estados y Política", del IEU de la UNAL de Colombia. 

 

Foto: Sady González. Banco de la República (pag 128-129)

 

Maritza Dianey Morales Torres.* 

Natalia Chaves Sierra.**

Bogotá en la década de 1950, en el marco de una transición traumática hacia la modernización y el crecimiento exacerbado de su población; atraviesa por el grave problema del déficit de la vivienda para los sectores populares. 

El desarrollo de la ciudad en la segunda mitad del siglo XX está marcado principalmente por tres acontecimientos: el primero obedece al aumento poblacional acelerado; en el año de 1938 tenía 330.312 habitantes, en 1951 pasa a tener 715.250, y en 1964 alcanza un alto grado de crecimiento con 1.697.311 habitantes (Torres, 2002). Esta ciudad como distrito capital se convirtió en centro aglutinador de gran parte de la vida económica y política del país; por ende, se consolidó como el principal receptor de migrantes durante la década del 1950; cientos de personas llegaron huyendo de la violencia que azotaba al sector rural en el país.

Principalmente las personas provenían de zonas cercanas de Cundinamarca o de los departamentos de Boyacá, Tolima y los Santanderes; llegaban buscando oportunidades de empleo para obtener un ingreso económico que mejorara su calidad de vida, ya que Bogotá en la época se destacó por tener un ritmo acelerado de crecimiento industrial. Las actividades económicas fueron el principal determinante para la organización espacial de la ciudad, de esta manera el crecimiento poblacional estuvo acompañado por el aumento del área ocupada; así, “la necesidad de construir nuevas viviendas fue imprescindible y la ciudad estrecha estalló en busca de lugares para urbanizar” (Barbosa, 2022).

Por otra parte, el desarrollo de Bogotá se vio marcado para siempre por los acontecimientos acaecidos el viernes 9 de abril de 1948. A raíz del magnicidio del líder popular Jorge Eliécer Gaitán emerge la incontenible ira de cientos de personas del sector popular, que se convirtió en una máquina destructiva que recayó sobre las casonas y los edificios del centro de la ciudad. Este suceso aceleró los desplazamientos intraurbanos que ya se venían dando en las diferentes clases sociales, principalmente entre las clases altas, que venían migrando al norte de la ciudad ubicándose a lo largo de la carrera séptima, la cual comunicaba el centro con el sector de Chapinero. Las clases marginadas se desplazaron a los cuatro puntos cardinales de la ciudad, en sitios alejados, muchas veces sin el acceso necesario para llegar a ellos; una gran masa se ubicó en las pendientes montañosas del suroriente.

A raíz de los destrozos ocurridos en la ciudad después del Bogotazo, es estimulada al mismo tiempo que impuesta, la idea dominante de construcción y edificación; la ruptura definitiva con la ciudad colonial, impulsada desde décadas pasadas, logró consolidarse totalmente en este período. La reconstrucción del centro urbano cargó sobre sí la transformación de una estructura colonial obsoleta de más de 300 años de antigüedad para dar lugar a una nueva visión del desarrollo urbano que se multiplicaría del centro hacia la periferia. En consecuencia, los esfuerzos estatales para hacer de Bogotá una ciudad moderna, identificaron en este momento progresista que “la vivienda digna y la ciudad sana eran pre-requisito del orden social, base del derecho a la ciudad, paso previo y necesario a la ampliación de la ciudadanía” (Guzmán, 2011, p. 199).

En el marco de una situación turbulenta, y en medio del dramático problema del déficit de vivienda en Bogotá, los migrantes y las personas de escasos recursos, como solución paliativa acceden a vivir en inquilinatos o viviendas (en subarriendo), que, según médicos, arquitectos e ingenieros de la época, influenciados por los discursos higienistas de base moral, coincidían en pensar que este tipo de espacios “con su desaseo, su promiscuidad, su oscuridad, su estrechez, constituyeron aquellos individuos perezosos, débiles, atrapados en el vicio del alcohol, en fin, ineptos para el trabajo, para vivir y habitar la nueva ciudad” (Noguera, 1998, p. 191). Desde esta perspectiva, vislumbraron que la vivienda higiénica, como espacio psicológico y social moralizado, lograría incidir en la conciencia principalmente del obrero.

En el contexto descrito, Chaves y Morales (2019), señalan que el Instituto de Crédito Territorial (ICT) se instaura como uno de los principales agentes en la solución del déficit de la vivienda para los sectores marginados. Esta institución se enfocó principalmente en llevar a cabo proyectos urbanísticos de la mano principalmente del Banco Central Hipotecario (BCH). Iniciaron la construcción de barrios con viviendas modernas en serie, inspirados en las ideas de Le Corbusier, que se caracterizaron por ser pragmáticos; específicamente, estaban orientados al máximo aprovechamiento y apropiada distribución de los espacios, de tal forma que se garantizara una adecuada ventilación y el paso de luz. 

Esta institución gubernamental diseñó, entre otros barrios, parte de Los Alcázares en 1949, en el que se ponen en práctica nuevos conceptos urbanos como: “manzana rectangular alargada, antejardines y el aislamiento en la parte posterior del loteo. Y el barrio Muzú, del mismo año, con 1216 viviendas unifamiliares, (…) primer modelo de unidad vecinal, las viviendas se ordenaron en predios comunicados peatonalmente, contaba con un centro de servicios comunitarios y deportivos” (Caro, 2013). Sin embargo, el ICT como entidad que abanderó los planes oficiales de la vivienda urbana, dirigidos a beneficiar a aquellos grupos sociales que carecían de recursos suficientes para acceder a la compra de su propia vivienda, no logró su objetivo.

Las condiciones que establecieron para acceder a sus proyectos eran imposibles de cumplir por parte de los sectores marginados de la sociedad, así que se beneficiaron otros grupos poblacionales: personal de instituciones militares, empleados públicos y los obreros de las industrias (que pertenecen a la clase social media), y en menor proporción las clases altas (Torres, 1993). En consecuencia, los sectores excluidos en la década de 1950 tomaron la opción de comprar lotes en urbanizaciones piratas1 en zonas periféricas de la ciudad.

Si usted desea más información sobre esta temática puede consultar el artículo "La vivienda como estrategia de modernización de las familias bogotanas en 1950. Una mirada desde la perspectiva de genero". Para tales efectos, ingrese a https://revistas.unal.edu.co/index.php/revcep/article/view/83986

BIBLIOGRAFÍA

Barbosa, J. (2018, enero). Casas inglesas en Bogotá. Banrepcultural. Red Cultural del banco de la República. Recuperado 5 de junio de 2022, de https://www.revistacredencial.com/historia/temas/casas-inglesas-en-bogota

Caro, J. (2013). Barrio Los Alcázares (1949) Bogotá - Colombia. Historia de Arquitectura Moderna. Recuperado 6 de junio de 2022, de http://unalhistoria3.blogspot.com/2013/08/barrio-los-alcazares-1949-bogota.html

Guzmán, J. (2011). Capítulo IV: Lo físico urbano de las 3 metrópolis: ideas y acciones espaciales. Años 50. En tesis de maestría: Las ideas y las acciones del proyecto moderno de ciudad en América Latina - AÑOS 50- Los casos Lima, Caracas, Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. Pp. 141-212.

INURBE. (1995). Instituto de Crédito Territorial ICT. Medio siglo de vivienda social en Colombia. 1939-1989. Bogotá, Colombia. Pp. 9 -73.

Morales, M., & Chaves, N. (2019). La vivienda como estrategia de modernización de las familias bogotanas en 1950. Una mirada desde la perspectiva de género. Revista Ciudades, Estados y Política, 6(1), 43–50. https://doi.org/10.15446/cep.v6n1.83986

Noguera, Carlos. (1998). La higiene como política barrios obreros y dispositivo higiénico: Bogotá y Medellín a comienzos del siglo XX. En Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 25. Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Pp.188 – 215.

Torres, C. A. (2002). La ciudad: espacio de inclusión y exclusión. En C. A. Torres (Ed.), La ciudad: hábitat de diversidad y complejidad (2 ed., pp. 318–349). UNIBIBLOS.

Torres, A. (1993). La ciudad en la sombra. Barrios y luchas populares en Bogotá. 1950 -1977. Cinep.

  • *168

    Realizada por: Maritza Dianey Morales Torres - Natalia Chaves Sierra.

    *Trabajadora Social, Candidata a Magíster en Trabajo Social con énfasis en Familia y Redes Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.  

    Correo electrónico: mdmoralest@unal.edu.co

    **Trabajadora Social, Candidata a Magíster en Trabajo Social con énfasis en Familia y Redes Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.  

    Correo electrónico: nachavessi@unal.edu.co

    1Urbanizaciones piratas: “Consisten en fragmentaciones ilegales de terrenos que no cumplen con las reglamentaciones de los organismos de planificación y son generalmente subequipadas… Estas urbanizaciones precarias, no tienen permiso para la venta de los lotes, no cuentan con planos aprobados, no disponen de servicios públicos, y no tienen demarcadas zonas verdes” (Torres, 1993, p. 30).

    Las opiniones contenidas en este artículo no expresan la posición institucional del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional de Colombia.

     

    • Etiquetas: Bogotá, Decada, Déficit, Vivienda
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